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miércoles, 12 de junio de 2013

Indignación!


 Fernando Rodríguez Céspedes

 Indignación y no otra cosa siente uno cuando ve la miseria que ganan los miembros de nuestros cuerpos armados, la negativa oficial de aumentar los sueldos a los médicos, enfermeras y bioanalistas, y la eterna lucha de los maestros  por un salario digno, frente a los abusivos aumentos de sueldos que se autoasignan algunos políticos enquistados en el poder.

Aunque no es el único, pero si el  más reciente, llama la atención el aumento de 140 mil a 250 mil pesos mensuales  que se asignó el flamante director de un mal llamado Instituto Nacional de Estabilización de Precios (INESPRE), entidad que, estando  en quiebra,  se da el lujo de tener  33    subdirectores y una nómina de 25 abogados en su departamento jurídico.

Todo esto, en  momentos en  que el pueblo ha sido sometido al estrangulamiento económico por una reforma fiscal que al parecer no solo viene a enmendar los desaciertos y excesos cometidos en el pasado reciente, sino también, a garantizar que los funcionarios del actual gobierno sigan burlándose del pueblo con acciones como estas.

Algo similar ocurre en el sector privado donde los sueldos de lujos, incentivos y otros privilegios son asignados alegremente a sus principales ejecutivos a expensa de sacarle el jugo a los empleados y obreros, los verdaderos generadores de riquezas,  quienes tienen que lanzarse a las calles para que les mejoren sus  salarios de miseria.

Esta inconsecuente actitud de los empresarios encuentra estímulo en la irresponsabilidad del Estado que permite barbaridades como las señaladas arriba, en contraposición a su proclamada política de austeridad, que vemos indignados, como sólo se  les aplica a la clase media y a los sectores de abajo.

Los niveles salariales en nuestro país constituyen una  vergϋenza  tanto a nivel oficial como privado por la inequidad que impera en ellos. Existen islas de poder, como el Banco Central, cuyo gobernador gana el doble de lo que recibe el presidente de la República aparte de todos los privilegios y compensaciones adicionales del cargo.

Esos funcionarios que devengan por encima del millón de pesos mensuales, son los mismos que pretenden que un empleado, padre de familia, de la misma institución, o de cualquier otra de la administración pública, viva con un salario que no cubre ni el 50 por ciento del costo de la canasta familiar establecida oficialmente en 30 mil pesos.

El caso más patético es el de los policías, guardias y marinos rasos que reciben 4,600 pesos de salario sin que las autoridades se conduelan de esa situación que explica, aunque no justifica, el porqué tantos  miembros de los cuerpos armados se ven involucrados en  actos delictivos como atracos, robos y  asesinatos por encargo.

Finalmente, considero que el Estado y el sector empresarial deben reconsiderar seriamente sus políticas salariales que en vez de ayudar a las clases trabajadoras, y a los empleados públicos a vivir con un mínimo de decencia, los están hundiendo  en la miseria y la desesperación, y esto... puede resultar muy peligroso para todos.

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