David Hemler desertó de la
Fuerza Aérea de Estados Unidos y, por 28 años, figuró en la lista de los
hombres más buscados.
Tras huir, asumió una identidad falsa, se casó y
formó una familia en Suecia. Pero, al final, se descubrió su secreto.
Era 1984. En el momento más álgido de la Guerra
Fría, el entonces presidente de EE.UU. Ronald Reagan desplegó los
misiles conocidos como Persing II en Alemania Occidental.
En
ese entonces David Hemler, de 21 años, trabajaba para la Fuerza Aérea
estadounidense en Augsburgo, Bavaria. Pero no estaba contento.
Hemler se acercó a sus superiores para pedir que le dieran de baja, argumentando que se había vuelto pacifista.
A modo de respuesta, lo enviaron a un psiquiatra.
"No pensé que ser pacifista significara que
tenía una enfermedad mental. Pero venía sintiéndome mal", dice. "Durante
la noche me quedaba despierto pensando, sin poder dormir. También tenía
dificultades para comer y me desmayé un par de veces".
Las autoridades no lo dejaron ir, pero le quitaron su trabajo ultrasecreto y lo pusieron a limpiar pisos.
"Quería que lo entendiesen como una forma de pedir ayuda, de hacerle entender a la gente que no me sentía bien"
Después de un año como empleado de limpieza, Hemler se dio cuenta de que no le iban a permitir que abandonase la Fuerza Aérea.
"Fue muy duro. Ya habían pasado tres años y todavía quedaban otros tres".
Así fue que Hemler empezó a darle vueltas a la idea de desertar.
Pensó irse sólo por un tiempo. "Quería que lo
entendiesen como una forma de pedir ayuda, de hacerle entender a la
gente que no me sentía bien".
Pero no le salió como pensaba.
Vivir con miedo
Hemler decidió ir a Suecia. Había estado allí
antes y creía que ese país había albergado a soldados estadounidenses
que habían desertado durante la Guerra de Vietnam. Cuando llegó adoptó
el nombre de Hans Schwarts y dijo que era el hijo de una pareja de
viajeros que habían vivido en 35 países diferentes.
La policía sueca tenía sospechas y quiso
deportarlo. Por su acento, se dieron cuenta de que venía del este de
EE.UU, "pero nadie sabía a donde enviarme", explica Hemler. "Yo les dije
que había nacido en Suecia".
Al final, no hallaron pruebas suficientes para
determinar su origen y, en vez de enviarlo a prisión, lo dejaron
quedarse en el país. Un año y medio más tarde, le dieron un permiso de
residencia.
No obstante Hemler vivía atemorizado. Sabía que
le habían otorgado un permiso gracias a un identidad falsa y que las
autoridades estadounidenses lo estarían buscando.
"Cada vez que escuchaba una sirena de policía pensaba que estaban viniendo por mí".
La Fuerza Aérea estadounidense lo puso en la lista de los diez fugitivos más buscados, junto a asesinos y violadores.
Para evitar que lo capturasen, Hemler aprendió
sueco y cambió su apariencia. Se dejó crecer el pelo hasta los hombros y
dejó de afeitarse.
Tuvo varios trabajos, incluyendo uno en una
residencia para personas de la tercera edad. Fue a la universidad y
estudió Estadística. Ahora desempeña un cargo en una agencia
gubernamental sueca en la ciudad de Uppsala, en el sur del país.
Secreto
En los últimos 28 años, Hemler no reveló su
identidad a nadie, ni siquiera a su novia en Suecia, con la que tuvo una
hija, ni a la mujer con la que se casó más tarde, con quien tuvo dos
hijos más.
Corría un riesgo demasiado grande si entraba
nuevamente en contacto con su pasado. "Temía que si me comunicaba con
mis padres me deportasen y ya no pudiese volver a ver a mi hija".
Obligado a elegir, Hemler optó por su hija.
Cuando la mayor creció, ya no pudo soportar más estar separado de sus padres. "Había esperado demasiado y ellos también".
Así fue que en junio de este año tomó la
decisión de llamar a su familia. Antes de hacerlo, reveló su historia a
un periódico danés y le envió un correo electrónico a las Oficina de
Investigaciones Especiales de la Fuerza Área, que aún lo considera un
fugitivo.
La actitud de su familia sorprendió enormemente a Hemler.
"Yo esperaba que todo el mundo estuviese enojado
y merecía que me castigaran, pero todos estaban tan felices de que
hubiese vuelto, que nadie me pidió siquiera una explicación. Estaban
felices de saber que estaba vivo y bien".
La alegría también se apoderó de las autoridades
estadounidenses, que por fin lograron hallar a uno de sus hombres más
buscados. Sin embargo, aún no está claro que medidas podrán tomar para
sancionar contra Hemler.
Mientras permanezca en Suecia no hay mucho que
puedan hacer. Si bien este país tiene un tratado de extradición con
Estados Unidos, éste no es válido para extraditar a ciudadanos
estadounidenses por ofensas políticas o militares.
Confesión difícil
La otra persona a la que le tuvo que contar la verdad fue su esposa.
"Al principio no sabía que pensar. Le mostré mi foto en la página de los más buscados para que me creyese".
Hemler dice que su pareja -mitad sueca, mitad
tailandesa- no se siente traicionada y entiende por qué se hizo pasar
por Hans Schwarz.
Para ella es importante que su marido conozca a
sus padres que viven en Tailiandia, pero mientras el proceso legal
contra él siga vigente, viajar representa un riesgo.
28 años después, Hemler todavía lamenta su decisión de desertar.
"Fue un proceso gradual. Me metí en un lío del que no pude salir".
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