Escrito por el Pastor Antonio Regalado |
1- Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lc. 23:34)
2- En verdad, en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso. (Lc. 2:,43)
3- Mujer, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre. (Jn. 19, 26-27)
4-¡Dios mio, Dios mío!, ¿Por qué me has abandonado?. (Mc 15. 15,35; Mt. 27,46)
5- Tengo sed. (Jn 19,28)
6- Todo está consumado. (Jn. 19, 30)
7- Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc. 23: 46}
Cada
palabra que salieron de los labios de Jesús conmueven al alma y
estremecen al espíritu del hombre, es motivo de un examen a lo interior
del ser, como me refiere la periodista Margarita García en una nota que
me envía, la comparto en extenso:
un madero y unos clavos no habrían tenido un gran significado de no haber sido por aquel cuerpo cargado de los pecados de toda la humanidad, y que hoy hace ya más de dos mil años significó una nueva oportunidad para el hombre.
Una oportunidad para su reconciliación con su Creador, pues el antiguo pacto sencillamente no había dado un perfecto resultado.Un cuerpo que antes de llegar a la Cruz
había sido azotado, abofeteado, maltratado en todas las formas posibles
y que derramaba su sangre como muestra de amor por todos nosotros.
Un cuerpo lleno de llagas, llagas sanadoras, llagas salvadoras que vinieron a curar la enfermedad mortal que padecía la humanidad,esa enfermedad maldición que el mismo Dios, dió como condena al hombre cuando arrojó del huerto del Edén a Adán.
Cada gota
de sangre pura e inmaculada que en aquella Cruz fue derramada sellada
el final de aquella maldición,el omega del viejo pacto y a la vez el
alfa de un pacto nuevo y eterno mediante el cual fue rasgado el velo que
nos separaba del Creador,quien por su gracía y misericordia, quiso sanarnos de aquella enfermedad y limpiar de una vez y por todos nuestros pecados.
Ahora somos muertos para los pecados cuando aceptamos a Cristo en nuestros corazones
y vivimos para la justicia divina que dió un significado diferente e
importante a un madero y unos clavos. Hasta aquí la reflexión.
Este
tiempo envía, no tengo ninguna duda, un mensaje especial a la clase
política de nuestra nación, y a todos los dominicanos, de que debemos
amar a nuestro prójimo, sembrar de armonía, paz y progreso el territorio
que Dios nos hizo nacer, y entrar por un camino nuevo de las manos de
Jesús, iluminados en medio de la oscuridad en que vivimos por su luz
admirable y su misericordia infinita.
Nos
estamos olvidando de las pequeñas cosas que nos hacen vivir, tales como
hablar com Dios{orar}, amar, sonreir, abrazar, decir gracias, regalar
una flor, poder decir feliz cumpleaños, entre otras que como dijo el
poeta Serrat, son pequeñas, pero nos hacen “que lloremos cuando nadie
nos ve.” Pero lo bueno de todo esto es que estamos a tiempo y se puede,
esta es una patria bendecida por Cristo, y ÉL nos ayudará a cambiar, yo
tengo fe.
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