Son pocos los gobernantes que dejan el poder con un
porcentaje de aprobación superior al 80%. Luiz Inacio Lula da Silva es
uno de ellos. Este sábado le traspasa el mando a su sucesora y aliada
Dilma Rouseff, tras ocho años en la presidencia de Brasil.
Los
partidarios de Lula dicen que deja el país con menos pobres, más
empleos y una de las economías emergentes más prometedoras. Sus
detractores critican los graves problemas de narcotráfico y violencia,
además de un excesivo "personalismo" en la política exterior.
Nació
en una familia analfabeta, fue vendedor de maní, lustrador de zapatos y
apenas a los diez años aprendió a leer. Más tarde fue obrero
metalúrgico, perdiendo el dedo meñique de la mano izquierda en un
accidente. Con el paso de los años se hizo líder sindical y fundó el
Partido de los Trabajadores (PT), la mayor colectividad política en la
historia del país latinoamericano.
Con
esas credenciales, se ganó el respeto de líderes como Barack Obama,
quien un día refiriéndose a Lula dijo: "Me encanta este hombre". O el
del ex primer ministro británico Tony Blair, quien lo calificó como
"uno de los más excepcionales líderes de la era moderna".
Con
todo, algunos expertos dicen que el auge económico de Brasil fue más
bien una herencia del mandatario anterior, Fernando Henrique Cardoso. Y
otro argumento presente en los debates es que los programas sociales no
han remecido los problemas estructurales de desigualdad.
Pero
si hay algo en lo que quizás todos están de acuerdo es que este hombre
ya tiene reservado un lugar en la historia de Brasil.
La pobreza en Brasil
Expertos
coinciden en que la popularidad de Lula en el frente interno se debe a
los beneficios que han generado los programas sociales.
Según
el Ministerio de Asuntos Sociales brasileño, el número de pobres e
indigentes (los que ganan menos de US$82 y menos de US$41 al mes
respectivamente) disminuyó del 33,3% al 15,5% de la población en el
período 2001-2008.
Y el programa "Bolsa Familia", una de las iniciativas clave del gobierno, está beneficiando a 12,7 millones de hogares.
"Ahora
puedo comprar medicinas y aunque gano el salario mínimo (US$295) he
podido comprar un computador y una lavadora", le dijo a la BBC Evandra,
una pobladora de Olinda, en Pernambuco.
Organismos
internacionales han celebrado las buenas noticias, aunque en Brasil han
surgido voces escépticas que ponen en cuestión la metodología que se
utiliza para medir la pobreza.
Otros
resultados que muchos de los votantes consideran un éxito son los 14
millones de empleos fijos que se crearon en los años de Lula y el
aumento de la clase media.
Narcotráfico y violencia
Pese
a los esfuerzos desplegados, el narcotráfico y la violencia en las
favelas (barrios marginales) siguen siendo uno de los puntos más
débiles en un país que se ha planteado llegar al 2014 "sin miseria".
Aunque
en el período de Lula la tasa de homicidios bajó de 28,8 por cada
100.000 habitantes a 25,4 (con cifras disponibles hasta 2007), la
percepción de inseguridad, especialmente en las grandes ciudades, no ha
cambiado sustancialmente.
Y Río de Janeiro sigue en los primeros lugares del ranking de ciudades más violentas de América Latina.
Hacia
fines de 2010, estallaron nuevos enfrentamientos callejeros en Río
entre jóvenes narcotraficantes y el Batallón de Operaciones Policiales
Especiales (BOPE), dejando un saldo de decenas de muertos y heridos.
Los
altos niveles de criminalidad y los efectos del narcotráfico en la
sociedad brasileña son dos elementos que seguirán causando estragos y
que estarán presentes en los preparativos del país que albergará el
Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
El despegue económico
Aunque
todavía no están listos los datos finales, expertos han estimado que la
economía brasileña creció en 2010 cerca de un 7.5% y generó más de dos
millones de puestos de trabajo, a lo que se suma una tasa de desempleo
mucho más baja que la de Estados Unidos o Alemania.
Algunos
expertos insisten en que el despegue económico fue obra del anterior
presidente, Fernando Henrique Cardoso, y que a Lula le tocó llevarse la
gloria.
Y preocupa un factor que afecta
tanto el presente como el futuro: el problema de la educación, ubicada
entre los peores lugares en los índices internacionales de calidad.
Líderes
empresariales aseguran que no hay suficientes trabajadores calificados
y que la industria manufacturera disminuyó del 25% al 15% del Producto
Interno Bruto (PIB).
"Tenemos grandes
problemas en la producción interna. Es muy difícil exportar desde
Brasil y con las altas tasas de interés es difícil competir", le dijo a
la BBC Paulo Froncini, de la Federación de Industrias de Sao Paulo.
No
obstante, a nivel internacional, Brasil se ha convertido en una de las
mayores economías emergentes junto a Rusia, India y China (los llamados
BRICs).
Y lo que tiene esperanzados a
muchos brasileños es que el país ha descubierto nuevas reservas de
petróleo que anticipan un potencial aumento de la riqueza. Como dijo
Lula, "un regalo de Dios".
Liderazgo internacional
El
carisma y el estilo personalista de la política exterior de Lula, al
parecer han contribuido a una mejor posición de Brasil en el escenario
internacional, según especialistas entrevistados por BBC Brasil.
Muchos
coinciden en que la política exterior fortaleció al G20 (el grupo que
reúne a las mayores economías del mundo) y logró una mayor influencia
de los países con economías emergentes.
"La
contribución del presidente Lula en la proyección internacional del
país es innegable. En cuanto a la imagen, mejoramos, pero eso no es
todo en la diplomacia", le dijo a la BBC Rubens Ricupero, ex secretario
general de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el
Desarrollo (UNCTAD) y actualmente director de la Facultad de Economía
de la Fundación Armando Alvares Penteado.
Ricupero
cree que uno de los aspectos negativos del gobierno de Lula fue su
intervención en negociaciones con Irán y la percepción del mandatario
como cercano al presidente Mahmoud Ahmadinejad, algo que generó duras
críticas tanto en casa como en el extranjero.
"El
exceso de personalismo, el deseo de victoria a cualquier precio es
peligroso. El resultado con Irán fue desastroso", señala Ricupero.
"Izquierda responsable"
Pero en otras negociaciones, algunos expertos consideran que el país salió fortalecido.
"Sin
duda Lula fue un presidente con altísima aceptación en la opinión
pública mundial. Y es natural que el país se haya beneficiado de eso",
dijo Amado Cervo, profesor de historia de las relaciones
internacionales de la Universidad de Brasilia.
Muchos
dicen que Lula fue hábil a la hora de manejar las relaciones con países
tan antagónicos como Venezuela o EE.UU. y que aplacó los temores de los
inversionistas cuando vieron que un socialista llegaba al poder.
"Un
cambio crucial fue demostrar que la izquierda en Brasil es responsable
y moderna, que no es revolucionaria, que no es como la izquierda de
Cuba o la de Venezuela", dijo Gustavo Franco, gobernador del Banco
Central en el gobierno previo de Fernando Henrique Cardoso.
¿Y
a dónde se va Lula cuando entregue la presidencia de Brasil? Nadie lo
sabe, aunque quizás regrese por algún tiempo a su departamento de San
Bernardo do Campo en el interior de Sao Paulo. Hasta que suene el
teléfono y, probablemente, le ofrezcan un trabajo en algún organismo
internacional.
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