Georgia del Sur es el lugar a donde los témpanos o icebergs gigantes van a morir.
Estos
enormes bloques de hielo tabulares, que se desprenden con frecuencia de
la Antártica, son arrastrados hacia el Atlántico, hasta llegar a la
poco profunda plataforma continental que rodea la isla, de 170
kilómetros de largo.
Al romperse y derretirse, depositan miles de millones de toneladas de agua dulce en el medio ambiente marino local.
El iceberg se partió en dos fragmentos, pero también en muchos témpanos más pequeños. Cada uno de estos témpanos es bastante grande, y aporta una gran cantidad de agua dulce al sistema
Mark Brandon, Open University
Según
investigadores británicos, estos gigantescos témpanos de hielo producen
un impacto dramático en el ecosistema, alterando incluso la cadena
alimentaria de los animales de Georgia del Sur.
Aquellos
familiarizados con la épica travesía de Ernest Shackleton en 1916,
recordarán que fue precisamente en Georgia del Sur donde el explorador
tuvo que pedir ayuda para rescatar a sus hombres atrapados en la Isla
Elefante.
Las mismas corrientes que
ayudaron a Shackleton a navegar por el Mar de Scotia en el bote
salvavidas James Caird, son las que empujan a los témpanos hacia
Georgia del Sur hoy día.
"El iceberg
conocido como A-38 tiene una masa de 300 gigatoneladas. Se partió en
dos fragmentos, pero también en muchos témpanos más pequeños. Cada uno
de estos témpanos es bastante grande, y aporta una gran cantidad de
agua dulce al sistema", explica el oceanógrafo Mark Brandon, de la Open University del Reino Unido.
Brandon presentó los resultados de su investigación en la última reunión de la American Geophysical Union (AGU, por sus siglas en inglés).
Muerte lenta
Junto
a un grupo de colegas, Brandon instaló un dispositivo frente a las
costas de Georgia del Sur. Este dispositivo cuenta con una serie de
sensores para monitorear las propiedades físicas del agua, incluyendo
la temperatura, la salinidad y la velocidad. También midieron la
presencia de plancton.
El aparato estaba en una posición privilegiada para registrar qué pasó cuando el témpano A-38 llegó en 2004.
Éste
es uno de los varios icebergs, como el B-10A y el A-22B, que fueron a
parar Georgia del Sur, que está cerca de la Península Antártica, en las
corrientes conocidas bajo el nombre de Confluencia Weddell-Scotia.
La
plataforma continental de las islas se extiende por más de 50 km desde
la costa, y tiene una profundidad promedio de 200 metros. Cuando el
iceberg gigante llega a la isla, se instala y comienza a deteriorarse
lentamente.
"Toda esta agua dulce tiene un
efecto mensurable sobre la estructura de la columna de agua", explica
Brandon. "Cambia las corrientes en la plataforma porque cambia la
densidad del agua. También hace que el agua de mar se torne mucho más
fría". Se estima que el A-38 pudo haber agregado 100.000 millones de
toneladas de agua dulce al área local.
Barrera
Eugene Murphy, del British Antartic Survey, señala que estos icebergs gigantes generan una serie de impactos biológicos importantes.
Las
partículas de polvo y los fragmentos de roca que trae de la Antártica
actúan como nutrientes cuando se derriten en el océano, impulsando el
crecimiento de las algas y diatomeas (unas algas unicelulares que viven
en el mar, el agua dulce o en tierra húmeda) en la base de la cadena
alimentaria.
Cuando el témpano estaba en la plataforma, se encontraba las zonas por donde normalmente ingresa el kril
Eugene Murphy, British Antartic Survey
Pero,
en Georgia del Sur, la presencia de los témpanos puede, en algunas
ocasiones, tener consecuencias más negativas, como en el caso del A-38.
Parte de la información recogida por los investigadores en el terreno
sugiere que el iceberg, por su gran tamaño, pudo haber actuado en forma
de barrera, impidiendo la llega del kril.
Estos
crustáceos marinos viajan en las mismas corrientes que los hielos y son
una fuente de alimentación vital para muchos animales de la isla como
los pingüinos, las focas y las aves.
En
los años en que hay poco kril en Georgia del Sur, los depredadores que
los consumen tienen pocas crías. En los años muy malos, las playas de
Georgia del Sur se llenan de pequeños animales muertos, le dice Murphy
a la BBC.
"Cuando el témpano estaba en la plataforma, se encontraba las zonas por donde normalmente ingresa el kril", añade.
"Nos
dio la impresión que ese año fue un poco particular. No fue el peor
año, pero sí uno de los más extremos. Y la verdad es que no tenemos
otra explicación para lo que sucedió en 2004. Por eso es, en parte, que
estamos buscando los problemas físicos, para ver si luego podemos
examinar cómo pudo haber afectado la biología", concluyó el
investigador.
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