El experimento realizado por el doctor Mohamed Babu en su casa en India, fue absolutamente fortuito. Su esposa notó que había hormigas blancas cerca de un poco de leche derramada en la cocina y él quiso ver qué pasaba si atraía otras con agua azucarada mezclada con colorantes para alimentos.
No se trata de que las hormigas se tiñan, sino que toman de manera tan desmedida (me acordé de un amigo) que el abdomen se les hincha hasta volverse casi completamente transparente, permitiendo que se vea en su interior lo que han ingerido.
Ello, con varias gotas más de colores, convierte el panorama en un verdadero arcoíris de hormigas.
Babu apunta que por lo general los insectos se inclinaban por las soluciones más claras (amarillo y verde), pero igual había varias que preferían las tonalidades más oscuras y otras de mayor osadía que mezclaban de todo lo que pillaban (me acordé de otro amigo), enriqueciendo aún más la paleta de colores.
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