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lunes, 31 de octubre de 2011

Mi mayor bendición


 Autora Doris Rodriguez
Comunicadora de calidad , dominicana 

 La notificación de una palabra de cuatro letras  “Positivo”, estremeció mi ser, sin  pronunciar palabras, sin saber qué hacer, la luz de mi alma reflejo el espacio de emoción y  alegría.

 Las lleve 38 semanas cada una en mi vientre, crecieron dibujando sus cuerpos entre  intensidad y frecuencia, acompañándome de cambios  fisiológicos… Tiempo de espera disfrutando cada día,  bordando sueños, ilusiones, esperanzas y fantasías día a día. 

 
Llego la hora, la fecha esperada;  asomándose a un nuevo mundo en medio de llantos llenaron mi rostro de lágrimas alegres, bendición de vida sorprendía el día, reflejando la mayor sonrisa de dulzura y ternura desde  el alma mía…Nacieron con el divino aliento de bondades del universo, con el dolor que da nacer y la alegría de vivir.

 Sus llantos  eran dulce melodías en el día y las noches, las alimente con el seno y en mi pecho se dormían; bañaron mi rostro con  la regurgitación después de  cada alimentación.

Mojaron mis piernas con el colador de sus premuras cálidas de su micción… Sentía el sudor y temperaturas altas  por las afecciones propias  de adaptabilidad de su nuevo  mundo…Enjugue sus lágrimas en medio  de llantos por el dolor que provocaban  las vacunas de prevención. 

Nunca  olvidare aquellos  días que salieron sus incisivos con ganas encendidas de comerme el rostro en un mordisco de amor por la comezón, dejando impregnada  babas en mi cara.

Arrullé sus cantos en medio de la búsqueda de morfeo entre mis brazos… Como disfrute sus primeros pasos tambaleantes donde les ofrecía mis manos para darle seguridad al caminar… Sus sonrisas sin molares iluminaban mis días, llenando mi corazón y mi alma  de alegría. 

Pasaban los días en medio de emociones y precauciones cuidando celosamente sus frágiles cuerpos como sus incipientes desarrollo ; hacían rizos descuidados con mi pelo mientras imaginaban un mundo de ilusiones… Sus primeras palabras fueron la mejor música que mis oídos han escuchado. 

El primer día al colegio, las lágrimas corrieron en sus rostros las mías bañaban mi alma, la angustia fue intensa, las horas no pasaban.

Cada día despiertan mis mañanas  con besos, manitas frías y esos abrazos   cálidos que enternece el espacio y dan vida de color  arcoiris a mi vida, con miradas  inocentes, transparencia  sublime de dulzura y alegría. 

Sigue pasando el tiempo, en medio de tareas, obligaciones, enseñanza –aprendizaje, cambios, responsabilidades, juegos, interrogantes ¿?, sonrisas, crecimiento, pero sobre todo tratando de que sin apartarse de la realidad vivan en un ambiente  justo lleno de  armonía, paz y libertad.

Lo  más hermoso de cada mañana al despertar, es contemplar sus rostros resplandecientes, llenos de ternura, inocencia y amor… Al mirarme en sus ojos me  siento la más dichosa  y bendecida mujer, por tener a mis hijas,  Ignaris y Dorielis  mi regalo de Dios.  Gracias a la vida, al máximo creador que me regala los días para cuidar mis criaturas, llenarlas de valor  y  amor. Mi mayor bendición!


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