Los cubanos necesitan permiso para salir de la isla.
Y, si se quedan fuera mucho tiempo, no pueden volver.
Hace un año, el presidente Raúl Castro quiso
"actualizar" las leyes migratorias y permitir la libertad de movimiento.
Hasta ahora, las restricciones siguen vigentes.
Pero mientras el parlamento se
prepara para su primera sesión anual este lunes, los cubanos están
cometiendo la osadía de esperar que esta vez las cosas cambien.
En La Habana, hacen largas filas todas las mañanas afuera de las oficinas de emigración.
Con gordos fajos de fotografías y documentos en
la mano, muchos llegan bastante antes de que se abran las puertas a las
8:00AM para asegurarse una cita.
El tablero de anuncios oficial de la oficina del
distrito de Vedado está cubierto de papeles amarillos que detallan las
muchas reglas y regulaciones.
Los que pretenden viajar necesitan una carta de
invitación de la persona que desean visitar (el costo, US$200) y el
permiso para abandonar su lugar de trabajo. Para personas con grados
profesionales, eso significa una carta firmada por un ministro. También
necesitan US$150 para el permiso de salida, más de siete veces el
salario mensual promedio.
A los críticos del gobierno se les puede denegar
el permiso para viajar. Y profesionales de alto rango, como los
médicos, se enfrentan a restricciones adicionales.
Esperanzas de reforma
"Hasta donde yo sé, Cuba es el único país con
estas reglas. No deberían existir", argumenta Yenier del Prado, que tuvo
que esperar cuatro meses para obtener su permiso de salida.
Su familia ya vive en Estados Unidos y tenía una
visa de dicho país para visitarlos. Pero antes de eso, Cuba tuvo que
aprobar su salida.
"El procedimiento es demasiado, y es muy caro",
se queja Adanay Martin, que tiene la esperanza de viajar a México para
estudiar una maestría en ciencias de la computación.
"No estoy de acuerdo con la ley, tienen que
deshacerse de ella. Pero al menos estamos hablando de eso ahora. Es un
paso hacia delante", dice ella, después de presentar su propia solicitud
de un permiso de salida.
En el Congreso del Partido Comunista de abril
del año pasado, Cuba anunció cientos de reformas sociales y económicas
inimaginables destinados a salvaguardar el sistema socialista. Las
oportunidades para hacer negocios privados se ampliaron, a las personas
se les permitió comprar casas y autos y se estableció como un principio
viajar libremente.
En agosto, el presidente Raúl Castro confirmó
que la política cubana de migración se alteraría, en parte porque, según
dijo, algunas regulaciones que se justificaban en 1959, "para defender
la revolución", ya no tiienen razón de ser.
Cuba dice que cerró sus fronteras poco después
de la revolución como un asunto de seguridad nacional: EE.UU., a solo 90
millas (145km) de distancia, era la base de una fuerte oposición al
régimen de Castro.
El gobierno también estaba luchando contra una fuga de cerebros, y acusaba a EE.UU. de cazar furtivamente a sus ciudadanos mejor formados para socavar la revolución.
"Hay gente en el gobierno que piensa que tal vez habrá una fuga de cerebros. Pero yo no creo que será más de lo que tenemos ahora. Si hacemos este cambio, por fin, los que se van también serán capaces de volver. No se perderán de Cuba para siempre."
Rafael Hernández, editor de la revista de ciencias sociales Tema
Incluso hoy en día, cualquier cubano que llega a EE.UU. tiene derecho a la residencia después de un año.
"Las normas se establecieron para controlar
quién podía ir y venir, pero creo que las circunstancias son diferentes y
los cubanos deben poder viajar con un pasaporte", argumenta Rafael
Hernández, editor de la revista de ciencias sociales Tema.
El anuncio del cambio fue anticipado ampliamente
en la última sesión del parlamento en diciembre. Pero después, Raúl
Castro dijo que era un "tema complejo" y que el cambio vendría
"gradualmente".
Así que todos los ojos están puestos en la
próxima Asamblea Nacional del lunes, donde hay una cautelosa esperanza
de que se avance.
"Creo que el consenso [de cambio] es bastante
grande. Pero hay una cierta resistencia a cambiar una política de casi
50 años", dice Hernández.
"Hay gente en el gobierno que piensa que tal vez
habrá una fuga de cerebros. Pero yo no creo que será más de lo que
tenemos ahora", dice. "Si hacemos este cambio, por fin, los que se van
también serán capaces de volver. No se perderán de Cuba para siempre."
El arte de salir
En la actualidad, cualquier persona que se quede
en el extranjero durante más de 11 meses pierde los derechos de
residencia. Según la Oficina Nacional de Estadística, 38.165 personas
estaban "perdidas" en ese sentido solo en 2010.
Durante muchos años, los que salieron de la isla
fueron vistos como traidores o enemigos de la revolución. La retórica
ha cambiado, con el reconocimiento oficial de que muchos cubanos se van
por razones económicas.
Ahora se argumenta que suavizar las
restricciones les permitiría a quienes trabajan fuera mantener sus lazos
en la isla y potencialmente volver con nuevas experiencias y, lo que es
muy importante, nuevos fondos.
El tema se ha vuelto una discución pública.
Durante la Bienal de arte de este verano se pudo
ver una obra que representaba una cerca cuyo alambre estaba roto en
forma de un avión que parecía atravesarla, como si se estuviera
escapando.
Y se expuso una casa al frente del mar que
estaba decorada como un aeropuerto, con figuras de gente saliendo por
las ventanas y colgando de los techos.
"Cuando comenzamos este proyecto algunos de mis
amigos me dijeron que seríamos arrestados, que no podíamos hacerlo",
recuerda el artista Nadal Antelmo. Su exposición explora la naturaleza
cambiante de la emigración, y el uso de la palabra "gusano" para
referirse a los que se fueron.
"Creo que habría sido difícil estudiar este tema
en el pasado, y sobre todo ponerlo en la calle para que la gente lo vea
e interactúe. Así que creo que hay un cambio", dice Nadal, rodeado de
sus estatuas.
"Todavía hay miedo, y los prejuicios acerca de
la migración siguen siendo el lugar común. Pero creo que la voluntad de
cambio está ahí". Aunque todavía no se ha convertido en una política
concreta.
Más de un año después de que se les prometió suavizar las reglas de emigración, los cubanos siguen esperando.
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