Viajan desde Los Ángeles a El Salvador con una
misión: asistir en el proceso de control de la violencia y la tregua de
pandillas del país centroamericano.
El Concejo Trasnacional de Apoyo al Proceso de
Pacificación de El Salvador (Ctappes), como se da en llamar el grupo,
está integrado por activistas sociales, representantes del gobierno
municipal, expertos en asistencia psicológica y, notablemente, de
expandilleros rivales de las calles angelinas y hasta familiares de
víctimas de ataques perpetrados por las maras.
La intención es cooperar en la tregua que establecieron desde marzo pasado la Mara Salvatrucha y su principal rival, Barrio 18.
"En un país como El Salvador, donde gran parte
de la clase media vive fuera y existen grandes necesidades económicas,
es necesario hacer participar a los inmigrantes. Esta violencia es un
asunto internacional", le señaló a BBC Mundo Paula Cruz-Takash,
presidenta de la Comisión de Relaciones Humanas de la ciudad de Los
Ángeles y parte del comité que viaja a San Salvador este viernes.
Considerada una de las capitales pandilleras por
antonomasia en Estados Unidos, Los Ángeles ha puesto a prueba programas
para el control de bandas delictivas durante más de 30 años.
Pero, además, le cabe una responsabilidad
adicional en el fenómeno de las maras salvadoreñas: la Salvatrucha y la
18 surgieron en los barrios hispanos de esta ciudad californiana, en los
años '80, alimentadas por la pobreza y la marginalidad que rodeó a
muchos de los migrantes de Centroamérica.
Fenómeno trasnacional
Las pandillas salvadoreñas de California fueron,
en principio, una vía de protección para quienes llegaban escapando de
la guerra civil, frente a grupos ya establecidos de mexicanos y
afroamericanos.
Cuando el gobierno estadounidense comenzó a deportar pandilleros, la violencia halló un camino de regreso.
Segunda tasa mundial de homicidios
En la lista que elabora la
Organización de Naciones Unidas, El Salvador figura segundo entre los
países con tasas más elevadas de homicidio en el mundo, detrás de su
vecino Honduras.
El índice de 2011 fue de 71 muertes por cada 100 mil habitantes (Honduras tiene 87).
Tras el anuncio de la tregua entre la Mara Salvatrucha y la Mara 18, el número de homicidios mostró una reducción “significativa”, según reconoció el gobierno.
Según datos de la Policía Nacional Civil, entre el 1 y el 29 de abril se habían registrado 147 asesinatos, 55% menos que en el mismo período de 2011.
El índice de 2011 fue de 71 muertes por cada 100 mil habitantes (Honduras tiene 87).
Tras el anuncio de la tregua entre la Mara Salvatrucha y la Mara 18, el número de homicidios mostró una reducción “significativa”, según reconoció el gobierno.
Según datos de la Policía Nacional Civil, entre el 1 y el 29 de abril se habían registrado 147 asesinatos, 55% menos que en el mismo período de 2011.
"Las deportaciones desde Estados Unidos juegan
un papel muy importante: son miles de jóvenes a lo largo de los años que
han sido deportados, muchos después de haber estado en cárceles
estadounidenses y sin familias ni lazos en El Salvador, donde
continuaron con el reclutamiento para mantener activas sus
organizaciones", le dijo a BBC Mundo Luis Cardona, encargado de
programas de prevención de violencia juvenil en el estado de Maryland.
En un país de unos seis millones de habitantes,
los mareros suman más de 20.000, según el Departamento de Estado
estadounidense. Otros elevan la cifra a 50.000, con casi un tercio de
ellos tras las rejas.
En marzo pasado, portavoces en prisión de la
Mara Salvatrucha (conocida también como MS-13) y la Mara 18 difundieron
una carta en la que acordaban una tregua entre bandas, con el fin de
contribuir a la pacificación del país.
En un proceso supervisado por el obispo
castrense Fabio Colindres y el exlegislador Raúl Mijango, una treintena
de mareros recibió a cambio permiso para contactar a sus familias y el
traslado a una prisión con menos restricciones.
Con la tregua en marcha, el número de homicidios
mostró una reducción "significativa", según reconoció el propio
gobierno: en abril, el primer mes relevado tras la tregua, se
registraron 147 asesinatos, 55% menos que en el mismo período de 2011.
Cinco muertes por día donde antes había 14.
Dos programas
"La policía ha entendido que necesita la cooperación de personas que han estado en pandillas y tienen cierto liderazgo, para diseminar información e intervenir en crisis internas de las maras"
Alex Sánchez, director de Homies Unidos en Los Ángeles
Según los portavoces de Ctappes, los mismos
pandilleros salvadoreños han solicitado la intervención de sus
compatriotas del extranjero, para un proceso que incluso sus promotores
reconocen como frágil.
"Si el cambio ha venido de esa gente en las
prisiones, puede funcionar, porque no les ha sido impuesto. Pero es
necesario crear una red de apoyo y tener paciencia… esto es un proceso
largo", opina Juan Pacheco, expandillero que ahora trabaja en la
organización Barrios Unidos.
El modelo que Los Ángeles "exportará" al país
centroamericano está basado en dos estrategias: la intervención por
parte de expandilleros en las calles y en las cárceles –una receta que
la policía angelina tardó mucho en aceptar– y luego la reinserción de
mareros redimidos.
"Es necesaria la cooperación de personas que han
estado en pandillas y tienen cierto liderazgo, para diseminar
información e intervenir en crisis internas de las maras y así reducir
la violencia hacia afuera", le señaló a BBC Mundo Alex Sánchez,
reconocido "intervencionista" y director de Homies Unidos, organización
que trabaja con exmiembros de bandas en California.
Por su parte, la MS-13 y la 18 se han
comprometido a respetar las escuelas como zonas de paz y a suspender el
reclutamiento de nuevos miembros.
Escepticismo
Pero no todos se muestran optimistas sobre los alcances de la tregua y el llamado "proceso de pacificación" en el largo plazo.
Muchos prefieren la prudencia y consideran que
los grupos beligerantes tienen intenciones políticas para anunciar el
acuerdo; incluso especulan con que sea un compás de espera para
reforzarse y redefinir sus ataques.
Ya en 2004 –bajo el gobierno del entonces
presidente Francisco Flores, promotor del plan "Mano Dura" contra las
maras–, Salvatrucha y Barrio 18 pactaron un cese de acciones que no
prosperó.
Ahora, el gobierno salvadoreño se ha deslindado
del proceso. El presidente Mauricio Funes ha negado que se haya
recompensado a las pandillas para conseguir la tregua, cuyo avance
adjudicó a la mediación de la Iglesia católica.
Los mismos mareros no consideran al gobierno
como interlocutor válido, lo que ha puesto de relieve la importancia de
mediadores como el obispo Colindres y observadores externos como el
Ctappes o la Organización de los Estados Americanos (OEA).
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