Tras
una semana de intensas deliberaciones, el Senado de EE.UU. aprobó por
71 votos a favor y 26 en contra el Tratado de Reducción de Armas
Estratatégicas (START, por sus siglas en inglés) firmado con Rusia en
abril pasado.
El acuerdo rubricado en ese
entonces en Praga, capital de la República Checa, por los presidente
Barack Obama y Dimitri Medvedev, busca reducir de 2200 a 1500 los
misiles nucleares de largo alcance que cada potencia puede mantener
desplegados.
Además, establece en 800 por
lado el número de ese tipo de armas que pueden ser usados desde
submarinos y aviones bombarderos y restablece el sistema de monitoreo
bilateral que estuvo vigente hasta que en 2009 se venció el acuerdo
previo, el START 1 de 1991.
El compromiso
tendrá una vigencia de diez años y espera ahora por la ratificación de
la Duma, el parlamento de Rusia, aunque se asume que en su caso será un
trámite más simple.
El nuevo START es
visto como una importante victoria para el presidente Obama tanto en el
frente diplomático como en política doméstica, pero los expertos
coinciden en decir que el acuerdo no representa un paso muy audaz en
las expresadas intenciones de desarme nuclear del que habla la Casa
Blanca.
Fuerza destructiva suficiente
Como
dijo en medio de las deliberaciones a principios de semana el senador
republicano Lamar Alexander, el nuevo acuerdo deja a EE.UU “con
suficientes cabezas nucleares para volar a cualquier atacante”, razón
por la cual desistió de su oposición a un texto que inicialmente no le
gustaba.
Aunque con el nuevo START los
arsenales nucleares se reducirán en un 30%, las armas no serán
destruidas sino que pueden ser almacenadas junto a las miles que se
mantienen inactivas, pero listas para ser desplegadas en caso de
necesidad.
El poder destructivo que queda
en manos de las dos principales potencias nucleares sigue siendo
suficiente para garantizar la destrucción total de la vida en el
planeta.
Rusia no representa el mismo tipo de amenaza que representaba la Unión Soviética en tiempos de la Guerra Fría, pero la seguridad de los estadounidenses mejorará cuando el potencial nuclear de nuestro más cercano competidor se vea reducido
Steven Pifer, del Instituto Brooking
“Rusia
no representa el mismo tipo de amenaza que representaba la Unión
Soviética en tiempos de la Guerra Fría, pero la seguridad de los
estadounidenses mejorará cuando el potencial nuclear de nuestro más
cercano competidor se vea reducido”, afirmó Steven Pifer, del Instituto
Brooking, un centro de estudios políticos en Washington de tendencia
conservadora.
Algunos comentaristas
diplomáticos han dicho que las mejoras en la seguridad mundial podrían
venir por las mejoras en las relaciones entre Moscú y Washington.
Para
EE.UU. la ayuda rusa es crucial para mantener el esfuerzo de guerra en
Afganistán, sobre todo en la creación de rutas logísticas para las
tropas, algunas de las cuales pasan por territorio ruso.
Además
facilitará a ambas capitales coordinar políticas dentro de Naciones
Unidas, en cuyo Consejo de Seguridad tienen poder de veto, para lidiar
con países que son percibidos como potenciales amenazas militares, como
Irán o Corea del Norte.
La hora de la Duma
La
principal queja de los republicanos al START era que el tratado dejaría
maniatado a Washington a la hora de desarrollar el proyectado escudo
defensivo misilístico que protegería a EE.UU.y Europa de ataques
provenientes precisamente de esos países asiáticos.
Incluso
algunos conservadores observaron que el texto dejaba afuera las armas
tácticas -las que se pueden usar en campos de batalla- algo que los
demócratas explicaban recordando que, ya por el nombre, el acuerdo toca
las armas estratégicas –cuyo objetivo son grandes poblaciones.
Sin
embargo, la Casa Blanca dijo a los legisladores que tratará de alcanzar
un acuerdo con el Kremlin para regular en el futuro las armas tácticas
y además se comprometió a destinar US$85.000 para modernizar los
sistemas de armas atómicas nacional.
“No
puede considerarse como una debilidad para la seguridad estadounidense
aspirar a un desarme nuclear”, dijo este miércoles en la discusión
final el senador demócrata Byron Dorgan, quien defendió el compromiso
del ejecutivo con la defensa del país.
El
Partido Republicano habría preferido posponer la votación hasta el
próximo año, cuando la reducción en la mayoría demócrata habría forzado
al presidente Obama a hacer concesiones en esta y otras políticas.
Los
republicanos trataron hasta el final en hacer enmiendas al tratado, lo
que forzado a conciliarlo con lo aprobado por la Cámara de
Representantes y sobre todo, habría alterado lo negociado entre
Washington y Moscú.
Ahora la aprobación
del START depende de la Duma, el parlamento ruso, aunque ya el
presidente Madvedev había anunciado que su país esperaría por el visto
bueno estadounidense para proceder a la votación, por lo que se da por
descontado que los rusos también lo ratificarán.
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