Autora Doris Rodriguez
Comunicadora de calidad , dominicana
La notificación de una
palabra de cuatro letras “Positivo”, estremeció
mi ser, sin pronunciar palabras, sin
saber qué hacer, la luz de mi alma reflejo el espacio de emoción y alegría.
Las lleve 38 semanas cada una en mi vientre, crecieron dibujando sus
cuerpos entre intensidad y frecuencia,
acompañándome de cambios fisiológicos…
Tiempo de espera disfrutando cada día,
bordando sueños, ilusiones, esperanzas y fantasías día a día.
Llego la hora, la fecha esperada; asomándose a un nuevo mundo en medio de
llantos llenaron mi rostro de lágrimas alegres, bendición de vida sorprendía el
día, reflejando la mayor sonrisa de dulzura y ternura desde el alma mía…Nacieron con el divino aliento de
bondades del universo, con el dolor que da nacer y la alegría de vivir.
Sus
llantos eran dulce melodías en el día y
las noches, las alimente con el seno y en mi pecho se dormían; bañaron mi
rostro con la regurgitación después
de cada alimentación.
Mojaron mis piernas con el colador de sus premuras
cálidas de su micción… Sentía el sudor y temperaturas altas por las afecciones propias de adaptabilidad de su nuevo mundo…Enjugue sus lágrimas en medio de llantos por el dolor
que provocaban las vacunas de
prevención.
Nunca
olvidare aquellos días que
salieron sus incisivos con ganas encendidas de comerme el rostro en un mordisco
de amor por la comezón, dejando impregnada
babas en mi cara.
Arrullé sus cantos en medio de la búsqueda de
morfeo entre mis brazos… Como disfrute sus primeros pasos tambaleantes donde les
ofrecía mis manos para darle seguridad al caminar… Sus sonrisas sin molares
iluminaban mis días, llenando mi corazón y mi alma de alegría.
Pasaban los días en medio de emociones y
precauciones cuidando celosamente sus frágiles cuerpos como sus incipientes
desarrollo ; hacían rizos descuidados con mi pelo mientras imaginaban un mundo
de ilusiones… Sus primeras palabras fueron la mejor música que mis oídos han
escuchado.
El primer día al colegio, las lágrimas corrieron en sus
rostros las mías bañaban mi alma, la angustia fue intensa, las horas no
pasaban.
Cada día despiertan mis mañanas con besos, manitas frías y esos abrazos cálidos que enternece el espacio y dan vida
de color arcoiris a mi vida, con
miradas inocentes, transparencia sublime de dulzura y alegría.
Sigue
pasando el tiempo, en medio de tareas, obligaciones, enseñanza –aprendizaje, cambios,
responsabilidades, juegos, interrogantes ¿?, sonrisas, crecimiento,
pero sobre todo tratando de que sin apartarse de la realidad vivan en un
ambiente justo lleno de armonía, paz y libertad.
Lo más hermoso de cada mañana al despertar, es
contemplar sus rostros resplandecientes, llenos de ternura, inocencia y amor…
Al mirarme en sus ojos me siento la más
dichosa y bendecida mujer, por tener a
mis hijas, Ignaris y Dorielis mi regalo
de Dios. Gracias a la vida, al máximo
creador que me regala los días para cuidar mis criaturas, llenarlas de
valor y amor. Mi mayor bendición!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer