Clientes solitarios, ensimismados con sus tabletas y
teléfonos inteligentes, en una de las típicas cafeterías que hay por
doquier en Estados Unidos. Es una escena que se repite en distintos
lugares públicos, pero también cada vez más en la intimidad del hogar. Y
es que en este país, vivir solo se está convirtiendo en una realidad
más común.
Esa es, por lo menos, la conclusión que se puede
extraer de las estadísticas del censo nacional, según las cuales hay
más de 31 millones de hogares que ahora están compuestos por una sola
persona, cuatro millones más que en 2000.
En cada década desde 1960 ha habido
más personas que viven solas, una preferencia que recientemente ha sido
detallada en lanzamientos editoriales y en análisis de académicos.
Y aunque la discusión se ha centrado en Estados
Unidos, es una característica que va mucho más allá. En Francia y en
Japón, en India y en Brasil, en Suecia y en China, también hay más
personas que parecen desdeñar la vida en compañía. (ver recuadro).
Tendencia internacional
No sólo en Estados Unidos hay cada vez más personas que viven solas.
- El diario The Guardian escribió cómo, según la organización Euromonitor International, el número de personas que viven solas a nivel mundial pasó de 153 millones en 1996 a 277 millones en 2011.
- En Japón, en el 31,5% de todos los hogares en 2011 vivía solo una persona, de acuerdo con Euromonitor International. En 2001 el porcentaje era del 27,9%.
- En Francia, según un informe de 2011 del Instituto Nacional de Estudios Demográficos, una de cada siete personas vive sola. Este porcentaje creció en los últimos 50 años. Pasó de 6% en 1962 a 14% en 2007.
- En los países nórdicos la tendencia también va en aumento. Suecia es el país del mundo con más personas que viven solas (47%), mientras en Noruega el porcentaje es de 40%.
- El diario The New York Times señaló cómo tres de las naciones con el mayor crecimiento de personas viviendo solas son China, India y Brasil.
Según los expertos consultados por BBC Mundo,
detrás de esta tendencia hay razones culturales y económicas, pero
también, de manera muy particular, una importante influencia de esos
dispositivos tecnológicos que estamos utilizando cada vez más.
"Juntos pero solos"
Sherry Turkle es una investigadora de la
universidad MIT, en Massachusetts, Estados Unidos. Ella escribe sobre
"el lado subjetivo" de las relaciones personales con la tecnología y
hace unos meses publicó un estudio sobre cómo las tabletas y teléfonos
celulares afectan nuestra vida social.
Turkle acuñó el término "Alone Together",
antítesis que significa que estamos siempre conectados y simultáneamente
solos. Para ella, esa es la clave detrás del auge de quienes rechazan
una intimidad en compañía.
"La tecnología les permite a las personas sentirse más cómodas viviendo solas", le dice a BBC Mundo.
Explica que si bien no tienen compañía en casa,
muchos sienten que no es un problema si igual pueden estar siempre en
contacto con sus amigos y familiares, más allá del lugar donde se
encuentren.
Es lo que Turkle califica como poder llevar la
vida social a todas partes. Vivir solo se ha convertido, hasta cierto
punto, en una experiencia social.
Eso tiene un efecto claro -pero ambivalente-
sobre las relaciones físicas. Unos señalan que la tecnología está
reduciendo el contacto personal y creando una ilusión errática de
comunidad. Para otros, la tecnología también tiene el poder de gestar
relaciones personales, como ocurre con los sitios en internet para
encontrar romances.
En pocas palabras, no siempre vivir solo es igual a estar solo. Y en esto juega un papel importante la tecnología.
Viajar para trabajar
Pero la tecnología es sólo una de las aristas
del tema. Puede explicar por qué una persona se siente cómoda viviendo
sin compañía, pero no necesariamente por qué las personas deciden en
primer lugar irse a vivir solas.
Daniel Russell analiza la soledad y el apoyo
social en la universidad del estado de Iowa, en Estados Unidos. Dice que
por la difícil situación económica, encontrar trabajo se ha vuelto más
difícil y esto afecta la vida en compañía.
"Ahora uno tiene que estar dispuesto a viajar a
donde esté el trabajo. Eso puede hacer que sea más difícil desarrollar
relaciones cercanas o vivir con otras personas", le dice a BBC Mundo.
Sin embargo, cabe anotar que esto se ha
desarrollado de manera simultánea con la tendencia opuesta: según un
informe reciente del censo de Estados Unidos, entre 2005 y 2011 se
incrementó el número de jóvenes adultos que por la situación económica
decidieron no irse a vivir solos y permanecer en la casa de sus padres.
En otros casos, la decisión de vivir solo no se
trata de una elección. La viudez o la imposibilidad de conseguir una
pareja estable hacen que los hogares unipersonales sean la única
alternativa.
Valores liberales
No sólo jóvenes
Erik Klinenberg es un sociólogo de la universidad de Nueva York que ha estudiado el tema de la soledad en los últimos años.
En un artículo reciente para The New York Times, Klinenberg resaltó que no sólo los jóvenes tienen el deseo de vivir solos.
Explica que cinco millones de estadounidenses entre los 18 y los 34 viven solos, 10 veces más que en 1950.
Agrega que el grupo con el mayor crecimiento de solitarios son los estadounidenses de mediana edad: 15 millones de personas entre 35 y 64 años están en esa condición.
En un artículo reciente para The New York Times, Klinenberg resaltó que no sólo los jóvenes tienen el deseo de vivir solos.
Explica que cinco millones de estadounidenses entre los 18 y los 34 viven solos, 10 veces más que en 1950.
Agrega que el grupo con el mayor crecimiento de solitarios son los estadounidenses de mediana edad: 15 millones de personas entre 35 y 64 años están en esa condición.
Pero achacarle exclusivamente a la situación
económica o a los azares del destino la decisión de irse (o no) a vivir
solo deja de lado un factor cultural: también parece haber un deseo
creciente, más allá de lo que dicte el dinero disponible.
En muchos países, sobre todo los más
desarrollados, encontrar una casa unipersonal es un paso casi natural en
el desarrollo del individuo. Es una señal de realización personal y de
independencia, que está cimentada en los valores liberales.
Esto va de la mano con otras tendencias: datos
del censo también revelan que las personas están esperando cada vez más
para casarse, una característica de largo plazo que el censo registra
desde mediados de los años 50.
A esto se agrega la alta tasa de divorcios en el país.
Y como puede ser comparativamente más costoso
vivir solo que en pareja, escoger lo primero puede verse también como
una señal de poder. Para vivir solo hay que poder hacerlo.
"Antes, la única forma en que las personas
creían encontrar la felicidad era en una relación de pareja", dice Judy
Ford, autora de un libro sobre el tema.
"Ahora lo que estamos viendo es que hay muchas más maneras", concluye.
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