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viernes, 23 de diciembre de 2011

TIEMPO DE LA SKHOLE


CULTURA VIVA

 
Autor Lincoln López


            Desde hace mucho tiempo quedó establecida en la humanidad una clara distinción y oposición entre el tiempo destinado  a la satisfacción de necesidades básicas o materiales, a través de la acción del trabajo y el tiempo destinado a la satisfacción de las necesidades espirituales o superiores.  


            En el mundo griego surgió el ideal de la skholé como un estado de paz que coloca al espíritu para contemplar los supremos valores del mundo: la verdad, la bondad y la belleza. Como anota  el escritor Munné “La Skholé no era un simple no hacer nada, sino su antítesis”, era un estado de paz y de contemplación creadora.

Tal disposición “exigía disponer de un tiempo para sí”. Aristóteles, considerado uno de los pensadores más grandes que ha conocido la humanidad al referirse al ocio o Skholé explicaba que consistía en “estar libre de la necesidad de estar ocupado”.

Tanto Aristóteles como Platón no se referían a la pereza o vagancia, ni para dedicarse a las fiestas o desenfrenos mundanos, es decir, aquellos aspectos negativos como la inactividad y la indecisión. El primero reiteró “su desdén hacia la diversión y considera a los juegos y espectáculos como necesarios  para que artesanos y groseros mercenarios descansen en sus fatigas” (Prof. J. P. Portilla).

            Por su parte la sociedad romana, más pragmática e imperialista que la griega le dio una connotación distinta al ocio (otium) o Skholé consistente a unas concepciones que responden a un contexto económico y político. El Prof. J. P. Portilla afirma que Roma introduce, por primera vez, “el ocio de masas”. 

El Estado organiza el calendario con días de fiesta y las élites lo alimentan y lo utilizan “como instrumento de dominación”, por ende, nos pone en la ruta de lo que hoy conocemos como la sociedad de consumo. Especialmente para “consumirte” o disminuirte la capacidad cerebral como instrumento supremo para el desarrollo individual y social.

            Otro pensador posterior muy interesante lo es F. Nietzsche quien considera “la esclavitud más ampliada que nunca, ya que  quien no dispone de las tres cuartas partes de su tiempo para sí mismo, es un esclavo, haga lo que haga”. En su texto “El grave defecto de los hombres activos” expresa  “la desgracia de los hombres es que su actividad resulta siempre un tanto irracional. No cabe preguntar al banquero,  por ejemplo,  el objetivo de su compulsiva actividad, porque está desprovista de razón…Todos los hombres, tanto de hoy como de cualquier época, se dividen en libres y esclavos”. 

            No sea esclavo.
            Es tiempo para alertar sobre despilfarro por partida doble, o sea, lo material por los gastos innecesarios y  bacanales perversos,  y lo intelectual abandonado a su suerte en sus aspectos constructivos.
            Alertar en tiempo de Navidad y el ocio que nos trae, no sea de holgazanería, de violencia, o del cumplido falso…En la explotación del ser humano por el ser humano.

            Es tiempo para equilibrar no para desequilibrar. Para ello hay que reflexionar desde su ideología política, religiosa, económica, artística y cultural.
Es tiempo de la Skholé.



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