Escrito por José L. Tavárez Henríquez
Filósofo, psicólogo y profesor universitario.
Desde que
Heráclito, en el siglo VI antes de Cristo, planteara su famoso “panta rei” (todo fluye) el tema del
cambio ha sido objeto de debate.
Aquel
filósofo, ante las consideraciones de Parménides, su contemporáneo y también
filósofo griego, de que el Ser era estático, inmóvil y eterno, postula el
carácter dinámico y cambiante de las cosas.
Su conocida frase: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”,
ejemplifica su visión sobre un mundo cuya esencia es el cambio constante.
A más de
26 siglos de distancia, y muy lejos de la antigua Grecia, los dominicanos
asistimos a un proceso electoral, donde los dos candidatos punteros en las
preferencias electorales reclaman para sí la representación del cambio.
El
viejo Heráclito de Éfeso, desde el reino donde moran los filósofos, estará
sonriendo y pensando para sí: “Danilo, Hipólito, ambos tenéis razón, vosotros y
los demás candidatos representan el cambio”.
Resulta
imposible no cambiar, el problema es determinar el tipo de cambio de que
estaríamos hablando.
Hipólito Mejía, quien reclama con carácter de exclusividad
la consigna del cambio, tiene el inconveniente de que ya fue presidente hace
pocos años, por lo que cambiar, en sus términos, podría significar volver a un
gobierno parecido al que encabezó.
El
inconveniente de entender el cambio como regreso a la gestión 2000-2004 es que
de ese período hay pocos logros para exhibir, y sí mucho fracasos para olvidar.
Para complicar aún más la propuesta de cambio que hace Mejía, sus señales en
esa dirección se perciben como equívocas o confusas, dado que mantiene el mismo
equipo, el mismo discurso y las mismas actitudes díscolas que tanto rechazo le
generaron.
Danilo
por su parte nos habla de “el mejor cambio, el cambio seguro”. Quiere el
candidato peledeísta que la gente no lo vea como una mera continuidad de la
presente gestión, sino como portador de nuevas ideas para la renovación de un
modelo que ha tenido sus luces, pero también algunas sombras.
Esta actitud
conecta perfectamente con el slogan con que inició su campaña, “continuar lo
que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho”.
Cuando
Danilo postula “el cambio seguro”, parece alertar contra los riesgos que
encerraría la otra oferta de cambio, la que ha venido haciendo Hipólito Mejía.
Aquel podría ser un cambio para peor, cosa que asusta a mucha gente.
No hacemos
nada con tumbar el árbol si termina cayéndonos encima y aplastándonos.
Por
lo que nos vienen indicando las encuestas, es decir, el crecimiento constante
de Medina, hasta situarse más allá del apetecido 50%, combinado con el
estancamiento o decrecimiento de Mejía, parece que la oferta del candidato
peledeísta ha calado más que la del PRD.
A muchos les seduce la idea del
cambio, pero igualmente les preocupa cambiar para peor, como ya ocurrió en el
año 2000, oh paradoja del destino, con los mismos actores que hoy se enfrentan
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