La repugnancia es un sentimiento
humano del que se habla muy poco. Y sin embargo, todos la hemos sentido
y todos podemos reconocer una expresión facial que comunica, de forma
universal, la aversión o desagrado que se siente por algo o alguien.
Ante una araña, un gusano baboso, un mal olor,
un estornudo o tos sin cubrirse la boca, la mucosidad o las heces,
nuestra primera reacción es alejarnos de ese objeto desagradable y
repugnante.
Como resultado -tal como afirma una
nueva investigación- ese sentimiento de aversión ha ayudado a la
humanidad a evolucionar para poder reconocer y evitar una serie de
enfermedades infecciosas causadas por gente enferma, agua sucia, vómito,
fluidos corporales y muchas otras cosas que nos hacen reaccionar con
asco.
El estudio, publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B,
una revista de la Real Sociedad, argumenta que esta conducta que nos
hace eludir lo repugnante es esencial para prevenir la propagación de
todas las grandes y recientes enfermedades infecciosas que amenazan al
ser humano.
Según la doctora Val Curtis, quien dirigió el
estudio en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, las
enfermedades diarreicas, infecciones del tracto respiratorio, malaria,
sarampión, tuberculosis y parásitos, entre otros, son trastornos que
pueden evitarse si se tienen en cuenta los aspectos de la higiene.
Por ejemplo, dice, lavarse las manos y los
alimentos puede prevenir enfermedades como cólera y hepatitis A o
mantenerse alejado de la gente con influenza o sarampión es una medida
sensata para reducir el riesgo de contagio.
"Ni pensarlo"
"Sin repugnancia, y las conductas higiénicas que ésta provoca, las enfermedades infecciosas causarían mucha más morbilidad y mortalidad tanto en nuestra especie como en todas las especies animales"
Dra. Valerie Curtis
"La autolimitación en ese tipo de conducta es
tan automática e intuitiva que a menudo la ignoramos como defensa de
primera línea frente a una enfermedad", dice la doctora Curtis.
"Sin repugnancia, y las conductas higiénicas que
ésta provoca, las enfermedades infecciosas causarían mucha más
morbilidad y mortalidad tanto en nuestra especie como en todas las
especies animales", expresa la investigadora.
Algo tan simple como lavarse las manos con jabón
puede salvar más de un millón de vidas al año en el mundo, dice el
estudio, ya que este simple acto evita la transmisión de enfermedad.
Las campañas de salud muchas veces utilizan la repugnancia para hacer llegar sus mensajes.
Por ejemplo, el gobierno británico, en sus
folletos de información sobre la epidemia de gripe porcina en 2009,
utilizó la imagen de un hombre estornudando que escupía una explosión de
gotas de saliva directamente hacia el lector y en todas direcciones.
Asimismo, la campaña más exitosa de la Fundación
Británica del Corazón fue una que mostró el impacto del cigarrillo en
las arterias. El anuncio presentaba cigarrillos que se convertían en
arterias de las cuales brotaban repugnantes chorros de grasa.
Y actualmente varios países intentan utilizar en
los paquetes de tabaco imágenes impactantes y repulsivas de los daños
que causa el cigarrillo en el organismo humano.
Un estudio reciente muestra que entre mayor la
repugnancia que se siente ante tales imágenes, mayor la probabilidad de
que la gente deje, o trate de dejar, de fumar.
Pero quizás el mayor efecto de la repugnancia está en las infecciones.
Tal como señala la doctora Curtis, "las
enfermedades infecciosas siguen siendo una de las principales causas de
mortalidad en muchas partes del mundo, y promover medidas de higiene
puede ser la medida más costo efectiva para prevenirlas".
"Esperamos que quienes intentan promover esas
medidas para evitar enfermedades reconozcan el valor de utilizar la
afinidad natural del sistema de repugnancia para producir respuestas
adaptativas ante una amenaza de enfermedad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer