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viernes, 5 de agosto de 2011

SOLILOQUIO AL MAESTRO


CULTURA VIVA 


Autor Lincoln López
Cuando entré a la sala del Teatro Universitario a las cinco menos cinco  aquella tarde del jueves 30 de junio, Día del Maestro Dominicano, estabas sentado, solo, junto a la mesa principal, esperando el inicio del acto de puesta en circulación de dos obras: Una de Monseñor Ramón De La Rosa y Carpio sobre  Benedicto XVI y otra tuya, originalmente “Roma Infinita” la cual conocí primero de tu viva voz.


 Mirando tu figura sentí mucha nostalgia, mis recuerdos fluyeron rápidamente y se agolparon uno tras otro, intemporalmente, de proyectos artísticos y culturales tuyos puestos en mis manos para llevarlos a escena, de tertulias, de viajes, y por encima de todo, la presencia del maestro.  Me interesó más ser tu alumno informal en el maravilloso mundo de la cultura, desde la Grecia clásica en adelante, que el formal e inscrito en la asignatura “Historia de las Ideas Políticas” por mi paso por la carrera de Derecho. Eran los tiempos de la tuna con sus capas y cintas, laúdes y bandurrias medievales, de la coral, del grupo de bailes y de teatro y toda una estructura para reforzar el desarrollo integral del discípulo universitario.
            Me quedó la duda para siempre, si reconocerías mi persona después de extenderte la mano y decirte algunas palabras. Tu mirada era distinta. Tu mano era débil pero decidida.
Se podía estar de acuerdo o no con tus conceptos, pero fuiste un convencido ser pensante, con criterios científicos, éticos y religiosos. Un caballero del Santiago Victoriano.
            En ese escenario se declamaron muchos de tus poemas, se escucharon algunas de tus disertaciones, ahí se estrenó una preciosa criolla titulada: “Ella” cuyo primer verso dice: “Ella no quiere que yo la quiera…”. Sobre esas tablas se estrenó “Santiago: Tradición Viva” que tuvo mucho éxito aquí y en el Teatro Nacional de Santo Domingo. Más de cien intérpretes en escena, entre actores y actrices, coro, danza y elementos folklóricos básicamente de Santiago. Dentro de ese espectáculo se insertó tu obra teatral “Jacagua”, llevada a varios escenarios del país, y luego presentada en México, en Cancún y ciudades aledañas, en el marco del Primer Festival de Cultura del Caribe. Sobre esas tablas se estrenó un interesante experimento teatral titulado “Cuatro monólogos colombinos” basado en tus investigaciones históricas. Eran cuatro conceptos y personajes independientes cuya única referencia era el texto. Las acotaciones y todo el montaje escénico debían ser creación del director.
            Pienso que en algún momento una sociedad agradecida deberá reunir en una sola edición tus obras completas, por variada e interesante. Ojalá se incluyera algunas de tus cátedras, especialmente las que contienen tu particular punto de vista. ¡Cómo olvidar tus argumentos expuestos en una guagua en un largo camino mexicano hacia el sur de Valladolid  sobre la cultura “Maya-Tolteca” mientras nos acercábamos a las ruinas de la impresionante civilización Chichen Itzá! (boca del pozo).
            ¡Hasta siempre maestro!
            Dr. Carlos Dobal permíteme el último verso de tu obra Jacagua con el cual me  identifico en estos momentos:
            “¡Cuántas lágrimas me cuesta tu recuerdo!”    

           

           

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