Si has cruzado esa fina línea que separa al hombre con pelo en la
cabeza del que no tiene ni uno, posiblemente habrás notado lo mismo que
psicólogo social Albert Mannes, que en algún momento de sus 30 años de
edad, después de que su cabello fuera debilitándose hasta ser una
pelusilla, decidió afeitarse lo que quedaba de su melena.
Entonces lo notó: “Los extraños ahora se mantenían más distantes”,
recuerda. Este investigador se dio cuenta que la gente le trataba de
manera diferente una vez que se empezó a afeitar la cabeza, lo que le
hizo preguntarse si su experiencia era única u ocurría con todos los
rasurados.
Así que este profesor de la Wharton School de la Universidad de
Pennsylvania diseñó tres experimentos con más de 1000 voluntarios
universitarios que pusieron a prueba la percepción de otras personas
sobre los hombres con la cabeza rapada. Y los tres dieron el mismo
resultado: el cuero cabelludo rapado de un hombre está relacionado con
el dominio.
En otras palabras, los hombres con cabezas rapadas son percibidos como más poderosos por otros, con mayor arrogancia varonil.
En el estudio 1, los hombres con cabezas rasuradas se clasificaron
como más dominantes que los hombres similares con la cabeza llena de
cabello. En el estudio 2, los hombres cuyo cabello se eliminó
digitalmente fueron percibidos como más altos y más fuertes que su
auténtico yo sin trucaje. Y el estudio 3 extendió estos resultados con
los estímulos no fotográficos y demuestra cómo los hombres que
experimentan pérdida de cabello natural pueden mejorar su situación
interpersonal por el afeitado total.
Entonces, ¿Por qué una cabeza casi desnuda es percibida como más dominante?
El Doctor Mannes ofrece tres explicaciones: Por un lado, apunta una
gran parte de culpa en los estereotipos, ya que las cabezas rapadas se
encuentran en la cultura en profesiones tradicionalmente masculinas,
como la vida militar y los deportes.
La segunda es que un hombre que se afeita la cabeza se ve como una
persona poco convencional; y existen evidencias de que los poderosos
tienen menos inhibiciones sobre la violación de las normas
convencionales.
Y por último, Mannes sugiere que, dado que la sociedad coloca un alto
valor estético en el pelo, se necesita la suficiente confianza y
masculinidad para prescindir de él.
Así que concluye que los hombres que empiezan a perder el pelo o ya
están en el fatídico punto de no retorno del cartón absoluto, puede
mejorar su autoestima y cómo son percibidos por los demás simplemente
por medio del afeitado total.
Por tanto, un consejo para todos los calvos del mundo: los hombres
que están sufriendo por la pérdida del cabello de su parte superior no
deberían luchar contra la Madre Naturaleza y tratar el aspecto afeitado
total como una solución determinante para sus problemas.
Así lo afirma este prestigioso psicólogo social, calvo como una
bombilla, en el Journal of Social Psychological and Personality Science.
Curioso, ¿verdad ?
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