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lunes, 22 de agosto de 2011

SALOMANIA


CULTURA VIVA


Autor Lincoln López

           
            Anoche dos amigos y yo viajamos a una importante ciudad del Cibao. Llegamos con antelación a la hora acordada al centro cultural, correspondiendo a una gentil invitación. 

            El lugar no tenía actividad pública pero estaba abierto y el empleado del turno nocturno nos dejó pasar e iniciamos el recorrido. Toda al área la abarcaba dos salones bellísimos para exposiciones, luces adecuadas y encendidas aunque no había nada en exhibición, aire acondicionado, etc., una oficina para el director(a) y dos baños. Por los “pelos y señales” del equipo, a la secretaria se le ubicó en el pasillo principal cerca de la dirección. Los materiales que revestían la escalera igualmente regia. Ni hablar del buen cuidado de la fachada, en fin casi todo en su punto.
            Casi todo. Veamos algunas debilidades.
            Las exposiciones son muy escasas y cuando suelen hacerlas constituyen un acto social, resultan más un encuentro de amigos que un espacio para reflexionar ante una obra de arte.
            La compra de las obras es prácticamente nula. La nulidad se extiende a conferencias o tertulias especializadas.
            Es un centro para exponer y cuando no exhibe está cerrado. No está concebido para la formación o la discusión. No existe en la ciudad un centro parecido para la formación en artes plásticas o visuales. Quizá un docente público o privado. Ni hablar de niveles básicos, secundarios, ni soñar con los superiores o universitarios.
            Ni se vende ni se compra. Se subsidia. Se conoce muy poco del valor económico de una obra de arte como inversión. Es un favor.
            No es una realidad exclusiva es colectiva.   

            Sin embargo, el país consta de una infraestructura física suficiente en salones para exposiciones, para representaciones, para conferencias…de todos los tipos y tamaños. Cines…teatros. Muchos enclavados en centros docentes o en áreas religiosas como los salones parroquiales en el catolicismo. Todavía subsisten algunos clubes culturales de los 129 que estaban registrados en el Ayuntamiento y funcionando en la Provincia de Santiago. Los salones comunitarios. Empresas cooperativas y bancarias poseen adecuados salones.
            Hay una especie de salomanía. Una manía de construir salones, una buena medida preventiva pero con efectos insignificantes o negativos de elevar el nivel cultural del pueblo.
Esa inversión inicial se ha traducido en un gasto.
            ¿Cuál es el problema? El tiempo en que operan, y, generalmente, la falta de planes o políticas para su uso adecuado.   
            Su uso lo regulan los seres humanos organizados y con objetivos claros.
            Es el caso de las iglesias y su nivel de eficiencia y conciencia de su feligresía.
            Eficiencia y conciencia y un objetivo claro para cada grupo organizado.
            Dejó de ser un centro de entrenamiento del pensamiento para temas sociales variados, comunitarios, educativos, de salud, políticos o económicos. Es decir, de crecimiento o de desarrollo.
Lo han convertido de un centro de atracción a un centro de rechazo. Los que conservan lo primero han podido cosechar los frutos que idearon.
En consecuencia, su imagen ha sido deteriorada. Es la percepción de la forma pero lo que hay que atacar es la ausencia de contenidos.








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