Antes de subir al Titanic, Manuel Uruchurtu envió un telegrama a México: "Embárcome", decía el mensaje.
La siguiente noticia que recibió su familia fue
que el barco, el más grande y lujoso de la época, considerado como
"insumergible", había naufragado. Uruchurtu era el único mexicano en la
embarcación y, como ocurrió con cientos de pasajeros, su cuerpo nunca
fue encontrado.
Pero alrededor del personaje se ha creado una historia que aún ahora, cien años después de la tragedia, causa polémica.
Los descendientes de Uruchurtu sostienen que, al
momento del naufragio, el mexicano cedió su lugar en el bote salvavidas
a una mujer inglesa, Elizabeth Ramell Nye.
Por ese gesto, el pasajero es considerado como
un héroe en su natal Sonora, un estado al norte de México, e incluso dio
pie a la novela "El Caballero del Titanic", recién publicada.
El problema es que, hasta ahora, tal gesto de generosidad no ha sido completamente probado.
"Cuando me puse a investigar me di cuenta que no
había pruebas fehacientes, no pude apoyarme en ningún documento", le
dice a BBC Mundo Guadalupe Loaeza, autora del libro.
En cambio, Antonio Uruchurtu, bisnieto del personaje, asegura que el hecho sí existió.
"Obviamente no hay una foto o algo parecido que
pudiera comprobarlo", explica a BBC Mundo. "Pero hay testimonios de que
dejó su lugar. Fue un hecho heroico".
Destino
"Cuando me puse a investigar me di cuenta que no había pruebas fehacientes, no pude apoyarme en ningún documento"
Guadalupe Loaeza, escritora
Manuel Uruchurtu tenía 42 años de edad, y toda su vida adulta la dedicó a la política.
Fue diputado en cuatro ocasiones, además de
funcionario en el gobierno de Porfirio Díaz, quien fue exiliado tras el
inicio de la Revolución Mexicana en 1910.
De hecho, el legislador había viajado a Europa
para visitar a sus compañeros y conocer las Cortes Españolas. Fue una
travesía modesta, con pocos recursos, e incluso su viaje de regreso
sería en un barco normal.
Pero antes de zarpar, en abril de 1912, un amigo cercano le cambió el pasaje por un billete de primera clase en el Titanic.
Uruchurtu se embarcó en el puerto de Cherburgo,
Francia, y según contó a su esposa Gertrudis Caraza en una carta,
ansiaba volver pronto a Sonora.
"Tengo ganas de regresar, y si no prescindo de
mi viaje a España es porque quiero concurrir a sesiones de las Cortes
Españolas", escribió. "Muchos besitos a todos mis pollitos", como decía a
sus hijos.
Dos semanas después, Caraza recibió un telegrama
de la Compañía Telegráfica Mexicana donde informaba que el cuerpo de su
esposo no había sido localizado.
Literatura
¿De dónde proviene la versión de que Manuel Uruchurtu fue un héroe?
Su bisnieto Antonio dice que la propia Elizabeth Ramell lo contó en un viaje a Hermosillo, capital de Sonora, en 1916.
La visita fue reseñada no sólo por la familia
Uruchurtu, sino por algunos vecinos y un maestro que sirvió como
traductor. Es, admite Antonio, una historia oral.
Pero la escritora Loaeza no está muy segura de
la anécdota. En la biografía oficial de Ramell -quien tuvo un importante
papel en la organización de beneficencia conocida como el Ejército de
Salvación- no existen referencias de algún viaje a México.
Tampoco existen en otros documentos redactados
por ella. "Cuando fue rescatada en el barco Carpatia, Elizabeth escribe
una larga carta a sus padres dando cuenta de cómo se salvó, y en ningún
momento se refiere el hecho de Uruchurtu", señala.
Si no existen evidencias claras del gesto heróico del pasajero mexicano, ¿por qué escribir un libro sobre eso?
"La historia de suyo es muy idealista, llena de
valores, la caballerosidad. Me llamó la atención literariamente, como
ficción, a pesar de que nunca pude corroborar efectivamente si se había
llevado a cabo el hecho en sí".
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