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lunes, 3 de junio de 2013

Ante la ola de violencia, debemos unirnos todos


POR FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES 



El país padece una ola de violencia que tiene que llevar al Gobierno y a los sectores sensatos de la sociedad a unir esfuerzos para evitar que este flagelo acabe de hundirnos en un abismo del cual nadie podrá salvarse.


Las causas de esta situación son variadas  y algunas de ellas como el desempleo, el narcotráfico, las desigualdades sociales y  falta de educación, resultan difíciles de combatir aunque no por eso debemos cruzarnos de brazos.  

Las autoridades hacen esfuerzos cuyos resultados son escasos porque el problema ha logrado tal magnitud que escapa a ellas por lo que  considero que  la ciudadanía debe contribuir  de manera firme con la solución del mismo.

La paz y la seguridad deben ser  compromiso de todos y pienso que el Gobierno debe iniciar una campaña en ese sentido y tomar en cuenta a los sectores que se acerquen a las instancias oficiales con ánimo de colaborar.

Por ejemplo, los taxistas de Santiago se pusieron públicamente a disposición de las autoridades alarmados por la  criminalidad que los ha afectado directamente con la muerte y  atraco de varios de sus miembros.

La Policía podría establecer con ellos una vía directa de comunicación de manera que puedan rápidamente informar de cualquier situación irregular que adviertan en las calles que recorren las 24 horas del día.

Este es un ejemplo de integración aplicable en todo el país.  Debe activarse de inmediato la línea de emergencia 911, y la ciudadanía  contar, además, con canales confiables para informar  de cualquier hecho delictivo.

Los comités de Derechos Humanos, las juntas de vecinos, las iglesias, los gremios sindicales y profesionales, los clubes, toda la sociedad civil debe unirse contra la violencia y la criminalidad que arropan a la sociedad dominicana.

No hay tiempo que perder, las autoridades deben dejar de ver conspiración en un problema que antes solo existía en los barrios marginados y que ahora cubre todo el territorio nacional, incluyendo las zonas céntricas de las principales ciudades.

El estado de inseguridad ha influído hasta en el carácter amistoso del dominicano que "vive chivo", y ve un posible  delincuente en cualquier persona que se le acerque en las calles,  centros comerciales y cualquier sitio público.

Se está viviendo un estado de paranoia colectiva como denuncié en meses pasados,  y si  las autoridades del país y la ciudadanía no se unen para combatir la delincuencia, el problema se agravará cada día más.

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