Vistas de página en total

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Paranoia colectiva en R.D.



Por Fernando Rodríguez Céspedes

Es lamentable que la situación de inseguridad que afecta a todos los estratos de la población, esté llevando a los dominicanos a convertirse en ciudadanos temerosos  y  desconfiados,  contrario a su tradicional temperamento de simpáticos, colaboradores y sociales.


La gente ha llegado al extremo de espantarse ante el ruido de cualquier motocicleta y si  van en ella dos personas, el miedo aumenta ante el temor de que sean asaltantes  debido a la cantidad de atracos  que se cometen a diario usando esos vehículos.

Lo peor de esta situación es que muchos de esos atracadores motorizados, son policías que andan de civil patrullando los distintos sectores en motores sin placas lo que hace  difícil su identificación además de que se mueven con toda libertad.

Cuando cualquier patrulla uniformada los detiene por su aspecto sospechoso y en ocasiones hasta estrafalario, solo basta con mostrar su identificación para que les den luz verde para seguir en sus andanzas, a veces, delictivas.

Si usted anda en un sector desconocido buscando una dirección, la mayoría de las personas a quienes intenta preguntar, lo evaden rápidamente diciendo que no residen en el lugar para evitar acercársele o establecer conversación con un desconocido.

El hogar, considerado el lugar por excelencia para la seguridad, es violentado, a veces, en complicidad con algún miembro del servicio doméstico y en otros casos rompiendo  verjas de hierro,  puertas y ventanas sin importar que sea de día o de noche, cometiéndose robos y en ocasiones,  horribles asesinatos.

Esta situación ha motivado a muchos padres de familia a poner rejas adicionales internas sobreprotegiendo el área de los dormitorios y aún así no se duerme tranquilo  pues  cualquier ruido provoca un despertar sobresaltado.

Andar en la calle resulta  peligroso no importa que transite a pie o en su vehículo.  El caso de la ingeniera Francina Hungría ilustra esto último. En el transporte público, además del tradicional cartereo a que se expone quien lo use, se suma  el riesgo del secuestro y la  violación en el caso de las damas.

Las personas sensatas evitan andar tarde en la noche, lo que disminuye el número de clientes en los centros de diversión nocturnos y los padres de familia somos víctimas de la angustia  mientras cualquiera de nuestros hijos ande divirtiéndose  en la noche.

El terror, lamentablemente, se está imponiendo en nuestra sociedad y resulta penoso que un pueblo alegre, hospitalario y solidario, sea arrastrado por las circunstancias a ser desconfiado, arisco y atemorizado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion nos ayuda a crecer