CULTURA VIVA
Por Lincoln
López
Hace 127 años, un 12 de diciembre de 1883, fue fundada en esta ciudad de Santiago de los
Caballeros lo que se considera la primera compañía dramática llamada: “La
Aurora del Arte”.
Según las crónicas de entonces publicadas por el historiador
Edwin Espinal Hernández, la misma
“estuvo integrada por Eugenio Deschamps, Presidente; Ramón A. Polanco,
Secretario; Aquiles Bermúdez; Tesorero, José de Jesús Alvarez, Censor; M. J.
Espaillat, Viterbo Morel, José A. Mercader, Leonte Andreu, Juan de J. Ricardo,
Luis Silverio y Ulises Franco Bidó, miembros” y dirigida por un actor
puertorriqueño llamado Napoleón Ramírez, que perteneció a la compañía teatral
de Eugenio Astol, disuelta aquí en Santiago . (Historia Social de Santiago de
los Caballeros. Pág.213).
La misma no tuvo una vida muy prolongada, apenas
unos tres meses, es decir, hasta el mes de febrero de 1884 luego de sus otras
producciones en los meses de enero y febrero, totalizando unas seis funciones.
Posiblemente su desaparición obedeció a una o varias razones: políticas, religiosas
y/o técnicas. Veamos.
Recordemos que esa
compañía teatral estaba liderada por una mentalidad política y liberal, la “de
mayor persuasión y de más arraigo popular” como la del poeta y periodista E.
Deschamps, quien fuera perseguido continuamente por ser opositor al
dictador General Ulises Heureaux
(Lilís).
La
segunda razón podría ser religiosa.
El primer estreno de “La Aurora del Arte”
se llamó: “Carlos II El Hechizado” (1837) del dramaturgo español Antonio Gil y
Zárate (1793-1861) exitoso escritor
teatral con obras de temas políticos.
Pero Madrid no es Santiago de los Caballeros. Ese drama escrito en cinco actos
y en verso es subtitulado por la escritora Montserrat Ribao: “El Poder y La
Tiranía”.
La pieza se inicia colocando frente a frente a los “contendientes
amorosos de la obra: el sacerdote Froilán y el enamorado Florencio. Ambos
charlando sobre la agitada noche que ha pasado el rey”.
Esa sola escena: un
sacerdote católico expresamente homosexual en la sociedad santiaguera del 1883
con fervor religioso para la Virgen del Carmen, La Altagracia, Las Mercedes,
Jueves y Viernes Santos, etc…. a nuestro entender era suficiente para impactar
al público y escandalizar a una sociedad fundamentalmente católica, y se
impusiera algún tipo de sanción. La crónica dijo que “el público no brindó el
apoyo deseado”.
Dudo que la obra formara parte del repertorio de la disuelta
compañía de Eugenio Astol, o ese contenido fuera obligado por el director a los
jóvenes intelectuales criollos.
Pensamos en el hecho de que el estreno se
produjera 14 días después de fundada “La Aurora del Arte” con estatutos y todo,
y con la “Nochebuena” de por medio, esto nos hace suponer que el libreto con
cinco actos y en verso, ya estaba en manos de los dominicanos antes de su
conformación legal. Antecedentes existían con el caso de Juan Pablo Duarte y
“La Dramática”, los textos eran cuidadosamente escogidos para cumplir con sus
objetivos políticos.
“La Aurora del Arte” no ha sido el único en la
historia teatral dominicana. Otros han creado arte como una denuncia
responsable y liberadora.
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