A pesar de que el presidente de Venezuela Hugo Chávez
parece ser un fanático del béisbol, sus políticas económicas han
expulsado del país a muchas academias de las Grandes Ligas de ese
popular deporte. Pero no sólo quienes están involucrados con el béisbol o
quienes realizan inversiones extranjeras tienen que lidiar con montañas
de papeleo.
Lograr cosas en Venezuela parece a veces una aventura cuesta arriba.
Para la más mínima compra es
necesaria alguna forma de identificación. Yo debo entregar mi número de
pasaporte cada vez que voy a comprar un paquete de chicles o una caja de
leche en el supermercado local.
Pero los problemas más grandes son los
bancarios. Los cajeros automáticos ponen límites diarios estrictos a la
cantidad que se puede retirar y tampoco es más fácil sacar dinero dentro
de un banco.
Se necesitan dos firmas, huellas digitales y en
algunos casos incluso una fotografía. Así que no es inusual que uno a
veces tenga que hacer una fila por más de dos horas en el banco para
completar una transacción sencilla.
Imagínense, entonces, los retos que tienen las empresas con filiales en el país.
Mayores sospechas
Hay estrictos controles a las divisas en
Venezuela, una medida introducida por el gobierno para evitar que las
personas retiren todo su capital del país y lo inviertan en otro lugar.
Las compañías que desean comprar dólares
estadounidenses con sus bolívares fuertes venezolanos deben postularse
primero en las oficinas de la Comisión de Administración de Divisas
(Cadivi), la autoridad central para las divisas, y hay un límite diario
para la compra de dólares.
"Yo voy y hago fila para comprar mis dólares y
espero a que sean emitidos", dice la importadora y vendedora de ropa
Katiuska Viena.
"Si uno ama su negocio, entonces uno está preparado para trabajar duro por él".
Esas medidas estrictas, sin embargo, significan
que el mercado negro para comprar dólares está prosperando, lo que a su
vez lleva a que haya mayores sospechas cuando se realizan transacciones
financieras, por más pequeñas que éstas sean.
Cuando intenté comprar un tiquete de avión hace
unos meses, una cajera me pidió que le explicara de dónde había obtenido
el dinero para adquirirlo.
La mujer a quien le compré mi carro debió
entregar documentos de apoyo cuando depositó el dinero en el banco para
demostrar cómo había obtebido semejante dinero de un solo golpe.
Propiedades vacías
Los dueños de compañías también sospechan del
gobierno. La política de expropiación ha creado un ambiente de temor e
incertidumbre entre quienes ostentan alguna propiedad.
El presidente Chávez ha nacionalizado decenas de
compañías y expropiado decenas de miles de hectáreas de tierra desde
que llegó al poder, en 1999.
Los blancos de esta política incluyen tierras de
los Vestey, una familia británica que se dedicó a la ganadería por
décadas, y la filial local de empresa embotelladora de Estados Unidos,
Owens Illinois.
Incluso los dueños de pequeñas propiedades están preocupados.
"No está bien que la propiedad esté vacía por mucho tiempo", me comenta una dueña en Caracas.
Casas y apartamentos vacíos pueden terminar rápidamente convertidos en albergue para quienes viven en las calles.
Un claro ejemplo de esto es la Torre Confianza en Caracas, una torre de 45 pisos cuya construcción comenzó en los años 90.
Ocupantes ilegales se mudaron a este edificio
sin terminar, después de que su dueño no pudiera financiar la
construcción del proyecto.
Pocos en el sector privado creen que el sistema judicial dictaminaría a su favor en vez de por los recién llegados ocupantes.
Altas tasas de inflación
El papeleo necesario para importar y exportar bienes es tremendo.
"Mientras antes me tocaba llenar uno o dos
formularios para importar un contenedor de bienes, ahora tengo que pasar
por aproximadamente 40 pasos para que le den vía libre a mi
contenedor", dice un fabricante.
Caracas es notablemente peligrosa y los dueños de negocios están cada vez más preocupados por la seguridad.
Pero mantener a salvo a a los empleados, los bienes y la propiedad también es una actividad costosa.
Por ejemplo, dejar de pagarles a los
trabajadores en efectivo y tener que realizar en cambio transferencias
electrónicas toma tiempo y requiere dinero, según dice Víctor Maldonado,
el director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas.
El presidente Hugo Chávez está orgulloso de ser un político de izquierda y no pretende ser amigo de los negocios.
Sus políticas están diseñadas para que las
riquezas del país se compartan más ampliamente entre todos los
venezolanos. Aquellos que se han beneficiado mudándose a tierras
expropiadas, o aquellos que han recibido casas gratis o comida
subsidiada por parte del gobierno, están extremadamente agradecidos.
Sus opositores, sin embargo, dicen que las políticas del gobierno terminan afectándolos a todos negativamente.
Señalan la altísima tasa de inflación, que este año ya supera el 20%, como una prueba de que la economía está descontrolada.
Organizaciones extranjeras, como los equipos de
las Grandes Ligas del Béisbol, pueden decidir hacer negocios en otro
lado. Pocos venezolanos tienen esa opción.
Pero hay un hecho rescatable en las dificultades actuales, dice un gerente.
"Si puedo hacer que mi fábrica funcione en estas condiciones, puedo ser exitoso en cualquier negocio, en cualquier lugar".
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