UN MINUTO DE CORDURA
Escrito por la comunicadora Brenda Aracena |
Monseñor Tomás Abreu Herrera |
Entre
el ruido de la mañana, el canto de los gallos, los carros o los recién nacidos
que lloran al ver la luz de un nuevo día, es preciso un minuto de cordura para
pensar a dónde estamos parados, por dónde andará nuestra humanidad, y nuestro
sentido de hermandad, es impresiónate como ya no respetamos ni a los muertos y
haciendo un simulacro de sus tumbas danzamos sobre ellas.
No
hay que darle mucha importancia a algunas cosas que están ocurriendo a nuestro
alrededor eso dicen algunos, pero accionando así solo pasamos a formar parte
del club de insensibles que en la actualidad ha ganado más miembros que un
equipo de Fútbol, ya nada nos
impresiona si uno nace u otro muere, que mal andamos en esta pequeña canica
llamada mundo.
Resulta
increíble cuando escuchamos a personas que si bien es cierto no se burlan a lo
público de la muerte de sus semejantes, dejan mucho que pensar al expresarse
sigilosamente en sus escritos y diálogos, en forma metafórica y envolvente, es
como si entre líneas dijeran ¨ PARA QUE Le PASARA ALGO PEOR ¨
Este
escrito lo hago en víspera de una sentida muerte para la línea Noroeste, y ni
siquiera nombre citaré pues ya lo he
dejado a expensa de ustedes mis lectores los que creo muy inteligentes para
descifrar cualquier incógnita tanto mía, como de esos que disfrazan la impiedad
de oveja mansa y el orgullo de
corderito, sin embargo grande les queda el disfraz y a través de el revienta su
maldad.
Y
es que tanto en la red frívola como ella sola, así como en la sociedad en que
vivimos me tocó escuchar comentarios que se levantaban tras aquella sentida
muerte, que solo me hacían tragar en seco, que pena, que vergüenza, que
amargura, que gente que nunca ha hecho nada por este pueblo espere un momento
tan doloroso para hablar mal de quien dio tanto, de quien si bien era pastor de
algunas ovejas, considerado superior por dones que Dios le puso y otros que los
hombres le adherían, también conservaba
la característica de seguir siendo humano, sí humano, de esos que yerran, de
esos que se caen y se levantan, pero también de esos que rectifican sus pasos
tras uno que otro desacierto, además humano en esencia digno de imitar por las
buenas obras que hizo, sus hechos hoy hablan por él, su legado aunque lo
pisoteen aun de las cenizas resurgirá, y es que a veces es necesario un minuto
de cordura, detenernos, analizarnos,
respirar profundo y ver si estamos en la mejor posición para criticar.
Lo
he repetido miles de veces, no importa la raza, religión, lengua, creencias,
cuando se habla de humanos, debajo de la piel somos idénticos, y si alguno es
diferente es porque nosotros mismos nos hemos encargado de cambiarle con
nuestra ineptitud, unos dicen que otros no irán al cielo como si algo le ha
asegurado a ellos, que su ticket de entrada está sellado ya, muchos callamos y
dejamos que siga el entierro, pero es que si me sumo a esos que enmudecen sé
que reventaré junto a ellos cuando la justicia esperada llegue y no quiero ser
parte de los que se creen más humanos que los humanos y arder junto a sus
pieles teñidas de tanta frialdad ante la cual hasta el fuego duda.
Mi
impotencia e indignación darían para
escribir un libro acerca del tema, pero lo dejaré a conciencia de los que
tengan conciencia, la humanidad se pierde pero ojo, la humanidad somos
nosotros, no perdamos el tiempo buscando tan lejos lo que está en nuestras narices.
Será
que alguien más piensa que se hace justo un minuto de cordura dentro de nuestra
desenfrenada locura.
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