Washington, .- La XIX Conferencia
Internacional del Sida concluye hoy con un renovado optimismo sobre una
cura para el sida, un reto posible, según los expertos que participaron
en el encuentro, pero aun distante tras años de grandes logros.
Los
actuales tratamientos son efectivos para reducir los niveles en la
sangre del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida y
mantenerlo controlado, pero no son capaces de eliminarlo cuando está
latente.
Los medicamentos actuales tienen una alta eficacia
con unos efectos secundarios mínimos si los comparamos con los fármacos
de 10 o 20 años atrás, señaló a Efe el investigador del centro
IrsiCaixa, Javier Martínez-Picado.
"Si se toman de forma sistemática y no hay
intolerancia, deberían permitir controlar la réplica del virus de forma
eficiente", sin embargo, "por muy buenos que sean, no curan la
infección", ya que si dejan de tomarse, el virus reaparece.
La investigación se enfrenta ahora a dos grandes
retos: la vacuna preventiva y nuevas estrategias para curar la infección
para que los tratamientos con antirretrovirales sean limitados y puedan
retirarse sin que el virus emerja.
Según explicó a Efe el médico y profesor de la
Universidad de California en San Francisco Steven Deeks, el problema es
que el virus está escondido en las células infectadas y los medicamentos
actuales no pueden atacarlo, así que hay que "identificar fármacos que
obliguen al virus a salir de su letargo para poder aniquilarlo".
Deeks indicó, de todos modos, que aunque la
ciencia ya ha identificado el camino a seguir, todavía "no estamos cerca
de algo que funcione, estamos todavía empezando".
El profesor destacó, entre los estudios pioneros,
el liderado por David Margolis, de la Universidad de Carolina del Norte
en Chapel Hill, cuyo equipo ha utilizado un fármaco empleado contra la
leucemia (vorinostat) para detectar el virus VIH-1 cuando se esconde en
el interior de las células, lo que entorpece la eficacia de los
antirretrovirales.
De momento hay un único caso en el mundo de cura,
el del estadounidense Timothy Ray Brown, que se sometió a un complicado
tratamiento que incluyó un trasplante de médula para tratar una leucemia
mieloidea aguda que padecía con células seleccionadas.
Deeks, que ha estudiado en profundidad ese caso,
subraya que fue una situación particular: "Nunca tomarías a una persona
común con VIH y la someterías a un trasplante de médula. Es muy
peligroso".
Aun así, el caso del conocido como "paciente de
Berlín", fue aleccionador: "Es una evidencia, al menos, de que es
posible una cura" aseguró el médico de California, que subrayó que
inspiró a muchas personas y científicos a perseguir esa cura.
En cuanto a la esperada vacuna, Deeks aseguró que
después de 20 años de intentos fallidos se han hecho "avances reales" en
esta área en los últimos dos años y "no hay duda de que nos estamos
acercando, aunque no estoy seguro lo lejos que estamos de lograrlo".
El doctor James Fitzgerald, Asesor Principal para
Medicinas Esenciales y Biológicas, de la OPS/OMS, consultado por Efe,
subrayó que la prevención es clave y destacó que "es imprescindible que
tengamos una vacuna".
Fitzgerald consideró que con la tecnología actual
"sí podemos tener una vacuna" y señaló que será un complemento, junto
con las medidas de prevención, vital para acabar con la enfermedad.
En 2011 había 34,2 millones de personas que vivían
con el VIH en el mundo, la cifra más alta registrada hasta el momento
debido a la prolongación de la media de vida conseguida gracias a las
terapias antirretrovirales, según la agencia de Naciones Unidas contra
el Sida (ONUSIDA).
En una entrevista con Efe, Timothy Brown dijo
desear dejar de ser la única persona curada de VIH en el mundo. "Quiero
que esta cura sea transferida a cada persona en este mundo que ha sido
infectada con el VIH y todo el mundo que resulte infectado" y que esta
enfermedad "sea historia".
A los investigadores no les gusta dar plazos y se
mantienen prudentes con las fechas, pero como se muestra en conferencias
como la que se clausura hoy en Washington, la cura está en camino. EFE
Autor: Elvira Palomo
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