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lunes, 7 de noviembre de 2011

LOS DOS COLON

CULTURA VIVA

Autor Lincoln López
Intelectual dominicano

            El Colón de Buenos Aires es un teatro inaugurado en 1908. Un proyecto del arquitecto e ingeniero italiano Francesco Tamburini, quien lo impulsó en su primera etapa. 

            El Colón de Santiago de los Caballeros fue un teatro que adoptó nuevo nombre en 1915, probablemente inspirado en aquella importante sala argentina de fama mundial. Primero fue llamado Ginebra por el apellido del dueño. 


            El primero es considerado uno de los mayores y mejores teatros del mundo, por varias razones: por su excepcional calidad acústica, por su notable valor arquitectónico, por su funcionalidad y comodidad, y por la belleza de su diseño. 

            El segundo fue considerado uno de los mayores teatros de la región del Cibao. Modesto, de una calidad acústica aceptable, de arquitectura sencilla y funcional, y  belleza rústica. 

            Ambos están ubicados en el centro de la ciudad. El de allá en la entonces calle Libertad y el de aquí en la calle 30 de marzo. A aquel le queda cerca la Plaza Lavalle y al nuestro el Parque Duarte. 

            En el mismo orden, uno tiene capacidad para 2,887 espectadores divididos en siete niveles en una sala de forma de herradura a la italiana, el otro rondaba los 1,000 espectadores divididos en dos niveles en una sala frontal y lineal. 

            Los dos con una sala o hall de entrada pero el de allá más clásico con columnas, escalinatas y todo.  Tiene, además el Salón Dorado, el Salón de los Bustos, el Salón Blanco y el Museo que alberga los trajes utilizados por algunas celebridades que pasaron por su escenario. Aquí no lo “complicaron” tanto. Sin salones ni museos. 

            Una lista interminable de luminarias se presentaron en ambos escenarios. En el primero estuvieron Enrico Caruso, Manuel de Falla, Alfredo Kraus, Monserrat Caballé, Luciano Pavarotti, Arturo Toscanini…Por aquí se presentaron Berta Singerman,  Andrés Segovia, Marian Anderson, la Orquesta Sinfónica Nacional, Gabriel Del Orbe y Aída Bonnelly…  

            Cuando los tiempos cambiaron en el mundo las instituciones dedicadas al arte lírico o al arte escénico en “vivo”, ambas instituciones sufrieron esa alteración y fueron épocas de inestabilidades y deterioro de sus actividades. 

Correspondía a los respectivos Estados asumir la responsabilidad de preservar esas salas de arte como parte del desarrollo de un país. El de allá se ocupó de rescatarlo de un posible cierre definitivo y por el contrario, lo remodeló, implementó un nuevo concepto para su funcionamiento. 

El aquí el Estado ha sido indiferente, pasó a ser exclusivamente un cine hasta desaparecer  entre jabones, pastas de dientes y consumismo por doquier, y una nueva generación entra y sale por un lugar sin saber su otrora importancia cultural. 

            El de Buenos Aires pasó a ser Monumento Histórico Nacional en 1989. Hoy funciona además el Instituto Superior de Arte donde forma profesionales de altísimo nivel en varias disciplinas como Danza Clásica, dirección Escénica o Musical… y tiene además sus cuerpos artísticos propios como Sinfónica, Teatro, Danza en donde laboran más de 200 artistas, además del personal técnico y administrativo.
            Una de las diferencias entre desarrollo y subdesarrollo.

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