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miércoles, 27 de febrero de 2013

Al tratar caso Barrick, Danilo evidenció indignación y reveló acontecimientos que el país desconocía

SANTO DOMINGO.- La ardiente y férrea postura que asumió el presidente Danilo Medina frente al accionar en el país de Barrick Gold, ha puesto sobre el tapete y en evidencia aspectos fundamentales que sobre este caso no eran del conocimiento público. 


En efecto, la vehemencia y la fuerza empleada en el uso de las palabras al abordar el tema, proyectaron claramente la indignación de un jefe de Estado tocado igualmente por la irritación que envuelve a muchos dominicanos enfadados por la notable desigualdad en la distribución de los beneficios por la explotación del oro en Pueblo Viejo. 

Asimismo, en su intervención ante la Asamblea Nacional en su primera rendición de cuentas, el presidente Medina reveló al país la existencia de una Comisión Oficial de Alto Nivel, coordinada por el ministro de la Presidencia, con el encargo de iniciar conversaciones con los ejecutivos de la Barrick Pueblo Viejo.

Dicha comisión, designada inmediatamente el mandatario asumió como Presidente, y de la cual poco o nada se sabía, tenía por objetivo acordar modificaciones al esquema fiscal establecido en el contrato, lo que no se ha logrado pese a decenas de reuniones en los últimos seis meses.

En una clara actitud de indignación, el gobernante deploró el hecho de que a la fecha no se haya logrado convencer a la empresa minera sobre la necesidad y la urgencia de hacer las correcciones necesarias al esquema actual de distribución de los ingresos, entre la empresa y el Estado dominicano.

Tampoco estaba confirmado, y lo hizo en su intervención el mandatario, que la visita al país del canciller de Canadá se había sucedido como consecuencia del debate generado por la solicitud para que se modifique el contrato entre el Estado dominicano y la  Barrick.

Pese a elogiar la reputación de la empresa, al asegurar que está convencido de que se trata de una minera seria y responsable, Medina no evadió coraje para lanzar una especie de ultimátum a la multinacional: “Quiero hacer hoy un último llamado a los ejecutivos de la Barrick Pueblo Viejo para que accedan a revisar los aspectos fiscales del contrato, pues el esquema actual de distribución de ingresos, luego del alza en los precios del oro en el mercado mundial, es inaceptable.

En busca de reciprocidad, el presidente Medina, como una especie de “echar en cara” le recordó a la Barrick Gold una petición que ésta hizo en el 2007, para que el Gobierno le flexibilizara los aspectos fiscales, tras lo cual las autoridades aceptaron ir a la mesa de negociación y como resultado de ese diálogo la Cámara de Diputados aprobó, en noviembre de 2009, establecer modificaciones al régimen fiscal del contrato.

Usar en su discurso el término “migajas” para referirse a los exiguos beneficios que recibe el Estado por la explotación del oro, el ejecutivo de la nación muestra su ahora conocida inconformidad con la situación.

Y más enfado dejó traslucir Medina cuando advirtió que es “sencillamente inaceptable (esta última palabra escrita en alta) que de cada US$100 de ingresos de la exportación de oro y otros metales, la Barrick recibiría 97 dólares y el pueblo dominicano sólo tres.  

Y casi la ira siguió: “Yo, Danilo Medina, les aseguro que eso no sucederá”, al alertar que la minera se quedaría prácticamente con todo y los dominicanos con nada, si no se modifica el contrato.

Aunque a muchos les pareció un grito de guerra, el presidente Danilo Medina lanzó una especie de  “canto patriótico” para redondear su criterio: Quiero que me escuchen bien: El oro que subyace en el suelo de la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, es del pueblo dominicano.

Autor: LUIS BRITO

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