Escrito por Fernando Rodríguez Céspedes
Columnista de Oasis Dominicano
El carácter beligerante, impulsivo y arrogante del ex presidente Hipólito Mejía junto a quienes lo estimulan a la sinrazón, lo
llevarán al sepulcro político ante que convertirse, como se autoproclamó, en líder de
la oposición al Gobierno que presidirá el licenciado Danilo Medina.
Erróneamente cree que los votos depositados por su candidatura en las
recién pasadas elecciones, les pertenecen y no quiere entender que el voto duro
del PRD pertenece, coyunturalmente, al candidato y que muchos dominicanos no
votaron por él, sino contra el
continuismo peledeísta.
En el 2004, a base de comprar legisladores, modificó la Constitución en vano
intento de imponer su reelección presidencial, aplastando con los recursos del
Estado, a otros perredeístas meritorios con mayores posibilidades de hacer un
mejor papel en esa contienda electoral.
Luego de su rehabilitación política, gracias al acuerdo entre Miguel Vargas
y Leonel Fernández, quiso alzarse con el santo y la limosna arrebatando a
Vargas la candidatura presidencial en una convención abierta en la que se
agenció refuerzos reformistas y del partido oficial.
Como era de esperarse eso creó un conflicto entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía
que se extiende más allá de las pasadas elecciones y que, necesariamente,
tendrá que ser conocido por el recién creado Tribuna Superior Electoral,
instancia en la que Mejía tiene pocas posibilidades de ser favorecido.
Quiera Dios que la razón y la ley se impongan y que un instrumento de lucha democrática de
tanto arraigo como el PRD no sucumba por las bravuconadas de un político que ha
quedado desfasado en el tiempo y el espacio actuando como en los tiempos de los
Montoneros, irrespetándose e
irrespetando a todos.
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