"Este número de agujeros negros en la galaxia de Andrómeda es un
impresionante hallazgo, pero sospechamos que esto es sólo la 'punta del
iceberg'.
La mayoría de los agujeros negros no tiene vecinos cercanos,
por lo tanto son invisibles para nosotros", explica el autor del estudio
Robin Barnard del Centro de Astrofísica de la Universidad de Harvard y
el Instituto Smithson, EE.UU.
Barnard y su equipo han procesado los datos recopilados a lo largo de
los 13 años de observaciones del telescopio espacial de rayos X
Chandra, así como las imágenes tomadas por su 'colega' europeo, el
telescopio XMM-Newton.
Como explican los científicos, en primer lugar tenían que resolver el
problema de la identificación de los agujeros negros, ya que bajo
ciertas condiciones, los agujeros "normales" pueden ser confundidos con
los supermasivos en galaxias distantes y al contrario.
Los autores del estudio notaron que la radiación de rayos X cambia
más rápido en los agujeros negros "normales" que en sus "compañeros
pesados".
Este conocimiento permitió a los científicos separar los objetos del
fondo de los agujeros negros en la galaxia de Andrómeda. Luego, por la
intensidad del brillo y las características de la radiación del
espectro, separaron a los agujeros negros de las estrellas de neutrones.
En total Barnard y sus colegas lograron encontrar 26 posibles
agujeros negros. La mayoría de ellos son objetos relativamente pequeños
que han surgido como resultado del colapso de estrellas cuya masa es
entre 5 y 10 veces más que la del Sol.
Los astrónomos están seguros del origen de 12 de ellos, pero la
esencia de los otros 14 supuestos agujeros negros aún no ha podido ser
verificada.
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