El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, propuso una prohibición a la venta de bebidas azucaradas de tamaño gigante.
Las autoridades afirman que estos productos, con
las enormes cantidades de calorías que contienen, están contribuyendo a
la epidemia de obesidad que afecta al país.
Las bebidas gigantes, sin embargo,
son muy populares -y sumamente lucrativas- así que imponer la
prohibición quizás no será una batalla fácil de vencer.
Las bebidas gaseosas y azucaradas gigantes
suelen venderse en Estados Unidos y otros países en muchos
establecimientos como estadios y arenas deportivas, restaurantes, cines y
teatros, y carros de comida móvil.
La típica bebida gigante contiene 1,42 litros de
refresco y tiene más calorías que un filete de carne de 227 gramos y
156 gramos de azúcar, como señala el reportero de la BBC, Daniel Nasaw.
En algunas tiendas de Estados Unidos se pueden
encontrar bebidas incluso más grandes, de 1,5 litros. Y no son bebidas
embotellas, son refrescos que se venden en vasos supergigantes "para
llevar".
"Estos tamaños son muy populares" dice a la BBC
Margaret Chabris, portavoz de la empresa de supermercados 7-Eleven, que
tiene 7.800 establecimientos en Estados Unidos.
"La gente tiene mucha sed y suele comprar un refresco de tamaño gigante" agrega.
Estas bebidas no son nuevas. Los estadounidenses han estado tomando estos refrescos extragrandes durante décadas.
Al principio, cuando se lanzaron al mercado, solían ser populares entre los albañiles y trabajadores de la construcción.
"Engullidas"
La industria afirma que estas bebidas eran para
los individuos que necesitaban el azúcar, cafeína y agua de estos
refrescos para sentirse fortificados durante sus días largos y calurosos
de trabajo.
"Es una bebida para todo el día" expresa Jeff Lenard, vicepresidente de la Asociación Nacional Estadounidense de Almacenes.
"No es para engullírsela en un par de minutos".
"El enfoque del alcalde de un "estado de niñera" hará poco para reducir el problema y hará mucho para aislar a la gente a la cual necesita dirigirse: aquéllos que consumen demasiadas calorías de una variedad de fuentes"
Jeff Stier
Pero el producto demostró ser muy popular entre todos los estadounidenses.
"La gente ve que es mucho más barato comprar por
onzas, o piensan que realmente están muy sedientos y necesitan comprar
una porción más grande" dice David Just, profesor asociado de la Escuela
Dyson de Economía Aplicada y Administración en la Universidad de
Cornell.
Son muy populares entre los niños y adolescentes que todavía no toman café pero les gusta el sabor de la cafeína.
"Los niños aprender rápidamente que pueden
obtener más estímulo si compran una bebida gaseosa supergigante que si
compran una botella de leche", señalan las nutricionistas Mary Mullen y
Jo Ellen Shield.
Las bebidas también son una "máquina de hacer
dinero" para los almacenes.
El bajo costo del papel, plástico, agua y
almíbar es significativamente más bajo que lo que le cobran al
consumidor.
Esta categoría de productos, llamada "bebidas
expendidas en frío", suman sólo 2% de las ventas de un almacén pero, en
promedio, pero resultan en una utilidad bruta de 48%, según la
Asociación Nacional de Almacenes.
Las autoridades neoyorquinas esperan que la
prohibición de bebidas gigantes que se venden en restaurantes, teatros y
cines y estadios deportivos se extienda a otras ciudades.
Pero, al menos por ahora, no se incluirá a las bebidas que se venden en almacenes o tiendas de abarrotes.
Estado niñera
Algunos dudan que la medida sea efectiva.
Un consumidor sediento simplemente puede comprar dos bebidas más pequeñas en lugar de una extragrande, dicen.
Y los restaurantes pueden seguir anunciando
"rellenos gratuitos", lo cual ya es muy común en muchos
establecimientos, y cobrar más por adelantado.
"La gente que compra los tamaños gigantes, ya
sean buenos o malos para su salud, lo hace porque les gusta el producto"
dice el doctor Just.
"Y probablemente ellos serán los que se resistirán más a esta medida".
La Academia de Nutrición y Dietética de Estados
Unidos afirma que hay estudios contradictorios sobre los programas como
éste que intentan con una prohibición alentar a los consumidores a comer
más sano.
Además, dice, muchos estadounidenses resienten que se les diga que no pueden comprar algo.
Los grupos que se oponen a la prohibición planean presentar este argumento en contra.
Según Jeff Stier, del Centro Nacional de
Investigación de Política Pública "el enfoque del alcalde de un "estado
niñera" hará poco para reducir el problema y hará mucho para aislar a la
gente a la cual necesita dirigirse: aquéllos que consumen demasiadas
calorías de una variedad de fuentes".
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