Santo Domingo.- Varios niños y adolescentes
que viven en condición de calle en el Distrito Nacional y otras
importantes ciudades del país al ser consultados por El Nuevo Diario
narraron las situaciones de peligro a las que están expuestos a todas
horas, así como las múltiples razones que los motivaron a abandonar sus
hogares.
“Los extranjeros y personas de aquí me dicen que
les enseñe mi parte (genitales), me miran y después se masturban… me dan
500 pesos, también vienen muchos homosexuales y me dan mis pesos. Si me
pagan mi dinero yo le enseño lo que sea, hago lo que sea por mi
dinero”.
Con esas expresiones narra un adolescente de 17
años de edad a las condiciones a las que están expuestos los menores que
como él viven en condición de calle. Cuenta que hace alrededor de ocho
años abandonó su hogar, en la provincia San José de Oca, y asegura que
le gusta las calles, limpia vidrio en el Malecón y, a veces, se fuma su
“cigarrito” de marihuana.
Su nombre ficticio es Jhonny Alfredo Pujols, ya
que por razones legales es impedido decir su nombre verdadero, conversó
con periodistas de El Nuevo Diario y manifestó que se marchó de su casa,
llegó hasta el tercero de la primaria, y aunque CONANI lo rescató por
cuatro meses él se escapó para seguir en las calles.
Escena como esta se observa a diario, niños
limpiabotas deambulando y pidiendo limosnas por las principales calles
de la Zona Colonial y en la avenida George Washington (Malecón), donde
acuden decenas de turistas de diversas nacionalidades y muchos
dominicanos que se aprovechan de estos infantes para ofrecerles
obsequios y dinero a cambio de “favores”.
La edad promedio de inicio de la actividad sexual
de los menores de la calle es de 8 a 12 años y muchos manifestaron
que han recibido paga por tener sexo (explotación sexual).
La situación es alarmante, ya que cada día este
fenómeno va en crecimiento, y muchos de esos menores que provienen
principalmente de hogares disfuncionales y de barrios pobres de la
periferia del rio Ozama, así como de otras comunidades cercanas,
trabajan en las calles limpiando zapatos, vidrios de vehículos,
vendiendo frutas, y otros llegan a ese bajo mundo porque son adictos al
cemento.
Esa gran cantidad de infantes que trabajan en las
calles no estudian, no regresan a dormir a sus casas y se lanzan a
buscar dinero, y para conseguirlo no limitan en las formas de lograrlo, y
esa posición es aprovechada por turistas depravados que llegan a la
República Dominicana en busca de sexo, sobre todo proveniente de
menores.
Playas, discotecas, prostíbulos y lugares públicos
de mucho tránsito, son solo algunos de los puntos preferidos por los
niños y adolescentes que deambulan en las calles.
Un detalle importante es que los infantes que
zanganean en las calles son mayormente de sexo masculino, se observa que
hay pocas niñas.
Periodistas de El Nuevo Diario conversaron
también con niños en edades que oscilan entre 12 a 15 años, que vagan
por la parte céntrica de la Zona Colonial y el Malecón, y comprobaron
que las principales causas que provoca que los infantes dejen su hogar
para vivir en las calles son maltrato físico, insultos, falta de
educación y pobreza extrema en los barrios y en sus hogares.
Ejemplo de esto lo representa el niño Jimmy
Marcelino, nombre ficticio por razones legales, quien vive en el barrio
Guahupita, tiene 13 años de edad, pero aparenta 10, no estudia, no sabe
leer ni escribir.
Dijo que el dinero que ganaba limpiando zapatos lo
usaba para comprar comidas y lo que le quedaba se lo daba a su mamá,
pero cuando le ofrecen dinero por tener relaciones sexuales lo hace, “es
que me dan más dinero y no tengo que limpiar zapato”.
Emilio Abel Santos, de 15 años de edad, destacó
que con el dinero que consigue como limpiavidrios se compra un pote de
cemento y se alimenta con dos panes con mantequilla y un refresco rojo,
y los otros lo juega en las calles “mi mamá no me pregunta cuántos
ganó, pero a veces hago RD$175.00”.
Mientras que Jhosy Uribe manifestó que salió de
su casa y vive en las calles por maltratos físicos y por insultos, “mi
papá me golpeaba y mami no me defendía, yo no vuelvo a vivir con ellos,
tengo 6 años viviendo en las calles, en el Malecón”.
Roldy Joaquín Cepeda, de 16 años, dijo que se
fue de la casa cuando tenía 10 años, sus padres viven en San Cristóbal,
porque pasaba mucha hambre, su mamá no tenía para la comida, tiene 7
hijos más, no va a la
escuela,
y
un amiguito lo invitó a limpiar zapatos y se quedó en las calles,
pero pasa el tiempo dónde mejor le va, es decir, que se movilizan de un
lugar a otro.
Asimismo, el niño Francis Encarnación, de 12
años, dijo que las exigencias de que llevara dinero a la casa hizo que
dejara el hogar y se tirara a las calles “a mis padres no les importa
lo que me pase, si estoy vivo o muerto no les importa”.
Mientras que el niño Charly Piter, de 9 años,
alías Muñeco, como le dicen sus amiguitos, expresó que “yo no volví a mi
casa a dormir porque un día me comí el dinero que hice con la
limpiabotas y mi papá me da golpe cuando no lo llevo a casa, y de ahí en
adelante me quedé en la calle”.
POR QUÉ VIVEN LOS NIÑOS EN LAS CALLES
Muchas veces los menores abandonan sus hogares
porque vienen de madre soltera, y algunos ni siquiera saben quién es su
progenitor, en otros casos los padres fallecieron y otros alegan
maltrato físico en el seno del hogar.
A todo eso se agrega que la madre cría sola a sus
hijos sin un debido control, porque están trabajando para buscar los
alimentos, y los hijos son dañados mental y emocionalmente por el
entorno donde residen en los barrios marginados de la capital.
También menores que abandonaron su casa, y así
lo manifestaron a reporteros de El Nuevo Diario, indicaron que fueron
atraídos por “amiguitos” que les decían que en las calles encontrarían
más cosas (dinero, comida, ropas, juegos y celulares) que en su propio
hogar.
No obstante, conversamos con niños que admitieron
que se fueron a vivir a las calles porque sus padres lo golpeaban,
les decían muchos dichos y estaban pasado hambre, no tenían nada para
comer en la casa.
Otro de los menores relató que su madre vendía
drogas y que esto le avergonzaba profundamente. Otro dijo que sus padres
“vivían de a balazo” y que peleaban y discutían mucho
Los menores que viven en las calles prefieren
lugares específicos para dormir, como son aceras, casetas de negocios,
callejones, iglesias, debajo de las piedras grandes, en los alrededores
de los mercados públicos, casas abandonadas y en las alcantarillas del
Malecón, entre otros sitios.
CÓDIGO PARA PROTECCIÓN DE LOS NIÑOS
El Código para Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes, que opera bajo la Ley 14-94, manifiesta en los artículos
328-329 que se estipula una multa de 2 mil a 10 mil pesos a padres o
madres y otros familiares que abusen del menor.
Asimismo, indica que son penalizados los castigos y
abusos físicos, psicológicos o sexuales hacia un menor, en donde se
incluyen infractores nacionales y extranjeros, traficantes de drogas e
inclusive si los infractores son los padres del menor.
Este Código indica también que a ningún infante
se le puede incriminar en materia penal, pero al mismo tiempo resalta
que los menores que cometan actos penalizados deberán ser tratados por
tribunales especiales de menores.
La legislación laboral prohíbe el trabajo a
menores de 14 años de edad, con dos excepciones. Una de ellas está
establecida en el artículo 245 del Código de Trabajo (Ley 16-92), en
donde se permite el trabajo de menores en casos en donde sea una labor
beneficiosa para las artes, cultura, enseñanza o ciencia.
La otra excepción está mencionada en la Resolución 29-93 y tiene que ver con trabajos de recolección agrícola ligeros.
Es la Secretaría de Estado de Trabajo que da la autorización en ambos casos para que los menores puedan trabajar.
Los menores que no han alcanzado la mayoría de
edad (18 años) y que tengan más de 14 años podrán trabajar con la
autorización de los padres.
VENDEDORES DE DROGAS Y LOS NIÑOS
Desde hace mucho tiempo en la República
Dominicana se ha implementado la práctica de que los traficantes de
drogas utilizan como “mula” a niños, porque saben que no se les puede
aplicar el Código Penal, y les resulta más beneficioso, pues pagan mucho
menos por el transporte y no se involucran en procesos penales.
Asimismo, se observa que en los tribunales
especializados recurren a la acción de entregar los menores a sus
padres para garantizar que éstos no vuelvan a cometer el delito o la
infracción, pero los infantes vuelven a delinquir porque no tienen
padres ni tutores responsables.
Es aquí donde los delincuentes vendedores de
estupefacientes retoman el negocio con los niños de las calles o con
adolescentes que no tienen familiares que los defiendan.
MUCHOS NIÑOS ESTÁN ENFERMOS
En el recorrido que realizaron reporteros de El
Nuevo Diario se pudo observar que varios de los niños y adolescentes de
las calles que huelen cemento están enfermos y algunos tienen
cicatrices provocadas por peleas entre ellos y no acuden a un hospital
público a curarse.
De los niños que viven en las calles y que
afirmaron que llevan una vida sexual activa, solo algunos dijeron que
usan preservativo porque él que le paga lo lleva a la hora del acto, y
admitieron que lo hacen para evitar la enfermedad del SIDA, aunque no
saben muchos detalles de ésta.
Autor: JACQUELINE MORROBEL
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