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martes, 1 de noviembre de 2011

Sentir asco es bueno para la salud

Hombre estornudandoLa repugnancia es un sentimiento humano del que se habla muy poco. Y sin embargo, todos la hemos sentido y todos podemos reconocer una expresión facial que comunica, de forma universal, la aversión o desagrado que se siente por algo o alguien.
La repugnancia a ciertas cosas o conductas nos protegen de las infecciones.

Ante una araña, un gusano baboso, un mal olor, un estornudo o tos sin cubrirse la boca, la mucosidad o las heces, nuestra primera reacción es alejarnos de ese objeto desagradable y repugnante.
Como resultado -tal como afirma una nueva investigación- ese sentimiento de aversión ha ayudado a la humanidad a evolucionar para poder reconocer y evitar una serie de enfermedades infecciosas causadas por gente enferma, agua sucia, vómito, fluidos corporales y muchas otras cosas que nos hacen reaccionar con asco.
El estudio, publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B, una revista de la Real Sociedad, argumenta que esta conducta que nos hace eludir lo repugnante es esencial para prevenir la propagación de todas las grandes y recientes enfermedades infecciosas que amenazan al ser humano.
Según la doctora Val Curtis, quien dirigió el estudio en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, las enfermedades diarreicas, infecciones del tracto respiratorio, malaria, sarampión, tuberculosis y parásitos, entre otros, son trastornos que pueden evitarse si se tienen en cuenta los aspectos de la higiene.
Por ejemplo, dice, lavarse las manos y los alimentos puede prevenir enfermedades como cólera y hepatitis A o mantenerse alejado de la gente con influenza o sarampión es una medida sensata para reducir el riesgo de contagio.

"Ni pensarlo"

"Sin repugnancia, y las conductas higiénicas que ésta provoca, las enfermedades infecciosas causarían mucha más morbilidad y mortalidad tanto en nuestra especie como en todas las especies animales"
Dra. Valerie Curtis
"La autolimitación en ese tipo de conducta es tan automática e intuitiva que a menudo la ignoramos como defensa de primera línea frente a una enfermedad", dice la doctora Curtis.
"Sin repugnancia, y las conductas higiénicas que ésta provoca, las enfermedades infecciosas causarían mucha más morbilidad y mortalidad tanto en nuestra especie como en todas las especies animales", expresa la investigadora.
Algo tan simple como lavarse las manos con jabón puede salvar más de un millón de vidas al año en el mundo, dice el estudio, ya que este simple acto evita la transmisión de enfermedad.
Las campañas de salud muchas veces utilizan la repugnancia para hacer llegar sus mensajes.
Por ejemplo, el gobierno británico, en sus folletos de información sobre la epidemia de gripe porcina en 2009, utilizó la imagen de un hombre estornudando que escupía una explosión de gotas de saliva directamente hacia el lector y en todas direcciones.
Asimismo, la campaña más exitosa de la Fundación Británica del Corazón fue una que mostró el impacto del cigarrillo en las arterias. El anuncio presentaba cigarrillos que se convertían en arterias de las cuales brotaban repugnantes chorros de grasa.
Y actualmente varios países intentan utilizar en los paquetes de tabaco imágenes impactantes y repulsivas de los daños que causa el cigarrillo en el organismo humano.
Un estudio reciente muestra que entre mayor la repugnancia que se siente ante tales imágenes, mayor la probabilidad de que la gente deje, o trate de dejar, de fumar.
Pero quizás el mayor efecto de la repugnancia está en las infecciones.
Tal como señala la doctora Curtis, "las enfermedades infecciosas siguen siendo una de las principales causas de mortalidad en muchas partes del mundo, y promover medidas de higiene puede ser la medida más costo efectiva para prevenirlas".
"Esperamos que quienes intentan promover esas medidas para evitar enfermedades reconozcan el valor de utilizar la afinidad natural del sistema de repugnancia para producir respuestas adaptativas ante una amenaza de enfermedad".

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