Escrito por el intelectual maeño Manuel Rodriguez Bonilla |
La batalla La Barranquita, un episodio marginado por muchos historiadores dominicanos, e incluso en las escuelas y lugares l aprensa dominicana merece mejor suerte para las futuras generaciones.
Casi todo el mundo ha oído hablar de La Barranquita, pero muy pocos saben a que se refiere este hecho que ha dado nombre a una de las grandes epopeyas del pueblo dominicano.
El enorme valor histórico que tiene la batalla La Barranquita radica en la defensa de la soberanía nacional asumida por 80 dominicanos, que enfrentaron a más de 800 marines norteamericanos en julio de 1916 en ese lugar
Es por eso que muchos definen este acontecimiento, La Batalla de la Barranquita la batalla de David contra Goliat, pues uno de los principales símbolo de la resistencia del pueblo contra la ocupación militar norteamericana del 1916.
Ese pesaroso acontecimiento tuvo sus causas en la inestabilidad que vivió el país en los primeros años del siglo XX, el expansionismo de los Estados Unidos de América en el Caribe y los empréstitos de los gobiernos con la banca internacional de la época.
Los hechos inmediatos, en términos de consecuencias fueron la renuncia del presidente Juan Isidro Jiménez por la disputa entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, impulsado por la inestabilidad y el caudillismo imperante.
El 15 de Mayo del 1916, desembarcaron las primeras Tropas norteamericanas en las proximidades de la ciudad de Santo Domingo bajo las órdenes del Contralmirante William Caperton.
Días después hacían lo mismo en San Pedro de Macorís, y el 1 de junio en Puerto Plata y Montecristi.
Desde Puerto Plata y Montecristi las fuerzas invasoras tenían como objetivo a ocupar la ciudad de Santiago para controlar los principales puntos políticos y económicos de la República Dominicana. Los norteamericanos habían recibido poca resistencia fruto del desorden y la anarquía imperante en el país, pero en Mao y en pequeñas comunidades del noroeste Como Doña Antonia, la situación fue muy distinta.
El comandante del puesto militar de Mao, el general Carlos Daniel Grullón, junto al sacerdote Eliseo Echevarria, el síndico Rafael (Fefo) Madera y el presidente del Ayuntamiento Don Efraín Reyes, decidieron asumir la defensa de la Patria.
Sin más estímulo que su patriotismo y sin idea de la superioridad del enemigo, el grupo de 80 hombres encabezados por el general Carlos Daniel salieron desde Santa Cruz de Mao a un punto del Camino Real (es decir la antigua vía que comunicaba a las ciudades de Montecristi y Santiago, conocido además como el camino viejo para emboscar las tropas de ocupación.
El lugar fue el cerro de la Barranquita, próximo a los entonces era parajes de Guayacanes y Maizal, a unos 6 kilómetros de la ciudad de Mao.Al día siguiente, se les unió el capitán Máximo Cabral, miembro del Ejército dominicano, quien fuera dejado libre por el Ministro de Guerra General Desiderio Arias cuando éste llego a Santiago desde Santo Domingo y al decidir no combatir a las fuerzas invasoras.
Del otro lado, estaba el coronel Joseph Pendentlon, comandante de las fuerzas enemigas de ocupación, salió de Montecristi el 25 de Junio de ese 1916 con 24 oficiales y 837 soldados.De ese modo, del lado de las fuerzas norteamericanas se contaban con 867 hombres con una guardia de Infantes de Marina montados a caballo, seguido de un cuerpo principal formado por la infantería y la artillería, un hospital móvil y las provisiones.Disponían de 24 carretas haladas por mulas, 7 camiones, 2 carretas y un vagón con agua, así como un tractor arrastrando 4 casas remolques y 11 automóviles marca Ford, según el parte de la época.
Entre sus armas había cañones de artillería, rifles, ametralladoras y pistolas.
Todo un moderno arsenal y tropas probadas en la primera guerra mundial en la que los Estados Unidos habían participado en Europa.
Las armas de los dominicanos en la Barranquita, por el contrario eran rifles Máuser de uno y seis tiros, Pero la batalla se inició en función la bravura, que era el único elemento en que superaban a las tropas invasoras.Cuentan que en más de un momento de la batalla, se hizo retroceder al poderoso enemigo.
En sentido el Capitán Fuller escribió sobre la batalla de la Barranquita, junto al señor Graham Cosmas, el libro “Los Marines en la Republica Dominicana 1916- 1924”, obra revisada y aprobada por el Museo de Historia de los Estados Unidos.
“El 3 de Julio, en Guayacanes, los insurgentes hicieron su segunda resistencia importante contra las fuerzas del Coronel Pendentlon.
En éste, el combate decisivo del avance hacia Santiago, los americanos enfrentaron a un enemigo atrincherado, y una aproximación al través de unos arbustos muy espesos. Esta vez la artillería no fue capaz de encontrar la posición desde la cual observar y disparar al enemigo, no pudo soportar el ataque, y la infantería y los que operaban las ametralladoras tuvieron que llevar la carga principal del combate.
Los ametralladores desplegaron una actividad en que se lucieron en una forma muy particular.
Arrastraron sus armas marca Colt y Benet - Merciersal a través de las malezas unas 200 yardas de a línea opuesta (las trincheras enemigas) y les dispararon estallando el fuego concentrado en un esfuerzo por silenciar los rifles de los enemigos.
El cabo Joseph Glowin arregló y se colocó su fusil detrás de una leña que estaba en el suelo, y empezó a disparar hasta que fue herido dos veces, cuando otros infantes de marina, con mucho esfuerzo le arrastraron hasta la guardia para curar sus heridas, y otro infante de marina cuya escopeta se había atascado, le sustituyó.
El primer Sargento Roswell Williams, luchando con una pistola Colt que tenia tendencia a atascarse, desde una posición en la que estaba expuesto al peligro, se levantó bajo el fuego, para tratar de quitar el obstáculo de la pistola y mantuvo su arma en acción.
Por esta hazaña llegó a ser el primer hombre en el Cuarto Regimiento en obtener la medalla de honor”.
Continúa diciendo el capitán invasor que, “mientras la infantería de la marina y la ametralladoras presionaban el ataque en el frente de la Sexta Compañía, bajo el mando del Capitán Julian Smith, un futuro Teniente General, atacó y disparó a las fuerzas rebeldes que se habían deslizado por el flanco de la columna para atacar el sector de las provisiones.Finalmente, el enemigo se dispersó y escapó dejando a los infantes de marina que ya habían tenido un muerto y 10 heridos, en posesión de las trincheras, probándose así la superioridad de la puntería de los fusiles de los infantes de Marina y del tiroteo de las ametralladoras.
Los rebeldes perdieron por lo menos 27 muertos y dejaron 5 prisioneros en las manos de Infantería de la Marina”, termina diciendo Fuller.
Un hecho relevante y digno de resaltar es el caso, el heroísmo del anciano dos veces héroe, pues también combatió las guerras de las Restauración, Francisco (Pancho) Peña quien fusil en manos se unió a los combatientes de la Barranquita dejando allí su existencia.
Otra hazaña singular fue la de Demetrio Frías, a quien era el síndico de Mao, le entregó la Bandera Nacional con la encomienda de volverla a traer y cuando la dejó por olvido en el campo de batalla ya abandonado por nuestros patriotas y ocupado por las fuerzas invasoras, se devolvió a buscarla penetrando el área ya controlada por el enemigo hasta rescatarla y hacerla llegar desde donde salió con ella.
El poeta Juan de Jesús Reyes describió la a los héroes como hombres valientes y astutos, por el uso de las abejas como estrategia militar concebida por el Comandante, el General Carlos Daniel, a quien entrega su reconocimiento.La familia Gutiérrez de Guayacanes que aportó cinco de sus miembros, muriendo la mayoría de ellos en el campo de batalla.
El Sacerdote de Mao, oca Reverendo Eliseo Echevarria quien desde el púlpito estimuló al pueblo joven a la defensa de la Patria pisoteada.El médico que vino desde Santiago, el doctor Geraldo Ellis Cambiaso, para curar y cuidar de los heridos hasta sanarlos.
Los combatientes de la batalla de La Barranquita del 1916 demostraron que cuando de defender la patria se trata no importa la cantidad de hombres ni la calidad de las armas, simplemente es un compromiso de cada hombre que se sienta comprometido con la obra de Duarte y los miles dominicanos que en sus respectivos momento lo han dado todo por su patria.
La participación militar de los pueblos del noroeste ha sido vital para la defensa de la soberanía de la República en los diferentes momentos históricos. Sus mejores hijos abonaron con su sangre y fiereza, con machetes en manos, la zapata donde se levantaría la República Dominicana.
Por eso, desde muchos años atrás se afirma con justicia al definir a esta prometedora región del país, de que EL NOROESTE ES DONDE SIEMPRE VIBRA EL CORAZON DE LA PATRIA.
El Batallón “Entre Ríos” y su Papel Durante la Independencia
El Noroeste ha sido escenario de importantes y sangrientas batallas, donde las fuerzas militares dominicanas han dejado la mayor muestra de heroísmo y patriotismo. Cuando el ejército haitiano ocupó nuestro suelo entre el 1822 y el 1844, constituyó el Batallón “Entre Ríos” con asiento en Mao, encabezado por oficiales haitianos pero conformado como soldados por jóvenes de este región, especialmente de las comunidades más próximas.
Manuel Jiménez, nativo de Gurabo (Pueblo nuevo) quien alcanzó el rango de capitán en sus luchas por la Independencia fue miembro de este Batallón; asimismo, lo fueron Benito Monción, Gaspar Polanco y Pedro Antonio Pimentel, militares que por sus luchas a favor de la Patria alcanzaron en las guerras restauradoras el rango de General.
Con el logro de nuestra independencia política, varios de estos puestos militares se desintegraron ante el desvande de sus cabezas, pasando éstos bajo el dominio de los patriotas que luchaban desde el 27 de febrero del 1844 por consolidar la soberanía de la República.
El Batallón Entre Ríos, creado en 1822 para ejercer vigilancia entre Mao y Guayubín, después de su casi total desintegración por los acontecimientos de Febrero, fue reordenado el 11 de marzo del 1844 por el General Francisco Antonio Salcedo (conocido como Tito), con el propósito de reguardar la jurisdicción noroestana de las tropas enemigas cuando estas cruzaran la parte norte para atacar y tomar la ciudad de Santiago.
Este Batallón o puesto militar fue incorporado a la División que, comandada por Salcedo con asiento en Mao, tenía la responsabilidad de defensa de la República hasta la frontera; es decir, la jurisdicción de lo que hoy es la 4ta. Brigada del Ejército Nacional.
El hoy fallecido General retirado Radhamés Hungría Morel, quien fuera investigador militar del Museo Nacional de Historia y Geografía durante varios años, en su trabajo (no publicado) titulado “Aspectos Historicos-Militares acerca de la Villa de Mao”, refiriéndose a los movimientos militares de Marzo del 1844 en la zona nos dice que “la jurisdicción de los bellos atardeceres”, como diría más tarde un poeta, se convirtió en su abigarrado campamento militar con una fuerza constante superior a los mil hombres, bajo el mando del General Francisco Antonio (Tito) Salcedo.
De ahí partió éste hacia Talanquera llevando consigo a 500 efectivos entre ellos a Jiménez y su compañía, para enfrentar a las invasoras de Pierrot, lo que obligó al jefe haitiano avanzar cautelosamente hacia Santiago en donde fuera batido el 30 de dicho mes. El batallón “Entre Ríos”, constituido en gran parte por maeños y nativos de comunidades próximas, tuvo una activa participación en las luchas por la Independencia de nuestra República.
Aparte de que tenía el compromiso de hostigar y obstaculizar el paso de los haitianos en su ruta hacia el interior del país por la parte norte, el “hatero”, como le llamaban a los nativos de esta jurisdicción, sobresalió por su entrega y heroísmo en batallas importantes como la de Santiago.
Más adelante, en el artículo ya citado nos señala Hungría Morel que: “una comunicación del Teniente Coronel Francisco Caba, del puesto de Guayubín, fechada tres días antes informaba”; “Esta mañana como a las diez continuaban algunos tiroteos del lado de Mao..”, lo que significa que la columna de Pierrot, al marchar por acá el día 27 fue hostilizada. Más adelante, señala Hungría que “por el paso del Rubio pasan muchos vecinos que vienen del lado de Mao”; indudablemente, refiriéndose a las familias de la población que huían abandonando la zona ante el avance del invasor, cuyo enemigo recibió su castigo al ser rechazado y abatido en forma contundente y definitiva en la decisiva Batalla de Santiago que se libró tres días después, o sea, el 30 de marzo de 1844, en cuya contienda bélica participaron los maeños formando parte del regimiento de “Entre Ríos”, integrado por los hombre de los Hatos”.Además del gurabero Manuel Jiménez, que más tarde lograría el rano de Teniente Coronel, otros militares de los “Hatos” con destacada actuación en las luchas independentistas en el área de los ríos, fueron Bartolo Mejía, un señor de apellido Céspedes y muchos otros más.Mientras las tropas haitianas ya en desbandadas por los dominicanos desde la ciudad de Santiago, después de aquel 30 e marzo, “nuestras tropas fueron engrosando sus filas con los hateros que se hallaban ocultos en los montes, y bien pronto lograron recuperar todo nuestro territorio” nos refiere el doctor Alejandro Llenas en su artículo “El Combate del 30 de Marzo de 1844”, escrito en 1875 y reproducido en la revista “Páginas Banilejas” en el mes de enero de 1958. El mismo llenas nos señala que los hombres de “Entre Ríos” junto al Coronel José Nicolás Gómez (quien más tarde comandaría el Batallón “Entre Ríos”) y el General Francisco Salcedo, tuvieron una activa participación plantando “el pabellón cruzado hasta las fronteras”. La historia, hasta ahora, no ha sido justa para reconocer que el noroeste de la República fue la cuna y principal escenario de la Restauración. Aunque por doquier se conspiraba contra el Gobierno de España, país al que el General Pedro Santana había anexado o entregado la República lograda por nuestras espadas frente a los haitianos en 1844, ya que era un sentir generalizado de ser libre e independiente de toda potencia extranjera, no menos cierto es que el Movimiento que desde el poblado de Sabaneta encabezado por Santiago Rodríguez era el más importante.
Este movimiento conspirativo tenía ramificaciones en Guayubín, Montecristi, Mao, San José de las Matas y Puerto Plata. Los hechos ocurridos desde febrero del 1863 así lo demuestran.Cuando en medio de una borrachera en casa de su querida en la comunidad de Guayubín, Norberto Torres, comprometido con el Movimiento Patriótico, al ser saludado por un soldado español contestó que dentro de 5 días (es decir, el 27 de febrero, en el aniversario de la Independencia Nacional) ellos (los españoles) sabrán lo que les vendrá encima, el Lugarteniente de Santiago Rodríguez en Guayubín Coronel Lucas Evangelista de Peña no tuvo más que hincar a destiempo a lo programado el ataque, el día 21, enfrentando y derrotando a las tropas que dirigía Fernando Valerio, el mismo que encabezó al ejército dominicano para sellar la Independencia contra Haití 19 años ante, el 30 de marzo de 1844. Al amanecer del 22 de febrero de ese 1863, Santiago Rodríguez se levantó en Sabaneta enviando una columna a San José de las Matas, y ese mismo día también se sublevó Montecristi. El 24 de febrero, los patriotas en Santiago tomaban la cárcel vieja, poniendo en libertad a los presos para luego dirigirse al fuerte San Luis, pero fueron interceptados antes de su llegada, disuelto el grupo de nuestros combatientes y apresados sus ... principales cabezas.
En Guayubín se continuó combatiendo con fiereza. En el fuerte de Mangá, próximo al referido poblado noroestano, se consolidaron 200 hombres comandados por Benito Monción.
El coronel José Hungría Morel, dominicano y Gobernador español en Santiago, enfrentaba a los patriotas en diferentes puntos de la región noroeste. Santiago Rodríguez, Alcalde Sabaneta hasta el último momento y jefe de la sublevación, salió a Haití junta a varios de sus compañeros para lograr ayuda e hincar de nuevo la guerra.
Junto a Benito Monción y José Cabrero, Santiago Rodríguez permaneció por 5 meses en contacto con sus amigos en los pueblos fronterizos y del noroeste, pasando armas y pólvoras al lado dominicano y hombres hacia el lado haitiano, hasta salir en la noche del 15 de agosto en 3 grupos en dirección a Sabaneta, Guayubín y Paso de Macabón (Dajabón), encabezados por el mismo Santiago Rodríguez y José Cabrera el primero, Benito Monción el segundo y Pedro Antonio Pimentel el último.Buceta, el temido comandante español, había salido desde Santiago con sus hombres para enfrentar a los patriotas que desde Haití penetraban al noroeste de la República, siendo enfrentado y derrotado por las tropas del General Benito Monción y Pedro Antonio Pimentel que les cayeron por el frente y la retaguardia. Eran los primeros disparos de la guerra restauradora, la que iniciaría ahora sin parada hasta derrotar al ejército español.
Los primeros disparos sonaron a las 9:00 de la mañana del 16 de agosto. El malo de Buceta fue perseguido por Benito Monción y Pimentel en la ruta de Guayubín a Santiago, siendo alcanzado y derrotado nueva vez en Doña Antonia, llegando a la Zona de Guayacanes con sólo 8 ó 10 hombres, nos dice Pedro Archambault en su libro “Historia de la Restauración”.
Mientras esto ocurría por la zona de la llamada ruta por fuera, en la ruta de adentro, Santiago Rodríguez y José Cabrera penetraban por Santiago de la Cruz, continuando por el Corral de los Indios de la loma de Chacuey, luego Partido, tomando el camino real que une a Dajabón con Sabaneta con alrededor de 1000 hombres bien armados. Próximo a Sababeta, en el Guanal, enfrentó y derrotó a las tropas españolas que conducía el General José Hungría, Gobernador para la región noroeste de Guayubín a Dajabón.
Nos dice Archambault en su libro citado que el 20 de agosto “tuvo el Gobernador que batirse en retirada hacia Sabaneta. No pudo entrar en dicha plaza porque los patriotas lo perseguían sin (darle) cuartel... Hungría llegó a El Guanal, cerca del pueblo de Sabaneta, y tirandose por los montes.... pasó fugazmente por el Ojo de Agua y los Cercadillos.... recobró el camino de Sabaneta a Las Matas y acabó refugiándose en la Loma del Tabaco, hasta donde lo persiguió Santiago Rodríguez y lo batió”.Juan Bosch, en su obra “La Guerra de la Restauración” señala que “En la Línea Noroeste, era donde se había iniciado con un vigor extraordinario, la Guerra de la Restauración, y para el 26 de agosto, día de la llegada a Santiago de los generales Hungría y Mieses (Dionisio que mandaba en Las Matas a nombre de España), casi toda la Línea Noroeste había caído en manos dominicanas”.
Finalmente, con los fieros combates escenificados a finales de agosto y en los primeros días del mes de septiembre, se selló la derrota definitiva de los españoles, sellándose la Restauración de la República Dominicana.
En el Noroeste, dentro de los acontecimientos importantes podemos citar:a) El llamado Grito de Capotillo en el Cerro del mismo nombre, el 16 de agosto del 1863, Santiago Rodríguez, José Cabrera y Benito Monción, entre otros, inician la lucha armada contra los españoles;b) La Batalla en la Zona Beler, derrotando a las tropas españolas (unos 150 soldados) que estaban al mando del comandante del San Quintín (nombre de un batallón español).
Los dominicanos estaban comandados por Benito Monción y Pedro Antonio Pimentel;c) La batalla de El Guanal, próximo a Sabaneta, comandado los dominicanos por Santiago Rodríguez y José Cabrera, frente a las tropas españolas que dirigía el dominicano José Hungría;d) La toma de Montecristi, el 20 de agosto, bajo la conducción de los patriotas Federico García, José Alejandro Metz y Alejandro Campos;e) La toma de Guayubín, el 18 de agosto por los patriotas comandados por el general Juan Antonio Polanco (hermano de Gaspar Polanco). Aquí murió el jefe de la plaza, el español coronel Sebastián Reyes.
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