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lunes, 10 de junio de 2013

Para los dominicanos en el exterior, de oro pido una medalla




Un Momentito con Miguel
Autor Miguel De Jesús
Abogado y Comunicador Dominicano

Ver salir con maletas y sonrisas por las puertas  de un Aeropuerto a dominicanos procedentes de tierras extranjeras es un motivo de alegría. Pero detrás de ese rostro, están las huellas de la nostalgia que nunca se superan aunque se diga lo contrario.

Sentimiento de pena al recordar personas que dieron sentido a sus vidas ,música que bailaron en su juventud, ojos que iluminaron sus  amores ,tristeza por el amigo o familiar que murió y ni siquiera pudieron  estar en el funeral ,solo son algunas experiencias vividas y sentidas por ellos.


Se fueron con un sueño, con una meta, para como atletas alcanzar pero se hicieron prisioneros de la prisa en una vida distinta a la sencilla que conocían. Sus raíces familiares por el peso de los años comienzan a morir aquí y ellos pierden el interés en regresar, “pero duele”.

Nuestros ríos con sus locrios de pica pica en sus orillas pueblan sus recuerdos. En cada nube que pasa arropando los edificios altos tienen la esperanza de ver su Patria, se elevan cuando un merengue llega a sus oídos.

A las horas del cansancio por el duro trabajo le ponen de colchón una bachata para subir la nota alegre que transporte sus corazones a su tierra. Cuándo vamos de visita a los Estados Unidos, ellos se vuelven locos y no encuentran qué hacer con nosotros.

El Cielo es poco para regalárnoslo, su día libre lo dedican al amigo que de vacaciones está, nos abrazan con el Alma, él tiempo no les alcanza para recordar las mil y una historia de un pasado bonito, es como recorrer las fotos almacenadas en el Cerebro.

Cuando nos dan un presente, debemos recibirlo con agrado, pues es fruto del sacrificio de una vida dura y muchas veces triste. Es común ver profesionales haciendo trabajos de obreros con la única satisfacción de poner dulzura a la remesa del mes que pone a comer los que aquí quedaron.

El pecho se aprieta cuando muere la madre o el padre y ellos sin papeles que legalice su estado migratorio que les permita dar el último adiós. Se fueron un día y mientras estaba la travesía se sintieron dueños del mundo, hoy son criaturas atrapadas en el mundo que soñaron conquistar y otros se perdieron de ver crecer a  hijos que dejaron recién nacidos.

Por el valor de los que nadaron aguas profundas cruzando ríos, desafiaron desiertos, retaron las embravecidas aguas de los mares, atravesaron fronteras, volaron como las aves dentro de un avión, todo, para llegar en busca de un sueño a un lugar donde le llaman extranjero. Por eso hoy para todos los dominicanos residentes en el exterior pido de oro una medalla

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