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miércoles, 8 de febrero de 2012

LA RESACA‏

Autor Tiberio Castellanos
 Columnista de Oasis desde Miami
 Está claro que no me voy a referir a ese fenómeno de las playas que bien conocen meteorólogos y marinos, y que parecen ignorar algunos bañistas, pagando luego muy cara su necedad. 
 
       No, me refiero a la consecuencia del exceso de alcohol a la mañana siguiente de la "diversión". Esto lo conoce mucha gente. Unos por experiencia propia, los menos, y los demás, porque han visto a alguien de su entorno amanecer resacado.
 
      Tengo que confesar que en dos ocasiones, sí, sólo en dos ocasiones, me he pasado de raya con la bebida. Y para mi fue muy desagradable esa experiencia. Pero, al parecer no fue lo suficiente como para producirme resaca.
 
Al menos, no ese despertar con la vitalidad y el entusiasmo muy disminuídos, que los demás notan y uno lamenta. Después, si uno no aprende con su propia experiencia, uno es muy torpe. 
 
        Para la época en que yo asistía, con alguna frecuencia, a esos saraos donde vienen a uno con la bandeja y las copas, yo tenía ya establecida la cantidad exacta que podia tomar. Y eso tomaba. Permítanme el autobombo: parece que aprendí  bién la lección.
 
           Es oportuno recordar aquí, que en un viejo libro de La Biblia hacen grandes elogios al vino tomado "a su tiempo y con tiento". 
 
Ese libro, habla sólo del vino, porque segun parece, en ese tiempo no se conocían las muchas otras bebidas que hoy se conocen. Pero entiendo, que esto del tiempo y del tiento rige para toda clase de tragos. 
 
Bien es cierto que lo que  ahora recomiendan los médicos, como bueno para el corazón, y es lo que yo tomo, es el vino rojo, tomado siempre con las biblicas limitaciones. 

          Con la comida, ocurre otro tanto que con el vino, y aunque mucha gente, al parecer, no lo conoce ay también aquí un muy dañino efecto resaca.
 
         Bueno, no igual para todos, porque aquí entra en juego el muy mentado Metabolismo.
 
Este misterioso elemento o factor en la vida de los seres humanos, es una bendición para unos pocos y algo así como una maldición para la mayoría.
 
Cosa aparentemente muy injusta. Yo lo veo así. Porque creo estar en el caso de los menos favorecidos. Por eso, tomo en la mesa de comer las mismas precauciones que en el momento de los tragos. A su tiempo y con tiento.
 
        Y quiero cerrar esta descarga recordando que siempre fue una muy buena costumbre reunirse los amigos o los parientes a una mesa bien servida.
 
Una de las pinturas  mas famosas de todos los tiempos es el cuadro de la Cena de un Maestro en trance de despedida de sus Discípulos. Por eso llaman al cuadro La Ultima Cena.
Un abrazo.





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