York se convirtió en la primera ciudad en imponer un límite al tamaño de las bebidas gaseosas, una polémica medida promovida por el alcalde Michael Bloomberg como mecanismo para luchar contra el problema de la obesidad.
El Consejo de Salud neoyorquino aprobó la iniciativa, considerada por
los funcionarios de la alcaldía como “histórica”, pero cuestionada como
“discriminatoria” por parte de la industria de bebidas.
El alcalde Bloomberg se ha propuesto como uno de sus objetivos
mejorar la salud de los ciudadanos y asegura que las medidas adoptadas
han dado resultados.
“Si quiere tener una vida más larga y más saludable que la media del
país, venga a vivir a Nueva York”, anunciaba recientemente orgulloso
Bloomberg al destacar que la esperanza de vida es un año y medio más que
en el resto de Estados Unidos.
Pero no todos están de acuerdo con esta “cruzada saludable” para
beneficiar a la población, ni la industria de bebidas -la potencial
afectada- hasta muchos ciudadanos -los potenciales beneficiarios.
Cruzada saludable
Desde que llegó a la alcaldía en el año 2002, Bloomberg prohibió
fumar en parques o playas, que las comidas tengan grasas trans y exigió a
las cadenas de restaurantes poner a la vista el conteo de calorías de
sus productos.
Su propuesta más polémica hasta ahora ha sido la prohibir las bebidas
gaseosas de más de 473 ml en restaurantes, cines, bodegas y estadios
deportivos.
La más reciente: obligar a los hospitales a esconder la fórmula
artificial a las madres que acaban de dar a luz como una manera de
promover la lactancia materna.
Casi todas estas medidas se han adoptado sin demasiadas consultas a
la ciudadanía, aprobadas por comisiones del Ayuntamiento controladas por
personas que comparten la filosofía del alcalde.
Sin embargo, generan asombro en el resto del país, al punto que
muchos estadounidenses se preguntan por qué los ciudadanos de la Gran
Manzana no se revelan contra su alcalde.
Memoria corta
Según dijo James Colgrove, profesor de Ciencias Sociomédicas de la
universidad de Columbia las medidas de Bloomberg suelen ser polémicas
pero una vez que se aplican, la gente se olvida de ellas.
“La prohibición de las bebidas azucaradas es muy impopular porque
mucha gente las toma. Pero no creo que haya disturbios callejeros por
ello”, bromea Colgrove.
“Bloomberg ha sido muy agresivo a la hora de utilizar la ley para
avanzar en objetivos de salud pública. Ha sido bastante radical y los
neoyorquinos han tenido más oportunidades que otros ciudadanos para
acostumbrarse a que sea el gobierno el que tome este tipo de medidas”.
Algunos neoyorquinos consultados aleatoriamente por BBC Mundo dijeron
reconocer que la obesidad es un problema muy grave pero se muestran
divididos sobre la intervención directa del ayuntamiento en su estilo de
vida.
Desde que llegó a la alcaldía en el año 2002, Bloomberg ha puesto en práctica distintas prohibiciones.
“Prohibir las bebidas azucaradas es ridículo, porque si quiero me
puedo tomar un litro. Esta bien intentar que la ciudad sea más
saludable, pero también está ahí la libertad de elegir de cada uno”,
dijo a BBC Mundo el joven Joseph Rosa, quien considera que ese tipo de
prohibiciones no logra cambiar los hábitos de la gente.
“¿Por qué no poner leyes en marcha que ayuden a la gente que a veces
no son capaces de cuidarse de sí mismos a la hora de comer, y de tomar
el control de sus dietas o sus hábitos de salud?, Me parece bien que se
pongan leyes.” dijo Damaris Bartholomew, una joven que trabaja en un
puesto de venta de comidas.
“En Nueva York no todo el mundo puede comprar la comida saludable que
quiere imponer el alcalde”, afirmó Juan Luciano quien comparte la
advertencia que hacen algunos de que comer sano puede ser caro y por
tanto un problema en las zonas con ingresos más bajos de la ciudad.
Cuestión de salud pública
El profesor Colgrove destaca que Nueva York por ser una ciudad tan
poblada con problemas de salud masivos, fue pionera en el siglo XIX en
iniciativas de salud pública.
El alcalde afirma que no les ha quitado derechos a los ciudadanos y
argumenta que las enfermedades relacionadas con la obesidad le cuestan a
la ciudad US$ 4.000 millones y que por tanto tiene derecho a legislar
sobre un problema público que afecta a las cuentas municipales
“Es inmoral que el alcalde pueda legislar el estilo de vida, es una dictadura”
Diana Reyna
Sin embargo, la concejal del ayuntamiento de Nueva York, Diana Reyna, está en contra de las medidas.
“Es inmoral que el alcalde pueda legislar el estilo de vida, es una
dictadura. Si el alcalde quiere hacer un impacto en la obesidad, que
ponga atención a la falta de educación física en las escuelas públicas,
en la falta de parques”, dijo Reyna a BBC Mundo.
Reyna asegura haber realizado varias visitas por el distrito de
Brooklyn que representa para conocer el impacto de la prohibición de las
bebidas azucaradas en los negocios locales.
“El ayuntamiento tiene que consultar a la comunidad sobre cómo hacer
frente a la obesidad, el periodo de consultas que hay antes de que se
aprueban las medidas es sólo una fachada, no se consulta”, destacó
Reyna.
El periódico The New York Times, en su blog sobre la ciudad, recientemente preguntó a los lectores: ¿Qué más debería prohibir el alcalde?
Las cientos de respuestas recibidas fueron tan variadas como la
ciudad, pero muchos respaldaron la idea que dejó alguien identificado en
foro del medio como “Janes”: “Que prohíba prohibir”.
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