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lunes, 20 de diciembre de 2010

El juego del 4% para la educación

 Autor: Carlos Antonio Cota Lama
Columnista invitado

Al decir verdad en la República Dominicana todos los días aparecen grupos de personas que  buscan la manera de llamar la atención de la manera que sea para adquirir notoriedad en los medios de comunicación, como es el caso de los promotores de “Educación digna”, antes fue el Peregrino y después han surgido otros Juan Pablo Duarte, defensores de la patria que conformamos todos los dominicanos.


Desde la promulgación de la Ley General de Educación No.66-94, hace ya unos 16 años, está establecido el 4% del producto bruto interno (PBI) destinado para la educación, sin embargo nunca he ha podido aplicar y hoy día estos patriotas pretenden imponer una camisa de fuerza al gobierno del Presidente Leonel Fernández, para tratar de doblegarlo con dos o tres holgazanes que se han dedicado a esta practica, conscientes de que no lo lograrán.

Estamos conscientes no que el Estado debe de utilizar no el 4% si no el porcentaje necesario para que la República Dominicana pueda salir del atraso educativo en que se encuentra donde aún contamos con una alta tasa de analfabetos, pero debemos partir de la realidad como nación y entender que los compromisos de la deuda externa, con el Banco Mundial, el Banco Interamericano, la Banca Mundial y Nacional imposibilitan al Estado y así ha quedado demostrado, cumplir con el famoso 4%, si no pregúntenselo con sinceridad a los que nos han gobernado desde el año 1994 hasta la fecha, que dicho sea de paso no ha sido un solo gobernante.

Debemos reconocer que la gran mayoría de los legisladores que trabajaron y aprobaron en el conocimiento de la ley 66-94 y de muchas otras leyes que asignan porcentajes del Producto Bruto Interno (PBI), no tenían ni aún tienen el más mínimo conocimiento de la capacidad de endeudamiento del país y de los compromisos que hay que honrar llueve, truene o vente, sin fallar mes tras mes.

Sin embargo levantan la mano y algunos hasta los pies cuando el hombre del maletín aflora por el Congreso, en busca de aprobaciones que responden más a los intereses comerciales que a los intereses de la soberanía nacional y por eso cada día que pasa la República Dominicana se convierte en dependiente de otras naciones, para su desarrollo y el crecimiento económico, como ocurre con el turismo, con el fondo Monetario Internacional, etc. etc. etc.…

A todo esto se suma los que se enganchan a políticos que hoy día están en la oposición que no desperdician el más mínimo acontecimiento que surja en el país, para salir al frente a respaldar los nuevos patriotas que no son más que grupúsculos de personas sin visión en su gran mayoría tránsfugas y resentidas sociales, pues no saben vivir con lo que tienen, pretendiendo vivir de lo que quieren.

El nuevo Congreso debería si se respetase un poco, modificar la ley 66-94 y readecuarla a la realidad económica del país y si es un 2% ó un 3% que se puede otorgar para la educación hacerlo y no caer en el supuesto prorrateo año tras año, como ocurrió con la Ley 166-03, que asignaba prorrateado un 10% a los Ayuntamientos del País sin embargo a la fecha y de eso también hace ya 7 años, apenas se le ha podido otorgar un 6.5% en los últimos 3 años de manera inalterable, ante la imposibilidad de nuestra economía.
Que más quisiera el Presidente Leonel Fernández Reyna cumplir con esta Ley, pero debemos recordar que nadie está obligado a lo imposible y en estos momentos y bajo las condiciones en que se encuentra la economía dominicana se puede hacer magia para poder cumplir con el 4%, no importa las movilizaciones que hagan, las rueda de prensa, los piquetes y cuantos reclamos hagan porque con ello ha quedado al desnudo que lo han politizado y el movimiento ha perdido la credibilidad.

Estos patriotas deberían incursionar en la política, aspirar hasta llegar a ser legisladores (Senadores (as)  ó Diputados (as), para que vean que desde fuera se ven con unas lentillas todo muy fácil, pero que desde dentro hay que utilizar unos bifocales para enfrentar la cruel realidad que se encuentran en el camino.

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