Escrito por Tiberio Castellanos |
El
caballo de silla y el gallo de pelea fueron muy celebrados personajes
de mi infancia. Por supuesto hablo de tiempos anteriores al automóvil y a
los electrodomésticos. Pero no, para ese tiempo los automóviles ya
estaban inventados y los había por doquier, pero todavia, por suerte
para mi, no se habian hecho dueños de la situación.
Igualmente, aunque
ya comenzaban algunos inventos en esa área, todavia no vivíamos en la
era de los electrodomésticos (con un sencillo molinillo de mano mi
abuela Belica se preparaba un muy sabroso ponche crema).
Pero, bastante
antes que cardiólogos y dietistas aparecieran en escena, ya los de ese
tiempo aprendíamos, con el gallo de pelea y el caballo de silla,
pequeñas lecciones sobre el cuidado de la salud, que tenian o tienen
mucho que ver con el amplio campo donde se desenvuelven hoy esos
científicos.
El
gallo de pelea, bien cuidado en lo que llaman una traba de gallos, es
todo un atleta entrenándose para un concurso. Su alimentación es
controlada y muy estudiada por cierto (hay, en las galleras, categorias
por peso, igual que en el boxeo). No me lo crean, pero he oído decir que
algunos galleros dan a sus gallos hasta leche de mujer. No me pregunten
como la consiguen, ni a que precio, ni que efectos esperan ellos
conseguir en la buena salud del gallo.
Al
gallo de pelea se le ejercita cada mañana. Se le hace correr
persiguiendo a otro gallo al que llaman mona de traquear, Por supuesto
nunca dejan que le haga daño a la mona. Es sólo un ejercicio matinal.
Y
esto cada mañana hasta el día de la pelea. Para mi, la visita por la
mañana a una traba de gallos significaba presenciar un interesante
espectáculo. Pero debo aclarar que solo una vez fuí, de niño y con mi
papá, a una gallera. Parece que el griterío horroroso de los galleros y
los apostadores no nos gustó mucho, pues nunca mas volvimos. No
obstante, yo seguí siendo un admirador de la belleza y el porte de ese
atleta que es el gallo de pelea.
Un
poco diferente es la vida del caballo de silla. Pero igual que el
gallo de pelea éste necesita también una alimentación balanceada y una
periódica gimnacia. Los mas adinerados de mi pueblo, comerciantes,
médicos, abogados, negociantes, solian tener su caballo de silla. Pues
como casi todos tenian sus finquitas en los campos, necesitaban ir de
vez en cuando a ver sus vaquitas.
Este
caballo vivía, regularmente, en su establo. Cuando su dueño no lo
montaba muy periódicamente, digamos cada semana, pues se necesitaba que
alguien sacara el caballo del establo y le diera, de vez en cuando, su
montadita. Pues ocurría y esto lo vi en alguna ocasión, que el caballo
largamente descansado y bien comido, si luego se le urgía en la caminata
le daba eso que llaman torozón.
Pienso
que el torozón no es precisamente un unfarto. No, es otra cosa. Pero,
quizas sea para decirlo de algun modo el infarto de los herviborós.
Un abrazo.
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