Autor Tiberio Castellanos
Desde Miami
Ayer, sábado al mediodía, en el restaurante La Habana Vieja, a casi dos años de su muerte, recordábamos al Dr. Octavio Delgado
Esta mañana en el programa Campanas de Esperanza, La Poderosa, 670 A.M. a un año de su muerte, recordábamos al Rev. Manuel Salabarría, fundador de ese programa que suelo oir los domingos muy temprano.
Viven, a la distancia de un recuerdo. Para mí, es una suerte haberlos conocido. Octavio, nos reunía los sábados por la tarde en el Kubeck Center, y antes en la Biblioteca de Flagler y la 22 Ave., con unas charlas audiovisuales, informativas, motivadoras, sabias. Productos, muchas veces, de sus personales aventuras turísticas por España y otros paises.
Y, con su personal carisma, creaba en el grupo ese suave ámbito de amistad y compañerismo que aún permanece, pese a los huecos que el tiempo, necesariamente ha ido haciendo entre nosotros. Entre otras ausencias, fue notoria en el almuerzo del sábado la del poeta del grupo, Andrés Surís.
Al Pastor Salabarría no lo conocí personalmente. Lo he estado oyendo, domingo tras domingo, durante mucho tiempo, cada mañana, casi despertando al día con sus Campanas de Esperanza. Casi, porque mi despertador suena algo antes de las seis. Yo, católico y ecumenista, disfrutaba de su cálido y apacible modo de anunciar el mensaje evángelico. Particularmente cuando conversaba con sabiduria y buen humor con aquellos radioescuchas que no siempre estaban en la línea del programa.
Mirados desde mi edad y mis vitales proyecciones, se han marchado muy jóvenes. Ahora están a la distancia de un recuerdo. Pero es bien cierto que algunas evocaciones también duelen. Y esto aunque estemos muy de acuerdo con aquellos versos de Antonio Machado:
"Todo llega y todo pasa,
pero lo nuestro es pasar,
pasar abriendo caminos,
caminos sobre la mar".
Un abrazo,
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