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martes, 14 de febrero de 2012

UN COMENTARIO MACHISTA‏

Autor Tiberio Castellanos
  Columnista de Oasis en Miami
 
"Yo conocí el amor, es muy hermoso, pero en mi fue fugaz y traicionero..."
Y ya no recuerdo más. Era el recitativo con que comenzaba aquel curioso bolero de los 40 (años de Eva Garza, María Luisa Landín, Toña la Negra, cuyos discos RCA llegaban a Pimentel).
Para entonces yo leía a José Angel Buesa y su muy recitado Poema de la Despedida. Ah... pero he titulado mal esta descarga. Mejor título sería:  Varias Maneras de Decir Adios. Porque en eso es que pretendo descargar. Pero, además y por muy obvias razones, quiero expresarme desde mi mecedora de hombre, no desde el diván de una mujer. Y, por ahora dejémoslo ahí.
      Hay la manera del italiano del cuento, que vendió el sofá donde encontró a su mujer con otro hombre. Bueno, es un chiste que no voy a contar ahora, pero que muchos ya conocen.
Hay la manera del poeta del Nocturno a Rosario, que los martianos conocemos muy bien pues el Apóstol anduvo también detrás de la Rosario. Hay los mil casos del varón que mata a su amada porque la imagina desdeñosa o traicionera.
Y cito, para ilustrar este caso el Otelo de Shakespeare ( y aquí el verbo ilustrar, adquiere sin quererlo, un doble significado). 
Y hay los muchos casos de actualidad que vemos en los programas de la farándula. La pareja ideal fácilmente se disuelve, a veces con hijos, y el ex marido y la ex esposa se recriminan, se reparten los bienes y se recasan otra vez. Para en muchos casos repetir la anterior trama. 
Y aquí en cierto modo, no es lo más propio hablar de despedida, si no de final de una escena, para preparar la siguiente. Y algunos piensan que en estos casos no hubo amor. Yo no lo pienso así. Digo que si lo hubo. Pero, este amor, desde su infancia, anduvo contaminado por otros elementos de la vida actual que finalmente pudieron más que el pobre amor.
         Claro que si esto sucediera sólo con los "artistas", la cosa no seria tan lamentable. Pero, lamentablemente, mucha otra gente vive o quiere vivir, al estilo de los "artistas".
          Y finalmente, conocemos con horror los casos de homicidio suicidio. Quiero declarar, que ni en mi infancia, ni en mi juventud y parte de mi vida adulta,  conoci ninguno de estos casos. Pienso que en esos tiempos también ocurrirían algunos, pero yo no los conocí. 
Lo más cercano a esto que yo conocí fueron dos famosos pactos suicidas. Uno, el del  Príncipe Heredero del Imperio Austrohúngaro, Rodolfo de Austria  y su amante Mary Vetzera. Y que Holiwood consagró en la taquillera  película Mayerling.
El otro fue el del escritor alemán, famoso por sus biografías, Emil Ludwig y su esposa.
         Y ahora es pan de cada día el homicidio suicidio. Bueno, no digamos cada día, pero si cada mes, o cada tres meses. Esta es la forma mas cruel y conmovedora de decir adios.
       El hombre es, en la casi totalidad de estos casos el homicida y el suicida. Una primera pregunta ¿ Por qué es siempre o casi siempre el hombre el gran protagonista de esta tragedia?  Creo que se puede observar que en todos estos casos de homicidio suicidio hubo, si no amor, sí una gran pasión. Una segunda pregunta:
 ¿ Esta pasión o este amor fue vivido a partes iguales por el hombre y la mujer en cuestión? Si así fuere, cabría hacerse una tercera pregunta ¿Por qué se apagó la pasión o el amor murió de un modo tan de repente en uno de los dos, y el otro quedó como náufrago sin salvavida?
Y aquí la cuarta pregunta ¿Pudiera ser que el amor o la pasión existiera sólo en uno de los dos?
       Y no mas preguntas. Pienso que un factor importante en estos tan lamentables casos es la soledad. La soledad que sienten muchos en estas grandes ciudades donde uno es, a veces, sólo un número en medio de grandes masas que se mueven de un barrio a otro, y que pasan a nuestro lado, al parecer, sin notar nuestra presencia.
       Y, por supuesto, no se trata sólo de los Homeless (sin hogar), se trata a veces hasta de gentes con algunos recursos económicos.Y hablando de soledad, recuerdo aquella canción que interpretaba Ernesto Bonino: " Nadie me quiere, nedie me ama, nadie me llama  nombrándome".
     Pienso que algunos de estos, que no han sabido como yo  manejar exitosamente su soledad, encuentran a alguien de quien se enamoran y a quien se entregan, como el ciego a su lazarillo,desarrollando, a veces, una morbosa dependencia del ser amado. Y. ocurre a veces, que el lazarillo abandona  al ciego, sabe Dios en que difícil circunstancia. Y el pobre ciego, entonces...
Un abrazo.
      


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