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martes, 11 de diciembre de 2012

Mi árbol está de luto

Escrito por la Maestra Lavidania Del Villar
Mientras trato de armar mi arbolito de Navidad, la película pasa por mi mente una y otra vez: 4 de la madrugada…, un despertar violento…, fuerzas policiales obligando salir del lecho…, se hace  mandatorio abandonar de inmediato la vivienda…, no hay tiempo de agarrar las pertenencias…, ni mucho menos de cepillarse los dientes.

     Se pierde todo…, lo que es poco para muchos, pero mucho para ellos.
     Ancianos, enfermos y no enfermos, minusválidos, adolescentes… 50 niños a la intemperie que “nunca olvidarán la forma en que fueron sacados violentamente”, y que lloran por sus cuadernos y útiles escolares que se quedaron atrás.


     No hay dónde ir al baño, ni qué comer, solo dormir en el suelo o en algunos colchones que se sacaron a la brava.

     Muchos años de vida se borran cuando los hogares caen derribados por un “gredar” en frente de los dolientes.  ¡Qué película de horror! Los adultos pierden sus trabajos… los niños pierden su espacio, sus clases, sus sueños, y se convierten en maduros a fuerza de empujones.

     ¿Por qué a las 4 de la madrugada?  ¡Qué pena que sucedan estos desalojos! ¡Qué tristeza que la miseria haga invisibles los de este lado, y que el poder haga insensibles los del otro!

     Pierdo la motivación, y mi árbol, que se queda sin luces, no quiere estar alegre porque mi película está llena de caras tristes y estómagos vacíos.

     Y no es que no entienda el derecho que el amo tiene de reclamar lo suyo, es que deplora las lágrimas de desamparo en los ojos de los niños, y la desilusión en el alma de los ancianos.

     Me detengo a dar gracias a Dios porque no soy una de esas personas, porque soy bendecida con  un techo donde no temo me saquen de madrugada, pero aún así, por los menos afortunados, mi árbol de Navidad está de luto.

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