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martes, 5 de marzo de 2013

Se impone la negociación entre el Estado y la Barrick


Por Fernando Rodríguez Céspedes.

Ni la seguridad jurídica, ni la preservación del clima de inversiones, deben levantarse como banderas contra las aspiraciones legítimas del pueblo de obtener mayores beneficios de la explotación y comercialización de sus riquezas minerales no renovables.


Y, si el precio que debemos pagar para mantener vigentes esos preceptos comerciales, es permitir que las multinacionales extranjeras se lleven graciosamente nuestras riquezas, es preferible no hacer negocios con ellas y dejar nuestros minerales tranquilos.

En el caso específico de la Barrick Pueblo Viejo, se hace necesario un diálogo respetuoso entre la firma canadiense y el Estado, debido a las grandes inversiones realizadas por esta en el país, y el valor de las riquezas nacionales involucradas.

Los mismos mecanismos de diálogo que se utilizaron para arribar el 11 de noviembre del 2009 a la renegociación del contrato original, pueden utilizarse ahora para realizar los ajustes fiscales que correspondan a una situación totalmente distinta.

La diferencia es que, el diálogo anterior fue propuesto por la firma extranjera, y ahora quien lo reclama es el presidente Danilo Medina en representación de un pueblo que ve indignado cómo se llevan sus riquezas no renovables a cambio de migajas.

Los directivos e inversionistas de la Barrick están conscientes de que las reglas de juego han cambiado en el mundo y que aunque pataleen para mantener sus  privilegios y desproporcionadas ganancias frente al dueño real de las riquezas que explotan, deben ceder.

De lo contrario, se exponen a que el Estado adopte las medidas legales necesarias para obtener mayores beneficios de  nuestras riquezas explotadas. Y eso, no les conviene, como tampoco nos conviene a nosotros vernos  sometidos a un arbitraje internacional.

Las experiencias dominicanas en ese sentido, han resultado catastróficas y ya la empresa internacional ha tenido bastantes problemas  en varios de los países donde opera, incluyendo África, donde se metió en un mal negocio con el cobre, y está pagando las consecuencias.

De acuerdo a informes del Banco Central, la Barrick empezó el año pasado a exportar oro por lo que se hace urgente la contratación de la firma de auditores suiza para tener control del monto real de las ventas con fines de gravar, retrospectivamente,  las mismas.

En definitiva, el matrimonio entre la firma canadiense y el Estado parece indisoluble por los más de 3 mil millones invertidos por esta en infraestructura y por el valor de nuestras riquezas minerales. Por ello, deben sentarse a negociar en un ambiente de respeto y equidad.

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