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sábado, 10 de julio de 2010

JOSE NUÑEZ: UN ACTOR MADURO Y RENOVADO CADA DIA EN ESCENA

Luisa Rebecca Valentín
La autora es periodista


SANTIAGO.- En atención a la invitación que me cursara el apreciado maestro de teatro, José Núñez, también actor de buen teatro, acudí a la puesta en escena de la obra "La Misiva de Poborsky", escrita por Miguel Hernández y Maickel Ronzino y dirigida esta vez por Lorenzo Martínez, nuestro apreciado Cuquín.


La Sala Héctor Incháustegui Cabral del Centro de la Cultura de Santiago, uno de los mejores escenarios para hacer teatro en todo el país, acogió esta puesta en escena, digna, práctica, apegada a las leyes del teatro bien hecho y que deja ver el empeño que ponen quienes aman el teatro y lo viven con la pasión que se merece este arte que nos sorprende a ratos, nos envuelve y nos subyuga para siempre.

La obra, en la que cobran vida los sueños, frustraciones, realidades y fantasías de Sara, Alberto y Guillermo, mantiene al auditorio en constante expectativa, debatiéndose, igual que los actores, entre la esperanza y la desesperanza, entre el sueño de grandeza y las miserias de una realidad brutal e innegable. Vivos o muertos? O muertos en vida? Queda en manos del espectador la respuesta.


Lorenzo Martínez logra con su dirección presentar un trabajo parejo en términos de actuación, donde saca lo mejor de un siempre orgánico Manuel Pichardo y de Nathalie Vásquez. Sin embargo, nueva vez vuelve José Núñez a sorprenderme con su versatilidad y frescura en escena.


Este actor y director veterano, que da cátedras cada vez que sube al escenario, se muestra como un actor siempre joven, renovado y disciplinado que no ha perdido la pasión por el teatro, su oficio natural y quehacer de toda la vida. Pasa de un personaje a otro, dejándonos perplejos ante su capacidad de desdoblarse, de convertirse en "otro" o en "otra", una y otra vez.

Más allá de un texto, de un atuendo, José Núñez asume en cada instante el nuevo personaje de manera íntegra, limpia y coherente, signos inequívocos de un riguroso proceso de investigación, análisis, montaje y sobre todo, entrega.

Con un diseño técnico vanguardista y práctico, haciendo uso de elementos de vestuario que van manejando los mismos actores frente al público y en el fondo un baño que sirve de foco central, se va conformando una puesta en escena bien pensada y apegada a las estrictas leyes del teatro que se hace con seriedad y calidad.

Esta "Misiva de Poborsky", que está haciendo un exitoso recorrido por todo el país y se presentará en este año en los Estados Unidos, constituye una luz en el camino, una muestra convincente de que existe la posibilidad de la realización de puestas en escena donde la calidad, el respeto y el cuidado de los detalles, de la dramaturgia, del estudio que supone la visión de conjunto, han sido tomados en cuenta para lograr objetivos claros y mostrar que se puede ofrecer al público un montaje teatral de calidad.


Ello evita que el público pierda el respeto por las artes escénicas y entienda finalmente que "representar", es cosa seria. Está más allá de recitar un texto y engancharse un par de trapos vistosos
 
 
 
 
 














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