La
necesidad de incrementar la productividad agrícola para alimentar a la
creciente población global -ya somos 7.000 millones- está ejerciendo una
fuerte presión sobre los recursos naturales, especialmente el agua,
según el brasileño José Graziano, director general electo de la FAO.
"El agua se ha convertido en el principal
obstáculo para aumentar la producción, especialmente en algunas áreas
como la región andina, Sudamérica y los países subsaharianos", dijo en
entrevista con la BBC el que será próximo número uno del Organismo de
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De acuerdo con los cálculos de la
FAO, en 2050 la producción de alimentos tendrá que ser un 70% mayor para
poder mantener el ritmo de crecimiento de la población.
Graziano afirma que, pese a la presión sobre los
recursos naturales que supone el creciente número de seres humanos
sobre la Tierra, es posible terminar con el hambre con cuatro acciones
principales: aplicación de modernas técnicas en la agricultura (muchas
ya disponibles), crear una red de seguridad social para la población más
vulnerable, recuperar para la agricultura los productos locales y
cambiar los patrones de consumo de los países ricos.
"Si pudiéramos cambiar los patrones de consumo
de los países desarrollados, habría comida para todos", comenta.
"Desperdiciamos mucha comida en la actualidad, no solo en la producción,
sino también en transporte y consumo".
Según Graziano, titulado en Agronomía, Economía
Rural y Sociología, mientras en los países ricos desperdician comida,
1.000 millones de personas pasan hambre.
"Necesitamos asegurar que esa población pueda
alimentarse, facilitarles buenos trabajos bien pagados o, si no,
encontrar una fórmula de protección social".
El brasileño dice que los programas de
transferencia de dinero sirven a unas 120 millones de personas en
América Latina, lo que ha ayudado a reducir las tasas de desnutrición en
la región.
Graziano aboga por expandir esos programas a otros países afectados, especialmente en África.
Mercados locales
"Lo que hace la comida cara es el transporte, porque la producción es muy barata. Si pudiéramos diversificarla, volver regionales los canales de distribución, los precios serían mucho menores"
Joao Graziano
Otra acción que podría ayudar a luchar contra el
hambre, argumenta, es recuperar la agricultura de productos típicos de
cada región.
Además, agrega que, en tanto esos productos no
son materias primas, no se ven afectados por cambios repentinos en el
precio, beneficiando así a consumidores y productores. También pueden
crear un ciclo de producción y consumo local.
"Lo que hace la comida cara es el transporte,
porque la producción es muy barata. Si pudiéramos diversificarla, volver
regionales los canales de distribución, los precios serían mucho
menores".
Graziano también afirma que estimular los productos tradicionales ayudaría a diversificar las fuentes de comida.
"En la actualidad, hay sólo unos pequeños productos responsables de la alimentación de 7.000 millones de personas".
Según comentó en la entrevista, la prioridad
dada a los alimentos presentes en los mercados internacionales, por
ejemplo, reduce la capacidad de América Latina en la producción de
fríjol, una fuente tradicional con alto valor nutritivo que se obtiene a
bajo costo.
Problema de la obesidad
La diversificación de la producción agrícola
también serviría para afrontar otras preocupaciones relacionadas con la
comida: el incremento de la clic
obesidad, incluso en países pobres.
Graziano asegura que el número de personas con
una dieta inadecuada o con obesidad ya está en los 2.000 millones, el
doble de quienes pasan hambre.
Y lo atribuye al estilo de vida moderna, que
desincentiva la actividad física y facilita el acceso a comida
industrializada, normalmente con altas concentraciones de azúcares.
Por eso, el brasileño cree que la lucha contra la obesidad debería incluir campañas educativas "que están siendo descuidadas".
"Creemos que nuestras madres sabían lo que se
debía comer. Eso podría servir para nuestras abuelas, que solían tomar
los alimentos de la huerta, pero las madres de hoy buscan comida rápida
porque pasan mucho tiempo trabajando fuera de la casa".
Graziano también argumenta que las
multinacionales de comida rápida deberían ser conscientes de su
responsabilidad en este problema e incrementar la presencia en sus menús
de alimentos frescos, como frutas y verduras.
Biocombustibles
El que en la actualidad es todavía director
regional de la FAO para América Latina y el Caribe destaca otros dos
problemas que, junto a la obesidad, son parte de la reciente discusión
sobre la producción de alimentos alrededor del mundo.
Son la supuesta competición entre agricultura
para la alimentación y la producción de biocombustibles, y los riesgos
que la agricultura impone a la preservación del medioambiente.
Destaca que dos de las tres áreas que más
producen biocombustibles, EE.UU. y Europa, han experimentado alzas en el
precio de algunos alimentos por tener que competir con los
biocombustibles.
Pero en la tercera, su país natal, los estados
en que se produce etanol a partir de caña de azúcar no están observando
ningún impacto en los precios de los alimentos, pues la fuente está
sobre todo en tierras que no eran productivas y que lo son gracias a la
modernización de las técnicas.
"Igual que hay colesterol bueno y malo, eso pasa con los biocombustibles".
Graziano agrega que no hay conflicto entre la preservación ambiental y la necesidad de expandir la producción agrícola.
"La intensificación de la producción a través de
tecnologías modernas, reduciendo el uso de fertilizantes y pesticidas,
pueden beneficiar enormemente el medio ambiente".
"Los avances tecnológicos en esa dirección deberían terminar con esta dicotomía entre los ambientalistas y los agricultores".
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