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lunes, 26 de octubre de 2009

El Jinete y su Caballo


Tiberio Castellanos




Yo sé que el título de esta descarga no le dice mucho a la mayoria de la gente. En los dias que corren, sólo algunos ricos montan a caballo, digo, aqui en Norteamérica, pues en los paises del tercer mundo, todavía el caballo transporta a mucha gente, por caminos, guardarrayas y serventías.


Bueno, quiero hablar del jinete y su caballo, para establecer un símil con la persona humana y sus dos entidades. Se dice, y yo creo que es verdad, que en el ser humano coexisten, toda la vida, dos entidades, muchas veces, o mejor dicho, casi siempre, enfrentadas una a la otra.



Digamos que una es una entidad superior, llamémosla sutil, que es donde reside el pensamiento. La fuerza que piensa, calcula, sueña. Y la otra es una entidad inferior, llamémosla grosera, es aquella entidad que come, duerme, mea.


El apóstol Pablo, que fue un hombre muy sabio, hablando sobre esta dualidad en el ser humano, dice en su Epístola a los Romanos: (7-18), Veo claro que en mí, es decir, en mis bajos instintos, no anida nada bueno, porque el querer lo excelente lo tengo a mano, pero el realizarlo no; no hago el bien que quiero; el mal que no quiero, eso es lo que ejecuto. Ahora, si lo que yo hago es contra mi voluntad, ya no soy yo el que lo realiza, es el pecado que habita en mí.


Así, cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro fatalmente con lo malo en las manos. En lo íntimo, cierto, me gusta la Ley de Dios, pero en mi cuerpo percibo unos criterios diferentes que guerrean contra los criterios de mí razón y me hacen prisionero de esa ley del pecado que está en mi cuerpo. "


Claro es, que si Pablo hubiese estado en campaña contra el sobrepeso, o contra la contaminación por el humo del cigarrillo, o la adicción a las drogas, recetadas o no, hubiera mencionado, además del pecado que constituyen todos estos vicios, el daño que hacen a la salud del individuo y, por supuesto, también a la sociedad.


Pablo, que viajó y observó las costumbres de las gentes. Que conoció la especial disciplina de los atletas de aquellas primeras olimpíadas griegas, estaría hoy muy asombrado al conocer que hay personas con tan poco control sobre su ingesta, que, para que no las mate la obesidad u otros males peores, necesitan que un cirujano les haga diabluras bariátricas en su estómago. Diabluras que no siempre resuelven el problema.


Y volvamos al título de esta descarga. Por experiencia conozco que el jinete controla, maneja, gobierna a su caballo. Mi infancia y juventud transcurrieron, en buena parte, a caballo. Al caballo se le gobierna con las riendas.



Y tambien, a veces, se le pega con la fusta. O se le clavan las espuelas. Claro, que hay caballos que no necesitan ni fusta ni espuelas. Usted los ha visto saltando obstáculos, en esas competencias, de gente rica.
Cosa muy corriente era, que yendo por un camino que atravesaba por unos sembradíos, mi caballo quisiera comerse unos tallos de maiz o de otra planta de su gusto. Como es lógico suponer, yo el jinete, no lo dejaba.



Halando fuertemente las riendas, se lo impedía. Asimismo, no se dejaba beber al caballo, que uno había corrido mucho, aunque estuviese ahora atravesando un rio. Se le daría agua después, cuando ya no estuviera agitado. Así vemos, que la razón: el jinete, la superior de las dos entidades de las que consta el ser humano, controla y dirige los instintos, es decir la parte inferior: el caballo.

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