(EFE).- Máximo exponente de la fusión de ritmos
caribeños, el dominicano Juan Luis Guerra convirtió la noche santiaguina
de este viernes en una fiesta de merengue y bachata, con un espectáculo
que disparó las caderas y la bilirrubina de los cerca de 15.000
chilenos reunidos en el Movistar Arena.
Ícono de la música latina,
Guerra y sus quince músicos -entre coristas, percusionistas y las
secciones de viento y metales- "prendieron" la fiesta en Santiago y
aceleraron los pies del respetable con los "clásicos" románticos y
bailables del artista, y con melodías de su último álbum, "A son de
Guerra" (2010).
Enfundado en unos pantalones oscuros, con camiseta
roja y chaqueta de color marfil -y con su sempiterna visera negra a la
cabeza-, el Rey del merengue saltó al escenario para tocar "Apaga y
vámonos", tema de corte social que forma parte de "A son de Guerra", uno
de los discos de ritmos "más variados" del artista caribeño.
"Buenas noches Chile. Un placer estar con ustedes.
Ahora todo el mundo a bailar", sugirió el cantante y compositor, y acto
seguido se abalanzó sobre "La bilirrubina", un tema de su quinto álbum,
"Bachata rosa" (1990), que levantó instantáneamente al público de sus
asientos.
"La travesía", "La llave de mi corazón" y "Bachata
rosa", es decir, un merengue, un reguetón y una bachata, demostraron la
facilidad del dominicano para fusionar ritmos latinos, y sirvieron como
introducción a un popurrí de salsa que transitó, entre otros clásicos
del género, por temas como "Razones" o "Carta de amor".
Con un público ya rendido, el caribeño, este vez
con guitarra eléctrica al hombro, hizo aflorar su lado más espiritual,
con "Son al Rey", un tema que compuso mientras "reflexionaba sobre el
Salmo 103", en palabras del propio cantante.
El tramo más reivindicativo llegó con temas
sociales como "El costo de la vida" o "Visa para un sueño", dos
canciones cuya publicación está separada por dos décadas -la primera es
de 1990 y la segunda de 2010-, lo que demuestra que las vicisitudes del
pueblo latinoamericano siempre han inquietado al dominicano.
"Hace mucho que quería hacer un rock, porque yo
siempre he tenido alma de roquero. Para ello me conseguí a un buen
roquero, un buen compositor y un buen amigo", explicó el cantante antes
de que una pantalla hiciera aparecer la figura del músico colombiano
Juanes, con quien Guerra interpretó el tema "La calle".
"El Niagara en bicicleta", "La cosquillita" y la
más reciente "La guagua", interpretadas tras un hipnotizante mambo a
cargo de la orquesta 4.40, no saciaron a un público que reclamó la
vuelta inmediata del artista, cuando éste insinuó su retirada.
La poética "Reina mía" y un popurrí de merengues
románticos -"Estrellitas y duendes", "Frío, Frío" y "Burbujas de amor"-,
emparejó al respetable, antes de que una versión acústica de "Ojalá que
llueva café" cerrará las casi dos horas de espectáculo y pusieran al
"maestro" de la música tropical rumbo a Argentina.
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