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miércoles, 13 de febrero de 2013

MIÉRCOLES DE CENIZA



Autor Tiberio Castellanos
      En un tiempo. al ponerte en la frente la cruz de ceniza, el cura te decía: - polvo eres y en polvo te convertirás-. Ahora se dice: -conviértete-.  Pienso que no hay en el cambio una gran diferencia, salvo que, posiblemente, sea más didáctica la fórmula de la conversión.
 
      Sí, porque conversión es cambio. De lo regular, para lo bueno. De lo bueno, para lo mejor. Y, como ven, no parto de  lo malo. No creo que esta vez sea necesario.
 
       Y esto de la conversión y el cambio, y aquello de que, tarde o temprano volveremos al polvo ( y más ahora que a casi todos los que no somos muy ricos nos creman, al menos en Miami), me hace pensar, que cada nuevo día que nos dan ( y a mi son muchos los días que el patrón me ha dado y que mucho agradezco) es una nueva oportunidad para transformar viejas costumbres, en buenos hábitos. 
 
      Porque todos tenemos viejas costumbres que no nos ayudan a mejorar nuestra condición humana. Y no quiero mencionar aquí viejas costumbres que son a la vez feos pecados, es decir, muy feos vicios. No, algunas no son tan malas. Pero, entiendo que tampoco son muy convenientes. Por ejemplo, el levantarse no muy temprano.
      A mi me parece, que si se me regala, cada día, el dia de hoy, yo debo recibirlo y saludarlo, al amanecer. Es decir, al comenzar la vida de ese día. Y en ese momento, dar a Dios gracias por ese día que nos da. Por el dia de hoy.
Que en definitiva, es el único que ahora tengo, el de hoy.
 
      Pero no me haga mucho caso. Usted levántese a la hora que le de la gana.
      Pero, si lo hace como yo, encontrará, cada mañana, un nuevo mensaje de luz que va desde la yerba de los patios hasta las nubes. Y algo suave en la brisa mañanera que los que se levantan tarde siempre se han perdido.
 
 Encontrará que la gente a su paso, aunque casi todos van a su trabajo, son mas receptivos a su saludo mañanero: ¡buenos dias! ¡buenos días!. Que en un tiempo decíamos, ¡ buenos dias nos de Diós! y eso es lo que yo quiere decir cuando te saludo por la mañana.
 
      En fin, es tiempo de  conversión, de cambio. Te digo, que no a todos nos vendrá la invitacion al cambio tan radical, tan patente, como a aquel Saulo camino de Damasco.
 
      Pero yo te invito. Sin la menor posiblilidad de tumbarte del caballo, ni de producirte una pasajera nublazón en los ojos, para que luego veas la gran Luz. Sin eso, pero quizas recordando también eso, yo te invito.
Un abrazo.

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