Pekín, una de las capitales más
contaminadas del mundo, publicará a partir de este año información
completa de sus partículas nocivas en la atmósfera, después de que los
pequineses se hayan quejado repetidamente del mal estado medioambiental
de la ciudad.
Según anunció el Buró de Protección Medioambiental
de Pekín, desde el Año Nuevo Chino (23 de enero) se publicarán
puntualmente las concentraciones de partículas en el aire, incluidas las
más pequeñas (de menos 0,0025 milímetros), unos datos que hasta ahora
sólo eran manejados por los científicos.
Los datos, que durante meses han exigido conocer
los pequineses, se publicarán cada hora a través de la web oficial del
buró medioambiental, y también habrá mediciones continuas de dióxido de
azufre (causante de la lluvia ácida), dióxido de nitrógeno y partículas
inhalables, destacó su director Zhao Yue.
Hasta ahora los índices de contaminación que se
publicaban en los medios oficiales sólo medían las partículas mayores de
0,0025 milímetros y rehuían estudiar las más pequeñas y perjudiciales
para la salud, lo que según el gobierno pequinés se debía a limitaciones
tecnológicas y escasez de estaciones de medición.
Esto ha llevado a extrañas situaciones, como que
la televisión de la ciudad calificara como "días azules" jornadas en las
que Pekín se veía rodeada de "smog", o que la Embajada de EEUU en la
capital tuviera su propio sistema de medición de contaminantes y éste
tuviera más credibilidad que el municipal.
Las distintas mediciones de EEUU y China, a veces
contradictorias, han sido durante años un animado tema de debate y
conversación en la ciudad, donde el gobierno local ha mostrado en alguna
ocasión su malestar por el hecho de que un país "rival" use estos
datos, quizá, con fines políticos.
"No tengo clara la manera y métodos de
monitorización, o cómo están seguros de su exactitud", decía
recientemente el portavoz del buró medioambiental, Du Shaozhong, quien
acusaba a la legación estadounidense de querer "darse publicidad".
La ciudad se ve rodeada a menudo de una neblina
que a veces es de color ocre o -si viene acompañada de arena del
desierto de Gobi- amarillento, una niebla que fue una de las grandes
preocupaciones de los atletas que compitieron en los Juegos Olímpicos de
2008 y llevó incluso a alguno de ellos (el atleta Haile Gebreselassie,
por ejemplo) a reducir entrenamientos o competencias en pruebas.
China, segunda economía mundial, descuidó durante
décadas el medio ambiente en aras de un rápido desarrollo industrial, lo
que ha producido una grave degradación de su atmósfera, o de sus ríos y
lagos.
Uno de los principales factores causantes del
problema es la alta dependencia china del carbón, una de las fuentes de
energía más contaminantes, y que supone más del 60 por ciento de la
energía consumida en la nación.
Los gobiernos locales del país, a veces
presionados por protestas de ciudadanos por la degradación de sus urbes
(el pasado año hubo notables manifestaciones en este sentido en la
ciudad nororiental de Dalian), muestran una tímida concienciación sobre
el asunto, aunque por ahora los progresos son escasos o van muy lentos.
También Shanghái, la mayor ciudad de China y la
más desarrollada, muestra en los últimos meses una actitud más activa
hacia la mejora de su medio ambiente, y así por ejemplo esta semana
anunció que en 2012 modernizará sus sistemas de medición de
contaminación.
Otras ciudades de los cinturones más
industrializados del país, como Tianjin (vecina a Pekín), el delta del
Yangtsé (donde está Shanghái) o el río Perla (Cantón, Shenzhen, Hong
Kong) podrían unirse a lo largo del año a estas nuevas mediciones, que,
si bien no resolverán directamente el problema, por lo menos reconocerán
su existencia. EFE
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