Hermano Miguel,
Luis Rosario |
Aún no nos recuperamos de la tragedia que representó la
partida de nuestro benemérito y querido
Tomás Abréu Herrera, cuando tú nos trae la infausta noticia del
fallecimiento de Luis Rosario, un joven humilde de una trayectoria de estudios,
honradez y trabajo y que servirá de
ejemplo a los maeños que valoran el mérito y la grandeza espiritual.
A Luis, tuve el privilegio de conocerlo en el seno de la Asociación
de Maeños Ausentes (ASOMAU), entidad a la que sirvió, con una extraordinaria
vocación de servicio, como enlace con los estudiantes universitarios maeños residentes
en la capital. Siempre estaba presto a cumplir con todas las tareas que se les
asignaran en su área y en cualquier otra.
Es lamentable, y me solidarizo con tu protesta e indignación
ante la indiferencia e incapacidad del personal del Hospital Regional José
María Cabral y Báez, cuya situación no es exclusiva, porque lo mismo sucede en la gran mayoría de
los centros hospitalarios de todo el país donde los pobres se ven obligados a
acudir en caso de accidentes o enfermedad.
Duele en lo más profundo que vidas valiosas como la de
Luis se pierdan por la carencia de
equipos modernos y adecuados de nuestros hospitales o por indiferencia o apatía
de quienes están llamados a prestar la urgente y debida atención a quien se presente
a una emergencia aquejado de un percance de salud como el que afectó al amigo
ido a destiempo.
Aprovecho finalmente, para extender mi más sentido pésame
a su esposa Albania, hijos, y demás
familiares de Luis a quien siempre llevaremos en nuestros mejores recuerdos
como ejemplo de un joven humilde, que a base de trabajo honrado y tenaz, se
hizo profesional, procreó una digna familia y siguió superándose hasta el final
de sus días. ¡Paz a sus restos!.
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