Colombia ya empezó a recibir a los participantes de
la VI Cumbre de las Américas, que arrancará oficialmente el martes en la
ciudad caribeña de Cartagena de Indias en medio de no pocas
expectativas.
Y es que aunque la agenda oficial elaborada por
el gobierno colombiano se centra en los temas de integración física,
acceso y utilización de tecnología, desastres naturales, seguridad y
reducción de la pobreza, durante el encuentro los mandatarios de la
región también abordarán dos temas particularmente espinosos pero no por
eso menos importantes.
El primero es el futuro de la guerra
contra las drogas, un debate en el que por primera vez se discutirá al
más alto nivel la posibilidad de un cambio de estrategia que pase por su
legalización o despenalización.
El segundo es la posible participación de Cuba
en las futuras citas hemisféricas, una discusión marcada por la ausencia
del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien ya advirtió que no
volverá a participar en otra de estas cumbres mientras el país caribeño
no reciba también una invitación.
La ampliación de la de por sí ambiciosa agenda
ha sido bien recibida por los anfitriones colombianos, que esperan que
la cumbre les permita consolidarse como un actor cada vez más importante
en el concierto político regional.
Pero el encuentro también constituye un
importante desafío logístico y de seguridad para un país que quiere
aprovechar la oportunidad para mostrarle al mundo su mejor cara.
BBC Mundo le cuenta cómo se ha preparado Colombia para la ocasión.
Los sospechosos alcatraces
En materia de seguridad Colombia no está dejando
nada al azar y ha contado con el apoyo de 32 organismos de policía e
inteligencia de 27 países.
"Queremos demostrar que las cumbres sí pueden producir resultados"
María Ángela Holguín, ministra de Relaciones Exteriores de Colombia
Más de 17.000 efectivos de la fuerza pública,
entre armada, ejército, policía y fuerza aérea, se encargarán de
proteger a los asistentes a la cumbre y especialmente a los jefes de
Estado que se reunirán a partir del sábado 14 de abril.
Seis aviones y cuatro helicópteros patrullarán
constantemente los cielos de Cartagena, mientras que la seguridad de la
bahía estará garantizada por cuatro submarinos y varios equipos de
hombres-rana.
A la ciudad se han desplazado seis robots
antiexplosivos, mientras que se calcula que unos 400 francotiradores
estarán apostados en las azoteas de la ciudad durante la reunión de
mandatarios.
Y no cualquiera podrá acceder al centro histórico del principal destino turístico de Colombia mientras dure la Cumbre.
"Hasta los alcatraces despiertan sospechas",
resumió el cronista Colombia Juan Gossaín en un artículo publicado el
domingo por el diario El Tiempo, en el que también da una pista para
reconocer a los agentes de los diferentes servicios de inteligencia
extranjeros que han llegado a la ciudad que los colombianos llaman
cariñosamente "La Heroica".
"Lo primero que piden, a penas se sientan, es un
revoltillo de licores llamado Tom Collins. 'Son los únicos seres
humanos capaces de tomarse ese jarabe', comentan los meseros, muertos de
risa," escribió Gossaín.
Las dos noches de Barack Obama
Para muchos la mejor prueba de la mejora en la
situación de seguridad de Colombia es el hecho que el presidente
estadounidense, Barack Obama, pasará una noche, tal vez dos, en suelo
colombiano.
Pero además del hospedaje de Obama, los
organizadores también tienen que hacerle frente al reto de alojar a las
más de 11.000 personas que se calcula llegarán a Cartagena para
participar o cubrir la Cumbre y actividades asociadas –como el Foro
Social, que inició este lunes, y la Cumbre Empresarial, que arrancará el
viernes- cuando la capacidad hotelera de la ciudad es de tan solo 6.000
camas.
Afortunadamente, no todos los participantes
estarán en la ciudad durante las mismas fechas, aunque eso no evitará
que algunos tengan que pernoctar en la vecina ciudad de Barranquilla.
Y lo que pasa con las personas, también pasa con
los aviones, pues se espera la llegada de al menos 15 aviones
presidenciales y varias decenas de aeronaves privadas, en su gran
mayoría propiedad de los invitados a la Cumbre Empresarial.
Y la falta de capacidad de los hangares del
aeropuerto internacional Rafael Núñez de Cartagena los obligará a
trasladarse a los aeropuertos de otras ciudades colombianas, e incluso
de vecinas naciones caribeñas, después de haber dejado a sus pasajeros.
En cualquier caso, en todo lo relacionado con
logística los asistentes a la Cumbre podrán contar con la asistencia de
un ejército de más de 3.000 empleados, contratados por el consorcio de
agencias de viaje que ganó la licitación hecha por el gobierno para
quedarse con un contrato de casi US$25 millones.
¿Una herencia para Cartagena?
La organización de la Cumbre también le ha traído algunos dolores de cabeza a los cartageneros.
Expulsados del centro histórico, los
tradicionales vendedores ambulantes temen no poder beneficiarse de la
ocasión y han amenazado con protestas.
Y el 75% de la población, que vive fuera de las
murallas de la ciudad en condiciones de pobreza, también corre el riesgo
de no beneficiarse directamente de las mejoras en la infraestructura de
Cartagena.
Estas incluyen una inversión de más de US$1,6
millones en el arreglo de plazas y parques del centro histórico y en la
recolección de basuras.
La vía que conecta el aeropuerto Rafael Núñez
con el recinto amurallado también fue rehabilitada a un costo de casi
2.000 millones de pesos (poco más de un millón de dólares).
Otra de las herencias de la cumbre será un
moderno nuevo cableado para internet y televisión digital de 39
kilómetros de longitud.
Y las autoridades locales esperan poder quedarse
al menos con parte de las 150 cámaras de video vigilancia instaladas en
ocasión del evento.
Los escenarios de Santos
Colombia, en cualquier caso, quiere sobre todo
ser juzgada sobre todo por su capacidad para hacer que la Cumbre termine
con algo más que una declaración de buenas intenciones.
"Queremos demostrar que las cumbres sí pueden
producir resultados", dijo la ministra de Relaciones Exteriores
colombiana María Ángela Holguín.
"Hemos dedicado tantos esfuerzos a la
preparación de esta Cumbre que el fracaso ni lo contemplamos", agregó,
refiriéndose a los meses de trabajo y reuniones preparatorias sobre los
temas de agenda.
Y, tal vez para evitar un fracaso, las
autoridades colombianas también dieron a entender que el tema de Cuba y
la guerra contra las drogas podrían no ser incluidos en la declaración
final de la cumbre, sino abordados como documentos aparte.
En cualquier caso, según la revista Semana, el
presidente Juan Manuel Santos parece tener claro lo quiere conseguir con
respecto al tema de la lucha contra la drogas: convencer a los otros
mandatarios de la necesidad de iniciar una discusión sobre los
escenarios posibles, y sus consecuencias, que empleé la metodología del
canadiense Adam Kahane que ya fue aplicada al caso colombiano.
De ser aceptada, la propuesta daría lugar a la
creación de un grupo de trabajo especial que podría estar presentando
sus primeros resultados dentro de un año, para alimentar un debate que
debería luego llevarse al seno de Naciones Unidas, afirma Semana.
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