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lunes, 18 de febrero de 2013

Recordando a Reginaldo Atanay

Autor Tiberio Castellanos
No sé por qué esta tarde recuerdo a Reginaldo Atanay.
No sé, quizas si porque estuve leyendo versos de Antonio Machado. Nostálgicos recuerdos de Soria: ríos, álamos y chopos. "Álamos de las márgenes del Duero".
 
Yo tenía largos planes con Atanay. Se había mudado de New York, donde vivió  largos años, a una localidad cercana a Miami. Y ya, para nuestro regocijo, había estado en algunos de nuestros Viernes Culturales Dominicanos.
 
Ah, sí. Es que también he estado escribiendo sobre cenizas y cremación. Y a Reginaldo lo cremaron. Y no sé si   -cenizas al Atlántico para que fueran a Dominicana-. No lo sé, ahora se inventan ceremonias  e intenciones. A mi no me gusta eso.
 
Otra cosa es que me sorprendió que Reginaldo tuviera al morir tan sólo 72 años. Yo había calculado que tendría al menos ochenta y más, como yo. ¿ Cómo sabía tanta vieja historia dominicana y de dominicanos? Y no la aprendida en los textos de Moya Pons o algún otro. No, historias de las que él fue también testigo.
 
 Y que contaba con tanto sabor dominicano. Alguien tiene que estar coleccionando estos trabajos de Atanay para su publicación en un interesante libro de historia dominicana.
 
Es que Reginaldo comenzó su notable y larga carrera de periodista cuando el era muy joven todavia, en aquel El Caribe de  imprenta con tipos de plomo. Y no recuerdo si Reginaldo contó algo de sus inicios en esa vieja imprenta de El Caribe donde comenzaron su carrera otros periodistas. Esto no lo recuerdo.
 
Sí, yo tenía muchos planes con Atanay. Pues estando cerca de Miami, hubiéramos podido organizar con él muchas actividades en nuestros Viernes Culturales Dominicanos. 

Atanay era hombre de muchas ideas. Y de muchos conocimientos. Además era un dominicano sin rencores.
 
Y sin egoismos. Era, Reginaldo Atanay, un hombre bueno.
Su recuerdo esta tarde es el encuentro con un viejo amigo.
Un abrazo.

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