Si usted sigue los discursos de la Asamblea General
de Naciones Unidas (ONU) que se pronuncian cada año en la sede de ese
organismo en Nueva York, quizás se haya percatado de que siempre son
inaugurados por el representante de un país latinoamericano: Brasil.
Si es así, puede que tenga en mente la imagen de
Luiz Inácio Lula da Silva o más recientemente la de Dilma Rousseff
ofreciendo el discurso inaugural en ese foro. Pero no crea que es un
fenómeno nuevo.
Sucede así desde 1947, cuando el
entonces jefe de la delegación brasileña Osvaldo Aranha habló en la
apertura de la primera sesión especial de la Asamblea General y dio
inicio a una tradición que se ha mantenido hasta hoy.
"No está escrito en ninguna carta o documento,
pero se creó la tradición y a partir de entonces todas las sesiones de
la Asamblea General de Naciones Unidas son abiertas por el discurso del
representante de Brasil", le explicó a BBC Mundo el director del Centro
de Información de la ONU en el país sudamericano, Giancarlo Summa.
Frente a la versión de la tradición, que
defiende la cancillería brasileña, la prensa local también apunta en
ocasiones la versión de que ese país "fue elegido como alternativa a que
la Asamblea General fuera abierta por uno de los dos enemigos de la
Guerra Fría que pretendían hacerlo: Estados Unidos o la Unión
Soviética", comenta el corresponsal de BBC Mundo en Brasil, Gerardo
Lissardy.
Pero esta versión no ha sido confirmada oficialmente.
"Estatus diferenciado"
A juicio de Giancarlo Summa, con la tradición de
que Brasil abra las sesiones de la Asamblea General se le otorga un
"estatus diferenciado" a la nación sudamericana y se reconoce su
importancia en el organismo "desde el punto de vista geográfico,
demográfico y político".
Y es que, pese a que Brasil no consiguió su
incorporación como miembro permanente en el Consejo de Seguridad, como
intentó en un primer momento, fue uno de los Estados fundadores de la
ONU y el primer país en adherirse en 1945.
Además, junto a Japón, ha sido la nación que más veces ha ocupado un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La tradición de que Brasil inaugure la Asamblea
General se mantuvo incluso durante los gobiernos militares (1964-85),
período en el que, por lo general, quien pronunciaba los discursos era
el canciller, recuerda Summa.
Según el funcionario de la ONU, pese a que
entonces "había organizaciones de derechos humanos que naturalmente
protestaban contra las violaciones de derechos humanos (...) la
diplomacia brasileña aún en los años duros de la dictadura mantuvo una
capacidad de diálogo internacional".
Primera mujer
Y precisamente a la tradición de diálogo de la
diplomacia brasileña han apelado varios países de cara al discurso que
pronunció este martes la presidenta Dilma Rousseff en la inauguración de
la 67 sesión de la Asamblea General de la ONU, que tuvo como temas
centrales la prevención y la solución pacífica de los conflictos
internacionales.
La mandataria condenó la pérdida de vidas en el
conflicto en Siria y dijo que el Consejo de Seguridad de la ONU debe ser
"urgentemente reformado".
Según el portavoz de Itamaraty -la cancillería
brasileña-, Tovar Nunes, varios países habían expresado su "deseo" de
que Brasil se convirtiera en la "voz del diálogo" de cara a los
conflictos actuales, principalmente sobre dos de los temas que -se
espera- estarán en el centro de la agenda de las sesiones: además de la
crisis siria, la disputa por el programa nuclear iraní.
Por otra parte, Rousseff criticó este martes la
política monetaria expansionista de algunos países desarrollados, porque
-aseguró- encarece la moneda de las naciones emergentes y afecta su
competitividad.
"Hay un sentimiento de que Brasil tiene una
contribución que dar, y la presidenta tendrá un recado en ese sentido",
explicó Tovar, quien apeló a la tradición diplomática brasileña.
"Nosotros hemos insistido en que no vemos una
solución militar a los conflictos actuales en el ámbito internacional,
de modo que lo natural sería que (el discurso) vaya por ahí".
La voz de Rousseff fue la primera de los 193
países miembros en escucharse en la sede de la ONU en Nueva York, aún
antes que la del mandatario estadounidense, Barack Obama.
El año pasado, el discurso inaugural de la
presidenta brasileña recibió una gran ovación. No en vano, fue la
primera mujer en inaugurar la Asamblea General en la historia del
organismo.
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