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jueves, 5 de julio de 2012

Brenda Aracena ,motivada por la muerte de Moseñor Tomás Abreu

UN MINUTO DE CORDURA

Escrito por la comunicadora Brenda Aracena
Monseñor Tomás Abreu Herrera
Entre el ruido de la mañana, el canto de los gallos, los carros o los recién nacidos que lloran al ver la luz de un nuevo día, es preciso un minuto de cordura para pensar a dónde estamos parados, por dónde andará nuestra humanidad, y nuestro sentido de hermandad, es impresiónate como ya no respetamos ni a los muertos y haciendo un simulacro de sus tumbas danzamos sobre ellas.


No hay que darle mucha importancia a algunas cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor eso dicen algunos, pero accionando así solo pasamos a formar parte del club de insensibles que en la actualidad ha ganado más miembros que un equipo de Fútbol, ya nada nos impresiona si uno nace u otro muere, que mal andamos en esta pequeña canica llamada mundo.


Resulta increíble cuando escuchamos a personas que si bien es cierto no se burlan a lo público de la muerte de sus semejantes, dejan mucho que pensar al expresarse sigilosamente en sus escritos y diálogos, en forma metafórica y envolvente, es como si entre líneas dijeran ¨ PARA QUE Le PASARA ALGO PEOR ¨


Este escrito lo hago en víspera de una sentida muerte para la línea Noroeste, y ni siquiera nombre citaré  pues ya lo he dejado a expensa de ustedes mis lectores los que creo muy inteligentes para descifrar cualquier incógnita tanto mía, como de esos que disfrazan la impiedad de oveja mansa y  el orgullo de corderito, sin embargo grande les queda el disfraz y a través de el revienta su maldad.


Y es que tanto en la red frívola como ella sola, así como en la sociedad en que vivimos me tocó escuchar comentarios que se levantaban tras aquella sentida muerte, que solo me hacían tragar en seco, que pena, que vergüenza, que amargura, que gente que nunca ha hecho nada por este pueblo espere un momento tan doloroso para hablar mal de quien dio tanto, de quien si bien era pastor de algunas ovejas, considerado superior por dones que Dios le puso y otros que los hombres le adherían,  también conservaba la característica de seguir siendo humano, sí humano, de esos que yerran, de esos que se caen y se levantan, pero también de esos que rectifican sus pasos tras uno que otro desacierto, además humano en esencia digno de imitar por las buenas obras que hizo, sus hechos hoy hablan por él, su legado aunque lo pisoteen aun de las cenizas resurgirá, y es que a veces es necesario un minuto de cordura, detenernos, analizarnos,  respirar profundo y ver si estamos en la mejor posición para criticar.


Lo he repetido miles de veces, no importa la raza, religión, lengua, creencias, cuando se habla de humanos, debajo de la piel somos idénticos, y si alguno es diferente es porque nosotros mismos nos hemos encargado de cambiarle con nuestra ineptitud, unos dicen que otros no irán al cielo como si algo le ha asegurado a ellos, que su ticket de entrada está sellado ya, muchos callamos y dejamos que siga el entierro, pero es que si me sumo a esos que enmudecen sé que reventaré junto a ellos cuando la justicia esperada llegue y no quiero ser parte de los que se creen más humanos que los humanos y arder junto a sus pieles teñidas de tanta frialdad ante la cual hasta el fuego duda.

Mi impotencia e indignación  darían para escribir un libro acerca del tema, pero lo dejaré a conciencia de los que tengan conciencia, la humanidad se pierde pero ojo, la humanidad somos nosotros, no perdamos el tiempo buscando tan lejos lo que está en nuestras narices.


Será que alguien más piensa que se hace justo un minuto de cordura dentro de nuestra desenfrenada locura.
 

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